jueves, 25 de diciembre de 2008

Y para despedir 2008...

Consejeras, asesores, ciudadanos y amigos:

Durante 2008, buena parte de los proyectos se cumplieron a carta cabal; no faltaron reencuentros, proyectos comunes, mudanzas o simplemente días donde la constancia y la amistad hicieron lo propio, En este año, comprobé sobremanera la fidelidad de una conocencia, y ello derivó en reconocer y agradecer sus palabras de buen aliento, los extrañamientos y reproches hechos hacia quien escribe. Ahora más que nunca, sé que contaré con ustedes: sea en la sensata distancia, sea en la discreta cercanía. En 2009, simple y sencillamente, debo corresponderles con metas cumplidas y nuevas travesías.

Mientras tanto (y con la vida de nuestra parte), mis mejores deseos para todas ustedes en estas fiestas y, desde luego, para que 2009 sea un año de mejores logros y grandes amistades.
¡¡Muchas gracias!!

Un abrazo,
Ulises Velázquez,
Presidente de la Nueva República de Babel

jueves, 18 de diciembre de 2008

Volver a Blade Runner

Hay dos cosas que siempre hago en la temporada pre-navideña: una, regalar un libro a una gran amiga que me acompañó durante el año (en esta ocasión, hubo un empate entre dos muy queridas), y la otra, obsequiarme un devedé. Como el año pasado me regalé Feliz Navidad, Sr. Lawrence (y aún espero que me la devuelvan), una peli inscrita en el género bélico, resolví regresar a un género muy grato: la ciencia ficción. La afortunada fue Blade Runner, de Ridley Scott, mi favorita entre todas las que he visto en mi vida, por encima de La mirada de Ulises de Theo Angelopoulos, y Amélie de Jean-Pierre Jeunet. (Sorry.) Compré la versión definitiva, the final cut, en una edición especial de dos discos, con motivo de los 25 años de su estreno. Pero antes de contar mi experiencia con el dvd, primero pasaré revista a la presencia de Blade Runner en mi vida.
Cursaba el segundo año de preparatoria cuando vi por primera vez Blade Runner. Pretextando una tarea para la materia de Redacción, resolví verla un martes por la noche por el canal Once; quedé maravillado por la proyección del futuro que Ridley Scott había filmado, pero también atrajo mi atención que el protagonista, Rick Deckard, interpretado por Harrison Ford, narraba en voice over toda la historia. Este recurso es característico en las películas de detectives, es decir, adaptaciones cinematográficas de obras de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, clásicos del film noir a final de cuentas. La premisa es la siguiente: en 2019, un futuro post-apocalíptico, donde la clonación es de todos los días, varios replicants escapan de una colonia terrestre en el espacio y logran llegar ilegalmente a la Tierra, buscando respuestas conciernientes a su tiempo de vida, dado que un replicant no podía vivir más de cuatro años. Para eliminar a estos seres renegados, se crearon unidades especiales llamadas blade runners, de las cuales forma parte Deckard. Para no contar toda la película, simplemente digo que en esa engorrosa misión, tanto Deckard como Roy Batty, lider de los replicants, buscan las respuestas a las preguntas fundamentales en la historia del hombre: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿cuánto tiempo me queda? Definitivamente, esta peli se volvió parte de mi vida. (Paréntesis aparte: he visto la mayor parte de la filmografía de Ridley Scott, de donde destacaría, por un lado, Leyenda y Un buen año, y por otro, Alien y Gladiador. Blade Runner se cuece aparte.)
Mi segundo encuentro fue literario. En una de las librerías del "pacificador hindú", adquirí a muy buen precio la novela que le dio origen: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, escrita por el norteamericano Philip K. Dick. Sin dudarlo, la devoré. Encontré cosas que no estaban en la película, como debía ser, sin embargo, en la novela estaba en su elemento natural el meollo del filme: hasta las cosas artificiales tienen vida propia, inclusive sentimientos innatos en el ser humano. En esta primera lectura, confieso que tuve un cierto desconcierto, algo que no conseguía explicarme. Para aquellos días, me reencontré con la película en el cineclub de la Biblioteca de México. Sin proponérmelo, vi la versión del director, la cual sólo difería en la primera en la ausencia del voice over y en el tratamiento de algunas escenas, además de ligeros cambios en la música compuesta por Vangelis. Al final, resolví quedarme con el director's cut. Cada quien tendrá sus razones.
Mi tercer encuentro con Blade Runner se dio en junio pasado, cuando recibí como regalo de cumpleaños la edición especial en tres compactos de la banda sonora, con motivo del 25 aniversario de la película. El primero es la producción de 1992, el segundo tiene cortes inéditos y el tercero, música compuesta ex-profeso para el aniversario, donde Vangelis contó con la colaboración de Rutger Hauer, Edward James Olmos, Bruno Delaye, Oliver Stone, Roman Polanski y hasta sir Ridley Scott, entre otros. Una producción única en su género. No dudo en recomendarla y además es sumamente accesible.
Casi a punto de finalizar la escritura de estas líneas, mi último encuentro con BR, se dio la semana pasada, luego de comprar la edición especial. Luego de ver completa la versión definitiva y restaurada, quedé impresionado y casi lloraba de la emoción. Me enamoré nuevamente de Sean Young en su papel como Rachael, la replicant que tiene un devaneo con Deckard. En apariencia, era la misma peli, pero ahora tenía algo nuevo, algo que pasó desapercibido a mis ojos. ¿Las escenas? ¿El diseño de imagen? ¿La música? Francamente, no lo sé... Días después, vi el otro disco: un documental de ¡¡tres horas y media!! sobre cómo se hizo Blade Runner, desde la concepción de la idea (inspirada en un título del escritor beat William Burroughs y la novela de Dick), hasta el estreno de la versión restaurada, producida por Charles de Laurizika, a 25 años del estreno oficial en pantalla.
En fin, creo que ya dije bastante sobre Blade Runner. Ahora que el tiempo lo permita, volveré a verla sin parar. Todavía hay cosas que se me escapan a simple vista, pero no dudo que siempre me acompañará en este trayecto de la vida. Después de todo, y como dijo Roy Batty en una memorable escena final, "All those moments will lost in time... like tears in rain".

jueves, 11 de diciembre de 2008

Queremos tanto a Elena Garro

En este año, el mundo de la cultura y las bellas artes se ha llenado de obituarios como jamás se había visto, y ello nos obliga a ver un poco hacia atrás, por aquello de la memoria. Sin embargo, hay una frase lapidaria que sirve de aliciente para seguir adelante: Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga. Su autora, Elena Garro, ni más ni menos.
Nacida un día como hoy, pero de 1916, en la ciudad de Puebla, Elena Garro Navarro creció rodeada de libros y de literatura. Sus padres, consumados lectores, en cierta manera descuidaron a sus hijos, pero les regalaron algo más importante, la imaginación y el conocimiento. Elena y su hermana Debaki jugaban a ser grandes personajes y se comunicaban entre ellas con un lenguaje que sólo ellas entendían. Pasado el tiempo, Elena tuvo variopintos intereses, entre éstos la danza y el teatro. Llegó a ser coreógrafa al mando de Julio Bracho, pero las letras, como era lógico, además de habitar su casa, también tocaron a su puerta cuando conoce a un incipiente Octavio Paz, quien se vuelve novio de ella y contertulio de don José Antonio Garro. A la larga, Octavio y Elena acabarían casados y con una hija doblemente talentosa, Laura Helena, la Chatita.
En 1937, Elena y Paz viajan a España para asistir al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia, donde conviven con genios de tremenda envergadura como Pablo Neruda y Rafael Alberti. Inclusive llegaron al mismo frente de batalla, según los caprichos de la guerra o del destino, si se quiere ver así. (Elena Garro plasmaría parte de esta experiencia cincuenta años después en Memorias de España 1937, donde Paz no saldría bien librado. Y cuándo no.) Tiempo después, cuando Paz ingresa al cuerpo diplomático mexicano, Elena aprovecha esos viajes de trabajo de su esposo para conocer la vida cultural, pero también para escribir un poco. Motivada por Paz, escribe su novela más importante, Los recuerdos del porvenir (la cual gana en 1963 el premio Xavier Villaurrutia, ex-aequo con La feria de Juan José Arreola). En esta novela, donde Garro recurre a sus recuerdos de infancia en el sur de Guerrero, presagia el llamado realismo mágico, explotado de forma postrera por Gabriel García Márquez.
Cuando se tienen vocaciones similares, nunca faltará la envidia. Mientras Elena escribía cosas de impecable factura en la narrativa, Paz seguía inmerso en su búsqueda de la poesía, así que las envidias -por parte del poeta diplomático- también formaron parte de su vida diaria. En los años 60, Paz trazó una nueva ruta hacia el Oriente, dejando a las dos Elenas a la deriva, a merced del vituperio tanto político (Garro fue una defensora de los indígenas y los campesinos en México) como literario (fue borrado su nombre de la historia de la literatura mexicana). Ellas fijaron por muchos años su residencia en España y en Francia, donde Helena Paz Garro trabajó en la legación mexicana en París, acompañadas por varios gatos y un baul lleno de papeles con olor a orines felinos. Producto de ese trajín, es el libro de cuentos Andamos huyendo Lola.
A principios de los noventa, un grupo de escritores, donde se encontraban Emmanuel Carballo y René Avilés Fabila, amigos suyos, la ayudan a regresar a México con todo y gatos. Elena y la Chata fijan su residencia en Cuernavaca, en un departamento propiedad de una hermana de la escritora. También se hace lo posible para que reciba del Conaculta una pensión como creadora, la cual no les rendía mucho. Al final, en pleno ostracismo, Elena Garro muere el 23 de agosto de 1998, cuatro meses después que Octavio Paz. Mientras que el poeta tuvo un sepelio digno de un jefe de estado, al de Elena Garro solamente asistieron varios amigos suyos, uno que otro funcionario cultural y, claro, su hija, la Chata.
Sinceramente, no es mi intención hacer un retrato ni un obituario pospuesto, ni tampoco una querella. Aunque la obra de Elena Garro pasó por las ingratas aguas del olvido, varios lectores -como quien escribe- al descubrir sus obras, le devolvemos vida, y su imaginación, pese a todo, dictará la última palabra. El Fondo de Cultura Económica editó el primer volumen de sus obras reunidas, donde se encuentran sus libros de cuentos La semana de colores y Andamos huyendo Lola; ojalá que el FCE prosiga con ese rescate que bien lo merece. Algunas de sus últimas obras fueron editadas por la casa regiomontana Castillo. Y su novela más importante, Los recuerdos..., aún tiene a Planeta como su casa editorial.
Somos muchos los que leemos y admiramos a Elena Garro. Hay que leerla para descubrir un mundo sin tiempo y porque, parafraseando el título de un cuento de Julio Cortázar, queremos tanto a Elena Garro. ¿A poco no?

martes, 9 de diciembre de 2008

Terminales

En este 2008, me hice asiduo a las series televisivas como nunca lo había hecho antes; claro está que siempre le he seguido la huella a Los Simpson y a Cuéntame cómo pasó, pero ahora hay una que he seguido desde el primer episodio y creo que merece unas cuantas líneas. Entro en materia.
El lunes 22 de septiembre entró al aire la serie mexicana Terminales, cuya temátiva versa sobre la presencia del cáncer en una joven mujer, quien debe reajustar el rumbo de su vida ahora que tiene las horas contadas. Se cuenta la historia de Abril Márquez (protagonizada por Ana Claudia Talancón), una dinámica reportera de la revista Caras, quien luego de conseguir una entrevista con el cantante colombiano Juanes, descubre gracias a unos análisis de sangre que padece leucemia, la cual mermará paulatinamente su cuerpo. Esta sentencia permite que Abril descubra cosas pendientes de su pasado, como enterarse que su padre, Fernando Márquez, también periodista, perdiera la lucha contra el cáncer; que su ex-novio, Daniel, dibujante de comics dueño de un café, siga "clavado" con ella; y descubra, sin proponérselo, que tiene una media hermana, fotógrafa y ¡¡también ex-novia de Daniel!! Desde luego que estas cosas la sacan de onda, pero siempre seguirá adelante.
Reza el lugar común que en el trabajo, la cárcel, las presentaciones de libros y en los hospitales es donde se conoce a los amigos. En la redacción de Caras, cuenta con la confianza de la editora y de un colega fotógrafo que siempre la acompaña, pero no se salva de la acidez de una compañera suya. Precisamente, en un hospital, donde trabaja su tío, tiene su encuentro con Leo Carral, hijo de un importante magnate, con quien además de compartir encuentros inesperados y una apasionante historia de amor, también coinciden en la enfermedad, dado que Leo tiene un tumor cerebral que poco a poco acabará con su existencia. Sin embargo, Abril obtiene fuerzas tanto de sus amigos (Roxana, lesbiana de closet, quien muere por Abril; Elías, un adicto al sexo con mujeres algo mayores, y, claro, el mismo Daniel) como de su familia (su tío médico, su madre, su abuela y su hermana menor).
¿Dónde reside el encanto de Terminales? Si lo vemos desde la perspectiva técnica, la serie está filmada en formato para cine. Desde la narrativa, la historia se cuenta desde el punto de vista de la protagonista, recurso presente en Grey's anathomy, por ejemplo. Pero si lo vemos desde el ámbito de los personajes, digamos que cada televidente se sentirá identificado con alguno. Sin embargo, lo más importante de toda la serie es la labor social que realiza en pro de la detección temprana del cáncer, al igual que su constante lucha. Además, sin picarme de moralista, la principal de todas las enseñanzas es disfrutar plenamente cada minuto de la vida, aunque haya tiempo de sobra o días contados. La semana entrante sabremos qué sucede con Abril, en el último capítulo de la temporada. Y mientras llega la segunda, dejo a ustedes la última palabra sobre Terminales. Muchas gracias.

lunes, 8 de diciembre de 2008

De clásicos a clásicos

Cuando una situación, más que inevitable, es esperada de antemano, le damos la connotación de clásica. Y cuando buscamos ese objeto que nos saque de un apuro, o es muy recurrente en ciertas ocasiones, decimos que es un clásico, ¿no es así? Ahora bien, ¿qué diantres es un clásico? ¿Qué es clásico?
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (el "clásico" DRAE, para acabarla...), clásico es: "que pertenece a cierta época o a un período de mayor plenitud para una civilización, que no se aparta de lo tradicional, que sigue ciertas reglas establecidas por la costumbre y el uso...", en fin, hasta aquí le paro. Si me ajusto a la primera acepción, un clásico sería El Mesías, de J. F. Haendel, o el Concierto de Brandenburgo #5, de J. S. Bach, dado que pertenecen al período barroco en la historia de la música. Respecto a la segunda, las películas de la época de oro del cine mexicano serían el mejor ejemplo. Y si ajusto a la tercera, el Hava Nagila que se baila en las bodas judías, ni mandado a hacer. Sin embargo, hay personas o sectores sociales que disienten de ello, porque le asignan esa cualidad a otras cosas, diametralmente opuestas a las que se proponen. Aquí y en China.
Bien sé que no intento hacer un trabajo exhaustivo sobre los clásicos o sobre ser un clásico, sólo me limito a expresarme ese prurito. Para muchos, los clásicos serán Bach, Haendel y Vivaldi; para otros, el Real Madrid-Barcelona o el América-Guadalajara, y para quien se deje o se ponga el saco:
El Acapulcazo, el tablero del coche forrado de peluche, los bisquets de Obregón, las escalas nocturnas en El Borrego Viudo, el metro Hidalgo en horas pico, los calzones de motitas, el Boing a la hora del recreo, las tortas banqueteras, la hora de los Bitles en la radio por las mañanas, el casquete corto en las peluquerías, el champú Pantene, judíos paseando por Izazaga, los mítines del Peje, las compras de pánico del 5 de enero, los "tamales oaxaqueños calientitos", las filas para pagar la tenencia, el pozole de los viernes, el recalentado, las revistas porno en la secundaria, irse de pinta a Chapultepec, el San Lunes, las peregrinaciones a La Villa, los comics de los domingos, el sonidero del barrio, los operativos en Tepito, los colados en las fiestas, las opiniones de la Monsi y la Poni, la taza de oficina a modo de portalápices, los informerciales, las canciones de Paquita la del barrio, las obras completas de José Alfredo Jiménez, el microbusero que se siente Michael Schumacher en pleno Reforma, las películas de Capulina, Carlos Fuentes, el wonderbra, ver las coberturas olímpicas por televisión, las gorditas de chicharron prensado, los incidentes Lobohombo y News Divine, el "Señor de las Ligas", los maratones de Dr. House por la tele, los camotes de Puebla, las momias de Guanajuato, las cubas con Cacardí, los discos de Silvio y Pablo, las guitarras de Paracho, el camión de la basura, el carnaval de Veracruz, la Lulú de grosella, los tacos de carnitas, el coche-sardina, la cascarita a media calle, cantar Oaxaca, los aguacates bien maduros, el "rapidín", el chocomil, la polla con Tres Coronas, la Feria de Minería, los Poeta Huevos y su hermosa hueva, la banda de pueblo, el café con piquete, el vocho blanco, las palomitas de microondas, Santos vs. la Tetona Mendoza, los chiles rellenos, la lucha libre en la Coliseo, el Circo Atayde, las chelas bien frías, las enchiladas de Sanborns, la Glorieta Insurgentes, manifestaciones en el Ángel, el Tianguis del Chopo, la sopa de fideo, el programa de Cristina Pacheco, el "año de Hidalgo", el Oxxo, el Jugueton, José Emilio Pacheco, el messenger, las tocadas en el Zócalo, el jabón chiquito, el patito de hule, el toallagate, las botas de Fox, y algunas frases como "Coopelas o cuello", "¡Por qué no te callas!", "Me amarraron como puerco", "¿Y yo por qué?", "No me cierre el maletín" o "Me chamaquearon", por decir algunas.
En fin... aún seguirá vigente la discusión sobre los clásicos, pero de una cosa estoy seguro: que cada quien tiene los suyos, y si todos coincidimos en alguno, digno es disfrutarlo hasta que el cuerpo aguante, porque hay de clásicos a clásicos. ¿No es así?

viernes, 5 de diciembre de 2008

La vida es un cine

Hace un rato, pasé una buena tarde de cine acompañado por Rosalía Velázquez, con quien vi Todo sobre las mujeres, muy buena película protagonizada por Annette Benning y Meg Ryan, muy en la onda Sex and the city, pero no del todo, a pesar de que se trataba de un remake de un filme de los años 30. Salimos de la sala de cine satisfechos por lo que habíamos visto. (Entre la última peli de un James Bond ya trillado y otras bastante palomeras, ésta era la indicada para ambos.) Esta escala cinematográfica desea tomar la pluma fuente (o, en su defecto, el teclado del ordenador) para escribir un capítulo más de mis Leaving Port Memories. "Habla, memoria..."
Desde que tengo uso de razón, el cine ha formado parte de mi vida. Principalmente, le debo esto a mi padre, quien me llevaba al legendario cine Ópera, allá por la San Rafael, en la segunda mitad de los años 80. La mayoría de las películas allí exhibidas tenían el sello de la casa Disney, sin embargo, se podían ver éxitos de hace veinte años o hasta más, como Los Aristógatos, misma que en aquellos días, llegaba a su primera década. Pero la película que se volvió el toral evento de mi generación, fue la versión para cine de Los Thundercats, cuya saga seguíamos todas las tardes por canal 5. En el Ópera, interminable el griterío infantil por unas expectativas exageradamente sobrepasadas. Si la memoria no me falla, después de ésta exhibición, para aquel cine comenzó un lento y largo olvido, que aún no termina.
En otras geografías, otros cines, estuve a punto de formar parte de una generación cinematográfica a la que le tocó el estreno de La historia sin fin, pero a media película, la tortuga gigante me dio miedo y mis padres optaron por sacarme de la sala. (Superé ese trauma en el cineclub de la escuela primaria, cuando la pude ver completa. Sans commentaires.)
Un evento capital que me abrió las puertas del cine de arte, fue el estreno de la película danesa El festín de Babette; mi padre, otra vez, me abrió el mundo del cine gracias a ésta. Durante muchos años, no volví a pararme sobre una sala de cine, gracias a la (in) comodidad del videocassette. (No me arrepiento de ello, porque así conocí tres de mis filmes predilectos: El último emperador, El imperio del sol y, ¡¡claro!!, Cinema Paradiso.) No fue sino hasta la preparatoria cuando después de ver Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto con Victoria Abril, cuando resolví regresar al placer del celuloide. Meses después, en la misma sala, me "aventé" El libro de cabecera de Peter Greenaway. Y ya en la universidad, digamos que el cine era de todos los días. El último tango en París, Antes que anochezca, La lengua de las mariposas y La última tentación de Cristo también se volvieron mis favoritas. (Hubo un día en que me eché al hilo ¡¡tres filmes!! Y en cines diferentes, además de todo. En la mañana, El tigre y el dragón; por la tarde, El exorcista, y Gladiador por la noche. Luego me arrepentí de haber comprado el boleto para la segunda.) Y ya que los arrepentimientos están de a peso, lamento sobremanera no haber visto la versión en cine de Sostiene Pereira, "el adiós de Marcello Mastroianni", según como se anunció en México.
Dice en una canción de la española Luz Casal, "Inés", que el acto de ir al cine es "sentarse y soñar". Así lo fue durante muchos años para mí. Y cada vez que me doy una escapadita al cine, así ocurre también. Decía Emilio García Riera que "el cine es mejor que la vida", pero más bien creo que la vida es mejor con el cine. De cualquier manera, la vida es un cine, ¿no es así?

martes, 2 de diciembre de 2008

Últimos nombramientos

Casi a punto de cerrar el año, la nómina de Consejeras de la Nueva República de Babel va en aumento y no es para menos, porque siempre una nueva perspectiva será bienvenida por estos lares, y, así mismo, se confirmará el rumbo que se ha seguido desde siempre. Por ello, hago los siguientes avisos:
  • Ingresan al Consejo Femenino de Gobierno la literata Mayela Véliz, la arquitecta Rosalía Manríquez y la filológa Heréndira Téllez, en calidad de Numeraria y Corresponsales, respectivamente. A partir de ahora, sus ideas formarán parte del engranaje de la NRB. ¡¡Enhorabuena!!
  • Del 12 de enero al 12 de abril, se llevarán a cabo los festejos por el Segundo Aniversario de la NRB, y nuevamente recaerá en la consejera Leyvi Castro la Presidencia del Comité Organizador. El proyecto para ello se llamará 12: Una mirada, dos años.
  • A partir del 1o. de enero de 2009, ésta será la nueva composición del gabinete neobabélico:
  1. Ana Cárdenas (Gobernación)
  2. Ericka Mildred Aguilar (Hacienda)
  3. Leyvi Castro (Educación)
  4. Rosalía Velázquez (Trabajo)
  5. Paulina Martínez (Comunicaciones)
  6. Irma Hernández Bolaños (Salud)
  7. Alicia Puga (Relaciones Exteriores)
  8. Elisa Cuevas (Cultura y Bellas Artes)
  9. Leilani Medina (Turismo)
  10. Mayela Véliz (Economía)
  11. Pilar Máynez (Función Pública)
  12. Claudia Salazar (Seguridad)
  13. Juliana Castellanos (Defensa)
  14. Heréndira Téllez (Investigaciones Lingüísticas)
  15. Beatriz Padilla (Investigaciones Históricas)
Ojalá que todas estas propuestas se lleven a cabo con todas las letras. Mientras tanto, en enero se reanudarán las actividades administrativas de la cliocracia babélica. Desde ahora, envío mis mejores deseos para estas fiestas y nos vemos en 2009. ¡¡Gracias!!

domingo, 30 de noviembre de 2008

La importancia de ser Dr. House

Una de las contradicciones de la vida, es que siempre acabamos por sentir cierta admiración por los villanos o, mejor dicho, por los tipos mal humorados o simplemente huraños. Y sin embargo, esto no les quita ni un ápice de genialidad. Si me estoy refieriendo al pesado del Dr. Gregory House, no se habrán equivocado.
De todas las series con temática nosocomial, House M.D., creada por David Shore en 2004, es la más irreverente (y, por ende, directa), pero también es la más humana, dados los casos que nos presenta. Un médico que sufre las secuelas de una enfermedad mal diagnosticada, mismas que intenta reducir con dosis y dosis de vicodine, es el encargado de diagnosticar a los pacientes del Hospital Universitario Princeton-Plainsboro cuyo padecimiento aún no es develado por completo al personal. Con la ayuda de sus fieles lacayos Eric Foreman (un afroamericano que cuestiona los métodos de House y que prefiere un trato más humano hacia los pacientes), Robert Chase (un hijo de papi metido a médico) y Allison Cameron (la bella e inteligente del grupo, amor secreto de House en alguna temporada), House resuelve los más difíciles casos usando, claro está, una deducción característica del detective más audaz. Incluso, en ocasiones, House pide ayuda o consejo a su colega James Wilson, oncólogo a quien hace un poco la vida de cuadritos. Pero el elenco no estaría completo sin la presencia de Lisa Cuddy, directora del hospital y quien intenta poner a House en su lugar.
Sin embargo, ¿dónde radica la importancia de Dr. House entre todas las series de temática médica? No es un dramedy como Grey's anathomy, donde se desenvuelven con mayor libertad los personajes, pero tampoco es E.R. o General Hospital, donde todos los personajes se equiparan casi al grado de los héroes de la épica grecolatina. House nos demuestra que también los médicos tienen sus lados flacos, es decir, humanos. A la par de su talento para acertar en el diagnóstico correcto, House se empecina en incomodar a sus pacientes (gracias al sarcasmo, desde luego), pero les hace ver que parte del problema radica en ellos mismos. Cameron, Chase y Foreman tienen su propia manera de ver a su enérgico jefe, pero los tres coinciden en admirar su talento. Y Wilson y Cuddy, bueno, digamos que el carácter contreras de su colega les ayuda a sostener su postulado y, por qué no, hasta su puesto. Sin picarme de pretencioso, diría que House M.D. es un claro ejemplo de la ley de la dialéctica, y, a veces, hasta de la navaja de Occam. (Y la tarea va por su cuenta.)
Para cerrar estas líneas, solamente diré que la importancia de ser Dr. House radica en su manera de decirnos las cosas, de confrontarnos con las enfermedades, sin olvidar que los médicos también son parte del problema, y, por tanto, de su propia solución. Cada quien sabrá poner a Gregory House en un altar o en la hoguera. No puedo decir más al respecto, porque hay cosas que me agradan de él, como decir las cosas sin tapujos. (Desde el punto de vista del paciente, duele que nos digan la verdad, pero es mucho más cruel disfrazarla o posponerla.) Ustedes tienen la última palabra.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Siempre la misma canción...

En el transcurso de esta semana, casi a la hora en que decido salir de casa, luego de hacer las labores propias de mi sexo, dentro de la programación del 88.1 FM pasan una canción que me hace bueno el momento y hasta me sube el ánimo para hacer lo que debo hacer. Sin embargo, mientras transcurre el día, inevitablemente hace de nueva cuenta se aparición en escena, ya sea en la música que pone el chofer del transporte público, en el background de un programa de T.V. o, siendo más específico, sonando a bajo volumen en la oficina de una querida amiga, cuyo nombre me reservo por mientras. Y cuando me digno a terminar el día sentado frente al ordenador, enciendo el aparato radial y ¡¡zambomba!!, aparece la misma canción. No sabía si echarme a reír o ponerme a llorar.
Inconscientemente, hay melodías que te acompañan, por así decirlo, todo el día. Cuando se escucha por vez primera al comenzar el día, si te llena de placer o regocijo, casi por default te acompañará el resto de tu jornada. Lo mismo va para las canciones que te bajan la pila: al primer roce auditivo, ya se sabe de antemano el resultado. Doy dos ejemplos: En la estación de marras, 88.1 fm, "The captain of her heart" me puso algo pensativo sobre una mujer que me robó el sueño. Durante el día tuve ocasión de verla. Y después de haber vivido esa incierta experiencia, casi a la medianoche reaparece dicha canción y confirmó lo acontecido. (Por poco y me cortaba las venas... con una galleta María.) Caso contrario, "Solsbury Hill", de Peter Gabriel; su rítmo festivo me tuvo de la ceca a la Meca todo el día, haciendo cosas verdaderamente gratas y, claro está, se presentó en la programación poco antes de irme a dormir. Donde se conjugan inusitadamente los dos casos, es con "I'll be there" y "When a man loves a woman", de Michael Bolton. (No me agrada dicho cantante, pero estas canciones acaban por redimirlo.) Me extendería más al respecto, pero por ahora me detengo.
El cineasta francés Alain Resnais filmó a finales de los años 90 una película que juega en cierta manera con el devenir de las canciones en la vida diaria, On connâit la chanson... (Siempre la misma canción, como le pusieron aquí en México.) Dependiendo de la circunstancia, cada personaje interpretaba un fragmento de una conocida canción, dando como resultado una tremenda ensalada musical de todos los tiempos. Aunque no nos pongamos a cantar como en el filme de Resnais, con el solo hecho de oír la misma canción todo el día, ya el resto sale por añadidura. Siempre será la misma canción... ¿A poco no?

lunes, 24 de noviembre de 2008

Carlos Fuentes en el Auditorio Nacional

A lo largo de dos semanas, se han realizado infinidades de coloquios y mesas redondas en torno a la figura señera del escritor mexicano Carlos Fuentes, en el marco de sus 80 años de vida. Recintos de la UNAM, el IPN y la UAM dieron cabida a las diversas perspectivas tanto de escritores y periodistas como de políticos e historiadores. Sin embargo, este festejo no estaría completo sin el punto de vista del festejado, es decir, del propio Fuentes. Y esta noche, en el Auditorio Nacional, se dio esa oportunidad, con la conferencia "Cómo escribí algunos de mis libros".
Pasadas las 7 p.m, en el interior de su corcel de hierro, Andresito (y luego de soportar ese simulacro del juicio final también llamado hora pico), Paulina Martínez y quien escribe llegamos al coloso de Reforma, para escuchar al Mtro. Fuentes. Ingresamos al recinto a la mitad de la interpretación del chelista Carlos Prieto y, cosa del destino, ocupamos nuestros lugares en la luneta, tal y como lo indicaban los pases de cortesía que tuve a bien recoger la semana anterior. Después del pequeño recital de chelo, Jorge Volpi y Pedro Ángel Palou, novelistas del crack, leyeron al alimón una extraña semblanza del homenajeado, donde jugaban con los títulos y las temáticas de sus novelas, cosa que generó cierta extrañeza. (Para quienes seguimos su trayectoria, este recurso no es nuevo, dada la irreverencia con que nació el crack en las letras mexicanas.) Luego de este tremendo juego, Palou y Volpi dejaron la palabra en manos del festejado.
Carlos Fuentes compartió con el público que algunos de sus libros más conocidos, como la literatura en general, se sustentan bajo los postulados de la tradición y la creación. Es decir, lo que heredamos y lo que inventamos. (Aura, por ejemplo, es el resultado de sus lecturas de Alexander Pushkin, Charles Dickens y Henry James, sin ir más lejos. Y el resto corrió por su cuenta.) Además, comentó que, cada noche y antes de dormir, planea su esquema de trabajo para la obra que se encuentra escribiendo, y a la mañana siguiente, se planta frente a la máquina de escribir y plasma en caracteres mecánicos el resultado de esa planeación previa. (Ésta, desde luego, con algunas diferencias.) También dedicó buena parte de su conferencia a la lectura de algunos fragmentos de su obra narrativa. Primero leyó la parte final de Aura, luego algunas selecciones de Terra Nostra, La muerte de Artemio Cruz y La voluntad y la fortuna, su novela más reciente, y terminó, claro está, con La región más transparente, obra que, a la par que su autor, también llega al medio siglo de vida. Al finalizar su lectura, agradeció al público asistente su atención. La respuesta del respetable: ¡¡un minuto ininterrumpido de aplausos!!
Después de este sincero gesto, el público salió del auditorio. Mientras varios de los asistentes contemplaban extasiados el decorado estilo Xochimilco en homenaje a José Alfredo Jiménez y otros (seguramente de la zona VIP) pasaban revista a las mejores películas de la Metro Goldwyn Meyer en la exposición temporal organizada por el canal TCM, el resto abarrotaba los stands del Fondo de Cultura Económica, la editorial Era y, desde luego, Alfaguara, adquiriendo los libros del homenajeado. En ésta última, La región más transparente se vendía en la módica cantidad de ¡¡100 pesos!! Por supuesto que Paulina y un servidor no pudimos comprarlo, sin embargo, esperamos con ansia la salida de la edición especial publicada por la Asociación de las Academias de la Lengua Española y, claro, Alfaguara; mismas que publicaron El Quijote del IV Centenario y el Cien años de soledad del año pasado. (Para Navidad... seguramente.)
Entre la alharaca de la salida, nos encontramos a dos colegas míos: Carlos Domínguez y su esposa Lucía Torres. Hice las consabidas presentaciones y en el tiempo que duró nuestra escala, platicamos sobre algunos detallitos del evento. Pero la satisfacción de haber estado en éste, superó per se todas nuestras expectativas. (Sin ánimo de comparar, la conferencia magistral de Carlos Fuentes es a nuestra generación lo que la lectura de Jaime Sabines en Bellas Artes para la anterior.) Y como la noche aún era joven, todos emprendimos el regreso a casa.
A bordo del Andresito, reflexionaba con Paulina sobre la importancia de este evento. Me conminó a escribir unas cuantas líneas al respecto y al parecer cumplí con ello. (A título personal, me faltaron cosas, pero ¡¡qué importa!!) ¡¡Gracias, Carlos Fuentes!!

martes, 18 de noviembre de 2008

¡¡¡Felicidades, Danclío!!!

Cada vez que intento escribir unas breves líneas sobre alguna de las Consejeras de la NRB, de inmediato viene a mis manos un súbito bloqueo. Sin embargo, suele ser momentáneo cuando la memoria gana por default. En esta ocasión, otra historiadora estará en la mira de estas notas: Daniela Sandoval.
Conocí a Danclío hace varios años, en una clase de portugués, donde nuestra profesora, Leonor Torgal, era historiadora de formación. Durante las clases, su interés por la historia de la lengua portuguesa y mis inclinaciones filológicas (innatas en un estudiante de Letras Hispánicas), junto al buen ímpetu de la maestra, hacían de las clases una experiencia inolvidable. Pero nuestra amistad no se quedó allí, sino que traspasó las fronteras impuestas por nuestros gremios, e incluso una figura muy cara a nosotros, Rosalía Velázquez, también nos hizo coincidir varias veces. (Incluso en el INEHRM, donde Daniela estuvo como becaria un tiempo antes de tomar una enorme decisión.)
Dos años hace que Danclío tomó una decisión que la llevó a viajar por otros mundos, otras palabras: acompañó a su esposo en su aventura por Inglaterra; en Birmingham, para ser preciso. Desde allí, nuestra Daniela vio -literalmente- otro mundo. Mientras su esposo ganaba batallas en los campos de la historiografía europea, ella simplemente intentaba acoplarse a un mundo aún extraño. Al final, le ganó al tiempo. Los viajes tierra adentro y hacia otros confines del Viejo Continente, la llenaron de nuevas experiencias, mismas que comparte cada día con sus amigos y colegas en un blog que actualiza con regularidad. No cabe duda que es otra Europa de la que nos habla; para quienes la conocen, es una suerte de redescubirmiento; para quienes lo hacen por vez primera, una antesala. (En mi diccionario personal, la palabra que define a Daniela Sandoval sería, sin lugar a dudas, vitalidad.)
En realidad, aún faltan bastantes páginas, testimonios y recordanzas en torno a su persona: sea como historiadora, sea como viajera y cronista de la vida. Por ahora, dejo mi versión, de la cual ella sabrá desmentir y/o confirmar algunas cosas. Mi querida Danclío, quisiera decir más sobre ti, pero el tiempo, como decía Francisco de Goya, también pinta, y ojalá que sus pinceladas digan algo más de ti. Y ya aquí me detengo.
¡¡¡Felicidades, Danclío!!!

jueves, 13 de noviembre de 2008

Paco Ignacio Taibo I y el Gato Culto

Hace unos momentos, mientras revisaba los periódicos en la red, me enteré del lamentable fallecimiento del escritor y periodista hispano-mexicano Paco Ignacio Taibo I, quien todos los días, en la sección cultural del periódico El Universal, nos deleitaba todas las mañanas con su "Esquina baja" y, claro, con el inigualable Gato Culto. (Curiosamente, al momento de conocer la triste noticia, tenía sobre mi mesa de noche un ejemplar de El Gato Culto de PIT, libro que publicó el Instituto Politécnico Nacional en 1996. Cosas de la vida.)
Francisco Ignacio Taibo Lavilla nació el 19 de junio de 1924 en la ciudad española de Gijón, en Asturias. Pasó algunos años de su vida en Bélgica y a su regreso a España, vivió la Guerra Civil dentro del cerco de Oviedo. Al término de la guerra, y ya casado con Maricarmen Mahojo, empezó su carrera periodística como reportero ¡¡de deportes!!, cuando fue enviado a cubrir la Tour de France. De día era periodista, mientras que las horas que le robaba al sueño las invertía en escribir novelas. (Con la primera, Juan M.N., ganó un premio.) A principio de los años 50, viaja con su esposa y su primer hijo, Paco Ignacio II, a México, donde comienzan una nueva era. Aquí nacieron sus hijos Benito y Carlos.
En México, dedicado al periodismo, como es natural, Taibo incursionó en varios diarios y hasta se volvió productor de televisión y vicepresidente de Noticias en Televisa. Así como México abrió sus puertas a una familia non de escritores y escribidores, el patriarca de los Taibo (quien luego de una larga plática con su hijo mayor, resolvió colocarse un I latina después del nombre para hacer las respectivas distinciones) recibió en su casa a varios personajes, entre éstos, a escritores de la talla de Max Aub y Luis Rius, y al cineasta Luis Buñuel. No había día en que no hubiese invitados en su casa.
Respecto a su labor periodística, en los últimos años la realizó dentro del diario El Universal, donde fue editor de la sección Cultural. Allí nació un personaje fundamental en su obra, cuyas opiniones siguen con una vigencia que espanta: el Gato Culto. Entre aforismos, puntadas, refranes dichos con sorna y hasta epitafios, leer las boutades del singular minino nos ponía a pensar sobre la vida y sus cosas. Era tanta la fama de este personaje que nunca faltaban las llamadas que los lectores hacían al periódico pidiendo hablar ¡¡con el Gato Culto!! (Por supuesto, Taibo I las respondía en su nombre. Ja ja ja.) ¿Quién no leyó alguna vez una de sus frases? (Quien esté libre de gatos cultos, que tire el primer periódico...)
A la par de sus trabajos para los diarios, Paco Ignacio Taibo I nos ha regalado (ésa es la palabra) libros sobre cine, gastronomía, novelas y hasta libros de memorias, los cuales hay que leer y saborear. (En 1987, la editorial Pangea y el INBA publicó una colección de autores españoles en México, Estelas en la mar, donde no podía faltar PIT I. El volumen de marras: Por el gusto de estar con ustedes.)
Sin el ánimo de escribir una necrológica, acercarse a la vida, obra y milagros de Paco Ignacio Taibo I es, más que un acto de lectura, una invitación a la vida misma. Además, sus centenares de artículos deben servir para que las nuevas generaciones de periodistas y de escritores descubran el placer de la palabra, pero también el deber de la memoria. Y eso también lo sabía, de sobra, el Gato Culto.
Finalmente, alzaré mi copa de tinto y brindaré ¡¡por el gusto de que sigan con nosotros!!

martes, 11 de noviembre de 2008

Carlos Fuentes: 80 años y sigue andando...

En el calendario de las Letras mexicanas, cuando llega un aniversario en cifra cerrada, no se sabe si echar campanas al vuelo o, de plano, temblar ante lo venidero. Así me pasa hoy, día en que Carlos Fuentes cumple hoy 80 años de vida.
Nacido en la ciudad de Panamá, en 1928, mientras su padre cumplía una misión diplomática, Carlos Rafael Fuentes Macías vivió una existencia peregrina: donde su padre fuera comisionado, el hijo también viajaba. Entre Sudamérica y los Estados Unidos, se formaría su carácter. Ya en México, se integró al ambiente cultural que imperaba por aquellos días. Sus primeros cuentos fueron publicados por Juan José Arreola en su legendaria colección Los Presentes. Pero su descubrimiento de la ciudad lo motivó a escribir una obra que, como él, también en este año llega a cifra cerrada, 50: La región más transparente. Desde entonces, la narrativa no habría de dejarle.
Bien sé que hay hasta el hartazgo páginas y páginas sobre su vida, sus obras, los lectores de sus obras, sus amigos, etc., y que en estos días dará inicio un Homenaje Nacional. Todo ello me amedrenta para hacer una pequeña semblanza correspondiente al día. Sin embargo, al leer el post que Julia Cuéllar le dedicó, veo que estas líneas solamente harán lo suyo si les integro algo de mi experiencia. Y para allá voy.
Mi primer contacto con la obra de Fuentes fue allá en la preparatoria, cuando mi profesor de Literatura me dejó como trabajos finales para el curso tres libros: El Principito, de Antoine de Saint-Exúpery, El Quijote y Aura, de Carlos Fuentes. Una maestra amiga mía me prestó su ejemplar de Aura y, además de hacer una excelente tarea, quedé impresionado con la manera cómo Fuentes describía los ambientes de una casona por las calles del Centro Histórico. Devolví el ejemplar y ya no supe más sobre Carlos Fuentes. En mis primeros años en la carrera de Letras, era del dominio público que los libros de Fuentes estaban fuera del alcance de nosotros, simples mortales de Letras, por una razón obvia: estaban publicados por Alfaguara. Sans commentaires. Pero como mi interés por sus obras había renacido, resolví comprarme varios libros suyos. Antes de ello, descubrí en mi biblioteca La cabeza de la hidra, su única incursión en la novela policiaca. Quedé sin palabras al terminar de leerla.
Más adelante, adquirí en una de las librerías del Pacificador una edición de bolsillo de Aura, misma que aún espera una relectura de mi parte. Más adelante, en una librería de viejo, compré Agua quemada, que me leí de un tirón. Otra vez me impresionó la manera cómo Fuentes describía a varios personajes, eslabones de una misma línea generacional que sustentaba la ¿novela? Pero como el interés por Fuentes aún me pedía a gritos una lectura como debía de ser, la buena fortuna hizo que me tropezara con La región más transparente, en la edición que hizo Georgina García-Gutiérrez para la editorial española Cátedra. Y, recientemente, una amiga mía me regaló los Cuentos Naturales y los Cuentos Sobrenaturales ¡¡editados por Alfaguara!! Ahora sí, ya no tengo pretexto para no leerlo.
Cierro estas líneas con la frase que siempre he dicho cada vez que celebro a un escritor: El mejor homenaje es leerlo. Para quien dedica sus días a las letras, celebrar una vida es también hacer lo propio con la obra. (Y viceversa.) La semana entrante dará inicio, de manera formal, el Homenaje Nacional por sus 80 años. La invitación está sobre la mesa.
(Carlos Fuentes cumple 80 años y, como el whisky, sigue andando...)

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Vangelis: Una música proteica

"Toda música verdadera nos hace palpar el tiempo". Sigue pasando el tiempo y esta afirmación de E.M. Cioran sigue ganando batallas después de todo, y más ahora cuando las presentes líneas tienen como pretexto hablar sobre un gran músico y compositor que, a diferencia de sus contempóraneos, sigue reinventándose a sí mismo. Me refiero al griego Vangelis.
Evangelos Odyssey Papathanassiou, Vangelis, nació el 29 de marzo de 1943 en Volos, Grecia, en el seno de una familia acomodada; por su situación económica holgada, tuvo acceso a uno de los primeros sintetizadores en Grecia, con el cual ejecutaba sus primeras composiciones. Pasado el tiempo, y con el fervor del rock muy presente en su época juvenil, junto a su primo Demis Roussos, forman el grupo Aphrodite's Child, uno de los primeros exponentes del rock progresivo en Grecia. Uno de sus álbumes más famosos es 666, inspirado en el Apocalipsis de San Juan, mismo que generó reacciones favorables (como la del pintor español Salvador Dalí) que enconados actos de censura. Pero sus búsquedas musicales en el rubro de la electrónica, llevaron por añadidura hacia la desintegración del grupo.
Vangelis vivió un largo peregrinaje por varias ciudades de Europa, como París y Londres, donde finalmente allí logró construir su propio estudio de grabación, los Nemo Studios, de donde surgirían nuevas y egregias obras. (En Inglaterra, cabe decirlo, estuvo a un paso de integrarse al grupo de rock progresivo Yes como su tecladista en sustitución de Rick Wakeman, pero no se logró. De haberse realizado, ¡¡qué habría surgido de aquella alineación!!) Mientras buscaba ese sonido prístino, se dedicó a componer la música de varias películas dirigidas por el francés Frederic Rossif, quien a la larga se volvió su amigo y compañero de andanzas artísticas. (Incluso, se dio algo de tiempo para componer el soundtrack de ¿No oyes ladrar a los perros?, producción franco-mexicana con guión de Carlos Fuentes basada en el cuento homónimo de Juan Rulfo. Posteriormente, el propio Vangelis reeditó la música y la agrupó en un disco de nombre Ignacio.) Entre la composición de partituras para cine y televisión, durante los años 70, dio a la luz varios materiales que habrían de sentar un precedente no sólo musical, sino hasta tecnológico y hasta cultural también. En 1975 presenta Heaven and Hell, álbum inspirado en la Divina Comedia de Dante Alighieri, donde contó con la colaboración de Jon Anderson, vocalista de Yes, y al año siguiente, Albedo 0.39. (Varios de los cortes de estos álbumes, se emplearon más adelante para musicalizar la serie Cosmos de Carl Sagan, en la década siguiente.)
Mientras seguía experimentando en los Nemo Studios, la fama le llegó de sopetón cuando en 1981, obtiene el Oscar en la categoría de Mejor Partitura por la música que compuso para la película Carros de fuego, con la que empezó a ser conocido por el público de todos los sectores. Al año siguiente, colabora con el cineasta británico Ridley Scott en una película que habría de confirmar esa fama en ascenso: Blade Runner. Entre ésta y 1492 (1992), dirigida también por Scott, Vangelis trabajaría paralelamente en proyectos muy personales y en la composición de música para la pantalla de plata. Entre recopilaciones variopintas de sus obras y más música para el cine, en 1998 sale a la luz El Greco, donde rinde un homenaje al pintor greco-español, con una música de naturaleza semejante a la de 1492, es decir, atemporal: sin tiempo y con todos los tiempos dentro de sí. En este álbum contó con la colaboración de la soprano catalana Montserrat Caballé.
A principios del siglo XXI, la NASA se puso en contacto con él para encomendarle la composición de una obra alusiva a la primera expedición espacial no tripulada al planeta Marte. Así nació Mythodea (2001). Un año después, el comité organizador de la Copa Mundial de Futbol Corea-Japón 2002, lo comisiona para componer el tema oficial del encuentro. Regresa al camino de los soundtracks cuando compone la música para Alexander de Oliver Stone; obra, según él, de la que siente mucho orgullo, dada su herencia cultural y su interés por el personaje.
Con toda esta historia detrás de sí, Vangelis siempre se ha mantenido fiel a sus búsquedas musicales. No importa que lo hayan comisionado para musicalizar varias películas y componer himnos para eventos singulares, siempre hay una vitalidad en cada una de sus obras, inclusive retoma elementos de otras latitudes para hacer sus obras. En Blade Runner, regresa un poco a la tradición del jazz y el blues; en "Conquest of Paradise", "Voices" y Mythodea eleva a la épica de género a modo de vida, y en El Greco, digamos que busca el tiempo mientras lo deja hablar. En fin, y en cualquiera de sus formas, Vangelis hace una música proteica, es decir, que se reinventa cada día y la hace parecer diferente, sin olvidarse de dónde proviene. Sólo me limitaré a invitarlos para que escuchen cualquiera de sus producciones y se dejen llevar por una música única, prístina y atemporal. Ekharistó polí.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Raymundo Ramos: tiempo de aprendizajes

Hay tantas cosas que me gustaría comentar acerca de un escritor que, además de maestro y colega, ha contribuido a mi postera formación, sea en la academia, sea en las letras mexicanas. Me refiero al poeta coahuilense Raymundo Ramos, quien celebra hoy sus 74 años de vida.
Nacido en Piedras Negras, Coah., en 1934, tuvo en Monterrey su primera formación literaria, misma que acabaría por inscribirlo en las grecas de las letras mexicanas, o mejor dicho, al rodearse del escritores de enorme valía como Alfonso Reyes y Julio Torri, descubrió que la literatura sería su escudo de armas. Para seguir con su formación profesional, viaja a la Ciudad de México, se inscribe en Derecho pero después toma el camino de las Letras. Algunos de sus compañeros de generación: Luis Rius, Salvador Elizondo, Huberto Batis y Beatriz Espejo, por decir algunos. Para los anales de las publicaciones universitarias, la aparición de Memorias y autobiografías de escritores mexicanos (parte de su tesis de licenciatura) en la benemérita Biblioteca del Estudiante Universitario, lo convierte casi de inmediato en un clásico. A partir de entonces, destacaría una de sus mejores facetas: la confección de antologías, de las que podemos mencionar, los Cuentos románticos, de Justo Sierra; Familia y patria, de Andrés Iduarte, y las sendas compilaciones poéticas Deíctico de poesía religiosa mexicana y Otros 1001 sonetos mexicanos, el cual realizó a lo largo de ¡¡cuarenta años!!, saldando una promesa hecha a su maestro Salvador Novo, quien lo incluyó en su respectiva antología, publicada por Porrúa en la colección Sepan Cuantos...
Además de esta labor, Raymundo Ramos ha navegado por las aguas de la creación literaria, sea en la poesía, sea en la narrativa. De la primera vertiente destacan obras como De la primera herencia, La prisión y su forma, Los arcanos de las islas, La balsa de la Medusa y el más reciente, Diadema para diez perlas irregulares, donde sigue demostrando sus dotes naturales para el soneto, forma poética -a decir verdad- de las más difíciles si las hay. Mientras que, por el lado de la narrativa, debutó con una pequeña compilación: Muerte amurallada, misma que generó gran expectativa por un incipiente escritor. Pero hasta aquí de historia literaria.
Cuando ingresé en 2000 a la carrera de Letras, luego del paro, tuve la fortuna de tenerlo como uno de mis primeros maestros. (Para ser sincero, sí sabía algo acerca de él, dado que leía sus artículos todos los sábados en el Unomásuno, pero nunca creí que me tornaría en alumno suyo.) El respeto del alumno hacia el maestro se tornó después en admiración mutua, cosa que siempre habré de agradecerle, a pesar de todo. En una palabra, cada momento que se vive con y por él, es un constante tiempo de aprendizajes, cuales quiera que éstos sean.
Francamente, no soy el más indicado para hacer una biografía en torno suyo, porque hay detalles que se me escapan y además sólo me asumo apto para la ordenanza bibliográfica, cosa que me distingue por los cuatro costados -y él lo sabe de sobra. Pero mejor dejo un poema suyo que lo pinta de cuerpo entero. (También es el favorito de quien escribe, por cierto.)


Aprendizaje

Hacer, desbaratar el equipaje,
reconstruir la casa tantas veces,
que no alcanzara un mes de nueve meses
para empezar y concluir el viaje.

Observar cada cosa en espionaje,
ola de pluma en pájaros siameses,
crítica en rama: vuelo de cipreses
del canto llano que nos da el paisaje.

Limar con lenta lima el alto oleaje
donde nivelan su timón los peces,
y ser la imagen viva del coraje:

la brutal estampía de las reses
que en polvo de penoso aprendizaje
miden el campo un centenar de veces.

viernes, 31 de octubre de 2008

Tercer Encuentro SOMEHIL

Durante esta semana, se llevó a cabo la tercera edición del Encuentro que realiza la Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística (SOMEHIL), institución que cada dos años reúne a estudiosos de la lingüística en sus diversas modalidades, como las lenguas indígenas, la tradición clásica, la difusión de la lengua española, entre otros temas.
El primer día de actividades se llevó a cabo en el salón 5524 de El Colegio de México y la actividad inaugural del encuentro fue una conferencia impartida por el Dr. Miguel Ángel Esparza Torres, de la Universidad Rey Juan Carlos I, acerca de la obra de Antonio de Nebrija. Al término de ésta, se dio paso a una mesa dedicada a la Tradición clásica, donde destacaron las excelentes ponencias de Claudia Parodi, Heréndira Téllez y Julio Alfonso Pérez Luna; éste, a la sazón, Secretario de la SOMEHIL. Y para terminar de igual forma la jornada, Marina Garone y Rosario Orozco Sánchez, hicieron lo propio al hablar del Libro antiguo y las lenguas indígenas. Las jornadas vespertinas del primer día no podían quedarse atrás con la intervención de otros egregios ponentes, como Pilar Máynez, Salvador Reyes Equiguas, Rodrigo Martínez Baracs, Justyna Olko y Mercedes Montes de Oca, quienes compartieron con el público asistente toda una amplia variedad de temas acerca del Análisis documental.
Durante las mañanas del segundo y tercer día del encuentro, en la Biblioteca Nacional, el Dr. Esparza Torres impartió un curso sobre la Historia de la lingüística en el ámbito hispanoparlante. Pero las mesas del encuentro, por la tarde, continuaron. En la tarde del martes, los trabajos de Dora Pellicer, Sofía Torres, Lucero Meléndez, Rosa María Rojas y Albert Álvarez llenaron la tarde de datos y nuevas perspectivas. Respecto a la del miércoles, Elena Madrigal, María Tienda, Zarina Estrada, Cristina Monzón, Lucía González y José Ulises Velázquez presentaron trabajos de excelente factura acerca de Lengua y cultura y de léxicografía. No cabe duda que estos trabajos sentarán nuevos precedentes y, en ciertos casos, hasta le darán un nuevo impulso a los ya existentes.
El auditorio Sahagún del Museo de Antropología fue la sede del cuarto día del encuentro y por ponentes no paramos. Carmen Herrera, Lucero Pacheco, Moisés Ramírez, Rosa H. Yáñez, Uliana Cruz Guerra y hasta Thomas Smith (quien también envió su ponencia, a pesar de las circunstancias), confirmaron con sus trabajos la importancia de reunirse bienalmente para presentar avances y nuevas investigaciones; sino, cabe decirlo, de constancia y de cordialidad.
Para un excelente comienzo, vale también un gran final. Y si el lugar es el Castillo de Chapultepec, mejor aún. Luego de una última mesa conformada por Yolanda Lastra, Frida Villavicencio, Michael Swanton y José Carmen Díaz, y de presentar la nueva imagen de la página web de la SOMEHIL, el Dr. Esparza Torres impartió una conferencia de clausura sobre Nebrija y los modelos de los lingüistas misioneros. Con ésta y la inaugural, no cabe duda que la primera visita de este investigador a México nos llenó de nuevas impresiones.
Cierro estas notas con una última cosa: creo claramente que en los coloquios y encuentros se conocen nuevos amigos y se confirman los ya conocidos. (A título personal, conocí a una gran mujer, además de bella y amable, muy inteligente. ¡¡Inclusive pienso que bajó del Olimpo para deleitarnos con todas sus cualidades!!) Sólo me queda decir que espero ver a mis colegas dentro de dos años. Ojalá que sí.
¡¡Gracias!!

lunes, 27 de octubre de 2008

Los "mornin chou"

En estos últimos años, hay una sola cosa que apenas soporto cada mañana cuando inicio mi jornada. En el transporte colectivo, el chofer nos receta una buena dosis de su estación de radio favorita, que lo mismo va del engorroso género grupero al maratónico horario de un comunicador, cuyo nombre -por ahora- me guardo. Sin embargo, hay una especie de programas que, de refilón, se han ganado algo de mi consideración: los morning shows (o mornin chou, ya castellanizado).
Cada estación se distingue por un perfil determinado, único en su género. Hay segmentos programáticos que se sustentan en mera música, pero también hay otros que encuentran en la entrevista de coyuntura o en el cotorreo sin medida, el santo y seña de su proceder. Mencionaré varios ejemplos, partiendo de la izquierda del dial en la frecuencia modulada.
  • La Primera de Panorama (De lunes a viernes, de 6 a 10 a.m, 88.9 FM): Cuatro comunicadores, Alejandro Cacho, Iñaki Manero, Areli Paz y Carlos Muñoz, el Chicken Little, además de darnos las noticias de cada día, dedican varios segmentos de su programa para hablar de diversos temas, como salud, finanzas, política, pero también se divierten de lo lindo al incluir algo de música a lo largo del programa, que va de la música clásica (de microbus) hasta los covers más bizarros en la historia de la música. A veces, sus bromas y chistes locales cansan, pero siempre es una delicia escucharlos. Ya.
  • ¡¡Ya párate!! (L-V, 6-10 a.m, 101.7 FM): Igual que la anterior, se sustenta en las ocurrencias de cuatro conductores de sobra conocidos en los mass media: Omar Chaparro (y su séquito de personajes), el irreverente Facundo, La Garra y la siempre bella Tamara Vargas. Entre la música del momento y las secciones fijas a cargo de Norma Bautista (libros), Grover Arango (diversos temas), Michelle Fridman (música de Putumayo Records), Armando Reyna y Mario Székely (cine), entre otros, las bromas telefónicas, los enlaces con artistas y hasta los concursos para ganar boletos para conciertos, se trata de un mornin chou desenfadado y, a ratos, ameno. Escucharlos un rato, es bueno. Quien decida hacerlo a diario, ya sabrá.
  • Toño Esquinca y la muchedumbre (L-D, 6-11 a.m, 106.5 FM): El locutor de marras, además de recetarnos una gran variedad de canciones de los años 80, 90 y dosmiles, dedica algunos espacios en su programa para hacerla de motivador profesional (léase Optimista), comparte frases célebres para llenar el boquete cultural y hasta le da chance al público radioescucha para hacerse famoso por ¡¡30 segundos!!, haciendo lo-que-sea. Para un ratito, funciona de maravilla. Lo demás, it's not our business.
Hay tantos mornin chou en la radio que no me alcanza el tiempo ni el espacio para ello. Simplemente he descrito algunos de éstos, pero el resto ya les corresponderá juzgarlos como debe de ser. Nada más.

jueves, 23 de octubre de 2008

Un día en "fast track"

Reza el lugar común que "los viajes ilustran" y para las cosas que viví antier, digamos que se cumplió (¡¡y bien!!) esa sentencia. Pero si le sumamos que dichas andanzas se suscitaron en la misma ciudad, el propósito se dio a carta cabal. Mejor me explico.
Salí de casa más tarde de lo programado: una amiga me invitó a un coloquio en la Facultad de Filosofía y Letras y resolví acompañarla en tan importante ocasión. Como el destino siempre está proclive al cambio, tomé la decisión de irme hasta la estación del flamante Tren Suburbano que se encuentra por aquellos lares. Ya en la estación San Rafael, aboné algo de presupuesto a mi tarjeta y bon voyage!!! Sin embargo, no contaba con que me subí al tren equivocado porque en cuestión de minutos estaba llegando a la estación terminal, Lechería. "Ahora, ¿qué hago?", me dije. Bajé del tren y hecho un manojo de nervios, caminaba sin cesar por la estación. Hasta que, finalmente, encontré otro tren (éste sí, con dirección Buenavista) y me subí de inmediato. Mientras me acomodaba en mi asiento, dos cosas asaltaban mi pensamiento: una, estaba muy atrasado en mi itinerario hacia el sur para apoyar a mi amiga, y la otra, no sabía cómo escribir el outline del artículo que debo entregar por estos días. Solamente saqué de mi bolsa un libro de Andrés Henestrosa y mientras llegaba a mi destino, leía y leía sin darle importancia al resto del mundo. (Algo más, cada vez que viajo en el suburbano, siempre vienen a mi mente algunas escenas del videoclip de Mylène Farmer para la canción "XXL". Cosas que pasan.) En menos de lo esperado, estaba llegando a la terminal, Buenavista.
En cosa de minutos, saqué otra tarjeta, esta vez la del Metro, porque mi trayectoria siguiente derivaría en Ciudad Universitaria. Casi a punto de llegar a Copilco, revisé mi reloj y ¡¡sorpresa, sorpresa!!, el tiempo estaba de mi lado. Aún así, a paso berlinés llegué a la Facultad y logré acompañar a mi amiga, incluso antes de lo esperado, porque la mesa anterior a la suya, se había prolongado más de la cuenta. De cualquier manera, terminando su intervención, ella debía irse. (Me comentó algo antes de su conferencia, según recuerdo.) Y, por tanto, también yo me retiraba. En los pocos minutos que nos restaban juntos, hablamos de las cosas que habían pasado a lo largo de casi un año que llevamos de conocernos. De cualquier manera, ella -ya con un pie en el autobus universitario- me contará más mediante el e-mail.
No habían pasado ni quince minutos cuando pasó otro autobus, el cual hacía escala en una parada aledaña del Metrobus, donde al llegar, saqué otra tarjeta y, de acuerdo a mi proteica agenda, le debía una visita a una colega en el INEHRM. Lamentablemente, había pasado el metrobus que me correspondía, pero en cuestión de segundos apareció otro que -parcialmente- me acercaría a mi destino. Me bajé en La Bombilla y con una extraña tranquilidad, me dirigí hacia el instituto. Mi amiga ya esperaba mi visita y me tenía listo, no un ejemplar, ¡¡sino tres!! de los libros que editó el INEHRM. (La semana pasada, cuando tuve la oportunidad de saludarla durante un coloquio, entre plática y plática salió el tema de las publicaciones, y ella, de forma inesperada, quedó en obsequiarme algunos ejemplares, cosa que siempre le agradeceré.) No demoré mi estancia y luego de darle las gracias y de saludar a un colega nuestro, seguí con mi viaje. En la Librería del FCE, en Miguel Ángel de Quevedo, mi estancia se prolongó por varias horas.
Después de leer (casi por completo) algunos libros de Andrés Henestrosa, hojear los últimos números de Istor, ver de lejitos a Adolfo Castañón y revisar los anaqueles dedicados a las publicaciones de Conaculta, me dirigí hacia la última parte de mi viaje: el Palacio de Bellas Artes, donde se llevaría a cabo el Homenaje a Guillermo Samperio, por sus 60 años de vida. Me acomodé en un excelente lugar y no me perdí nada del show. Me alegré de encontrarme con tres compañeros míos, Ernesto, Sandra y Maribel, y con quienes pasé un buen rato. Obviamente, saqué de mi bolsa mis ejemplares de Hernán Lara Zavala, Silvia Molina y, claro, Guillermo Samperio, para obtener la tan ansiada rúbrica. Al filo de las 10 p.m, coincidimos en dejar el palacio e irnos a nuestras respectivas casas.
Mientras llegaba a casita, pensaba muy detenidamente en que sólo necesité para llevar a cabo todo eso, simple y sencillamente tres tarjetas: Metrobus, Suburbano y del Metro. Cada quien debe sentirse afortunado de tenerlas, porque así (no sin antes abonarles algo de presupuesto, por si acaso) los días que surgen en fast track, siempre terminan siendo los mejores. ¿No es así?

miércoles, 15 de octubre de 2008

La bolsa de la vida

Al confesar lo siguiente, me siento como personaje de Sex and the city: tengo una tremenda debilidad por las bolsas. Pero no por las Louis Vuitton, Cartier y/o Prada, sino por las que venden en las librerías. (Me reservo los nombres.) Y no es para menos, dado mi interés por llevar un mundo y medio en su interior. Más despacio y me explicaré mejor.
En mis años verdes como estudiante preparatoriano, siempre tuve el deseo de tener una bolsa de librería como las que usaban tanto mi maestro de taller literario como mi gran amiga, hoy día metida en política, pero tuvieron que pasar muchos años, hasta que mi trajín por las librerías se volvió escala obligada durante mis primeros años en la carrera de Letras. En una librería de Donceles, luego de hallar el ejemplar que necesitaba para una de mis clases, vi a un costado del mostrador, una flamante bolsa de tela con el logotipo de la librería y cuyo precio estaba bastante bien. Resolví comprarla y así cumplir mis aspiraciones de literato, es decir, llevar los libros que me acompañarían en mis andanzas por la ciudad, además de la libreta y los bolígrafos para plasmar las ideas al vuelo, y, claro, algunos víveres para alegrar el día (y el estómago). Durante varios meses, aquella bolsa de librería casi se volvió mi casa. Una compañera muy querida, al verla, de pronto quiso la suya; resolví encontrarle una igualita, pero no lo logré. Una tarde lluviosa, luego de pasar horas y felices minutos tomando un café y unos churros en El Moro, en un arrebato de generosidad, terminé por obsequiársela.
Pasó un tiempo y, al darme una vuelta por una de las librerías del Pacificador y ver que su precio me ajustaba muy bien, compré otra bolsa, que al poco tiempo corrió con la misma suerte que la primera; en ese momento, un politólogo fue su súbito destinatario. (Para aquel entonces, ya usaba mi portafolios guinda, así que pospuse la adquisición de una tercera.)
Hace unos meses, durante el coloquio Fronteras de tinta, a cada ponente se le obsequió, además de su constancia de participación y un bolígrafo, una flamante bolsa de lona de color azul, que aguantaría, no sólo un mundo y medio, sino hasta dos. (Finalmente, mi espera valió mucho la pena.) Pero eso no impidió que comprara otra, de color café, en el stand de El Colegio de México, durante la pasada Feria del Libro en el Museo de Antropología, y de la que, cabe decirlo, me ha dado bastante batalla. (Aún la uso, por si se me olvidaba mencionarlo.)
Entre tantas cosas, ¿para qué dedico unas líneas a este objeto? Muy sencillo. Se trata de un elemento vital para quienes hacemos de las letras una extensión de la vida o inclusive hasta la vida misma. Las cosas que guardamos en las bolsas de librería, son el reflejo del camino que elegimos, y, si se quiere, todo esto acaba por volverse la vida misma. Aunque cada quien tendrá su propia versión, al final habremos de coincidir que la vida es buena cuando la usamos, pero mucho mejor cuando la llevamos allí dentro. ¿A poco no?

lunes, 13 de octubre de 2008

Se renueva el Consejo

Consejeras, ciudadanos y habitantes:

Hace seis meses, la Nueva República de Babel cumplió su primer año y con el ingreso de nuevas integrantes al Consejo Femenino de Gobierno, las ideas que conforman su ser y hacer se renuevan día tras día. Ahora bien, el máximo órgano rector vuelve a renovarse con la presencia de nuevas integrantes, de las cuales, cabe decir, algunas ascenderan a un estado superior. Por ello, hago los siguientes anuncios:
  • Las consejeras numerarias Elisa Cuevas y Pilar Máynez, y la honoraria Martha Loyo, ascienden al grado de Decanas, por sus contribuciones en pro de la cliocracia babélica. Los lugares que dejan vacantes en cada sector serán ocupadas por las historiadoras Miriam Godínez y Beatriz Padilla, y por la periodista Julia Cuéllar, respectivamente, quienes ahora tendrán voz y voto dentro de la NRB. (Cabe notar que Julia Cuéllar seguirá siendo nuestra Embajadora Neobabélica Cultural, pero ahora, como Consejera Honoraria, su presencia en la Nueva República de Babel ahora será permanente.)
  • Claudia Chantaca, de consejera corresponsal, pasará a la categoría de Numeraria.
  • Nombro a la literata y actriz Ariadna Islas Bustamante, y a las historiadoras Dulce Liliana Cruz y Rita Robles como nuevas ciudadanas de la Nueva República de Babel, esperando que sus preferencias y coincidencias tengan cabida en este lugar a contracorriente. ¡¡Bienvenidas!!
  • Durante la semana del 27 al 31 de octubre, me ausentaré de la Presidencia por razones académicas (para las cuales estaré acompañado por la decana Pilar Máynez, representante del Consejo) y detentaré mis funciones en una Junta de Gobierno, conformada por las decanas Leyvi Castro, Martha Loyo, Paulina Martínez y Rosalía Velázquez.
Esperando que estas cosas se lleven a buen término, solamente me resta desearles buena suerte y ya el 3 de Noviembre, estaré de vuelta por estos lares.

Atte.
Ulises Velázquez,
Presidente de la Nueva República de Babel

domingo, 28 de septiembre de 2008

¡¡¡Marcello Mastroianni!!!

La primera vez que en mi vida oí hablar de Marcello Mastroianni, fue en el mero día de su muerte, un jueves 19 de diciembre de 1996. No había noticiario que le dedicara algunos minutos para recordar su vida y su obra. Pero gracias a estas motivaciones necrológicas, me acerqué a sus películas y esa admiración quedó plasmada en uno de mis primeros poemas, un soneto, para ser preciso sobre el gran Marcello, el cual, próximamente, reproduciré aquí.
Nacido un día como hoy, un 28 de septiembre de 1923, en Fontana Liri, Marcello Vincenzo Domenico Mastrojanni tuvo desde muy joven una inclinación por el arte y, concretamente, por la actuación. Luego de escapar de un campo de trabajo nazi, se gana la vida con el oficio que aprendió de su padre, la carpintería, y además agregaba algunos dibujos de su autoría. Aunque sus intenciones de estudiar arquitectura eran seguras, el director Luchino Visconti fue quien lo convirtió al culto a las tablas, es decir, lo convirtió en actor. En el cine italiano, ¡¡con quien no trabajó!! Mario Monicelli, Marco Ferreri, Pietro Germi, Dino Risi, Ettore Scola, el propio Visconti, pero fue Federico Fellini quien lo llevó a los cuernos de la luna. Además, era más que innegable el tremendo sex appeal que lo hacía único. (Faye Dunaway, Monica Vitti, Marina Vlady, Giulietta Massina, Sophia Loren y Cathèrine Deneuve pueden comprobarlo.)
Sin embargo, Marcello siempre andaba en busca de nuevos proyectos fílmicos, mismos que lo llevaran hacia otros países y hacer lo que siempre ha amado: actuar. Theo Angelopoulos, Nikita Mijalkov, Robert Altman y Manoel de Oliveira, por decir algunos. Inclusive, por esta naturaleza, siempre gustaba de probarse a sí mismo. (Nunca le falló el tino.) Desde el avejentado Casanova de La noche de Varennes, pasando por el político desaparecido de El paso suspendido de la cigüeña, hasta el conmovedor protagonista de Sostiene Pereira, Mastroianni siempre acaba por convencernos y, a su vez, él mismo juega con dicho rol.
A diferencia de su personaje en Sostiene Pereira, no intento con estas líneas hacer una necrológica ni mucho menos un esbozo biográfico; simplemente que esto sirva de invitación para acercarse a sus películas, y a su vida también, claro está. Mientras él estaba en Portugal, rodando su última película, Viaje al principio del mundo, la cineasta Anna María Tatò aprovechaba las pausas en el rodaje para filmarlo en todo momento. El resultado de esa proeza fue un documental biográfico, cuya versión en libro lleva el nombre Sí, ya me acuerdo (Mi ricordo, si, io mi ricordo), del cual presento, a guisa de colofón, un hermoso texto que bien lo podría definirlo con todas las letras. El resto, sobra decirlo, corre por cuenta de ustedes.

Como un viejo elefante

Recuerdo un gran níspero.
Recuerdo mi asombro y fascinación al contemplar los rascacielos de Nueva York desde Park Avenue, a la hora del crepúsculo.
Recuerdo la cazuelita de aluminio a la que le faltaba un asa y donde mi madre freía los huevos.
Recuerdo la voz de Rabagliati saliendo de un gran tocadiscos y cantando: "E tic e tac cos'è che batte è l'orologio del cuor".
Recuerdo a Clark Gable muy joven, en blanco y negro, de espaldas; luego se vuelve y sonríe... así. Un tunante irresistiblemente simpático. ¿Qué película era? Quizá Sucedió una noche.
Recuerdo la carpintería de mi abuelo y de mi padre. Mi abuelo está haciendo una silla. ¡Recuerdo el olor de la madera, el olor de la madera!
Recuerdo los uniformes de los alemanes. Recuerdo a los refugiados.
Recuerdo que en una ocasión soñé que vivía en un dirigible. O quizás era una astronave.
Recuerdo a H.G.Wells, a Simenon, a Ray Bradbury.
Recuerdo las ilustraciones en color de La Domenica del Corriere. Y también Flash Gordon.
Recuerdo que Fellini me llamaba Snaporaz.
Recuerdo la primera vez que fui de campamento.
Recuerdo a Chéjov, en particular al capitán Solioni, que en Las tres hermanas dice: "pío, pío, pío".
Recuerdo la primera vez que vi las montañas, y la nieve, y la emoción que sentí.
Recuerdo la música de Stardust. Era antes de la guerra. Bailaba con una chica que llevaba un vestido floreado.
Recuerdo los caballos del viejo anuncio de cervezas Peroni.
Recuerdo perfectamente el sabor y el olor del cocido de garbanzos. Y recuerdo que la noche de Navidad se jugaba al bingo.
Recuerdo el terrible zumbido de los Liberators, los aviones norteamericanos del primer bombardeo sobre Roma.
Recuerdo la agilidad tan elegante de Fred Astaire.
Recuerdo la primera vez que el hombre pisó la luna al ralentí. Pero, ¿dónde estaba yo?
Recuerdo que fui por primera vez al cine en Turín. Vi Ben Hur, con Ramón Novarro. Tenía seis años.
Recuerdo París, cuando nació mi hija Chiara.
Recuerdo las croquetas de arroz. Pero era imposible comprar todos los días, costaban cuarenta céntimos.
Recuerdo mi primer sombrero de hombre; era modelo Saratoga.
Recuerdo las películas cómicas de Charlot.
Recuerdo a mi hermano Ruggero.
Recuerdo que Cicerón nació en el año 106 A.C., es decir, 2122 años antes que yo, pero a dos pasos de mi casa, en Arpino. Mi abuelo se sentía orgulloso de ello. "Vitam regit fortuna, non sapientia", me decía, citando a nuestro conciudadano. Luego dejaba escapar un suspiro y añadía: "Pues sí, la fortuna es la que dirige la vida, no la sabiduría."
Recuerdo una noche de verano con olor a lluvia.
Recuerdo las aventuras de Ulises: "Háblame, musa, de aquel varón de multiforme ingenio..."
Recuerdo a Classius Clay (llamado La Lengua) en Nueva York, enfrentándose a Frazer.
Recuerdo la espléndida cabeza cana del arquitecto Ridolfi, mi profesor de dibujo arquitectónico.
Recuerdo los primeros dibujos de mi hija Bárbara.
Recuerdo mi proyecto de elevar el Tíber construyendo debajo una carretera.
Recuerdo a Greta Garbo mirándome los zapatos y diciendo: "Italian shoes?"
Recuerdo el primer cigarrillo que fumé. Estaba hecho, lo recuerdo perfectamente, con barbas de mazorcas.
Recuerdo las manos de mi tío Umberto, unas manos fuertes como tenazas, manos de escultor.
Recuerdo el silencio que se hizo en el restaurante Chez Maxim's cuando apareció Gary Cooper vestido con un esmoquin blanco.
Recuerdo una pequeña estación y el ruido de los trenes. Recuerdo a la cajera del bar de la estación. La caja hacía: ¡clin,clin,clin,clin! ¡Cobrado!
Recuerdo a Marilyn Monroe.
El primer automóvil que tuve, lo recuerdo, era un Topolino modelo camioneta.
No sé por qué recuerdo esta estúpida retahíla: "¡Oh cuántas chicas guapas, Madame Doré, oh cuántas chicas guapas!"
Recuerdo las luciérnagas, que ya no se ven.
Recuerdo la nieve en la plaza Roja de Moscú.
Recuerdo un sueño en el que alguien me dice que me lleve los recuerdos de casa de mis padres.
Recuerdo un viaje en tren durante la guerra: el tren entraba en un túnel, se hace una gran oscuridad y, entonces, en el medio del silencio, una desconocida me besa en la boca.
Recuerdo a los kurdos masacrados en un éxodo bíblico; recuerdo que no debo olvidar la violencia de tantas imágenes absurdamente violentas.
Recuerdo también la sensación de silencio y de luz suspendidos sobre la ciudad de Jerusalén como un halo místico.
Recuerdo el deseo de ver qué será de este mundo, qué sucederá en el año 2000, y de estar allí y recordarlo todo como un viejo elefante, sí, porque, lo recuerdo ¡siempre he sido muy curioso!
Y hasta recuerdo cuando íbamos a cazar lagartijas. ¡Mi tirachinas!
Recuerdo mi primera noche de amor.
Sí, ya me acuerdo. . .

sábado, 27 de septiembre de 2008

¡¡¡Felicidades, Pilar!!!

La Galería de Consejeras que preside la Nueva República de Babel, no estaría completa sin la presencia de una mujer muy importante, quien desde el principio de esta aventura en red, estuvo presente. Hoy dedico las presentes líneas para homenajear a Pilar Máynez, en ocasión de su cumpleaños.
Conocí a Pilar de la forma más lógica: fue mi maestra de las materias Teorías Lingüísticas I y II en la carrera de Letras Hispánicas en la FES-Acatlán, aunque ya sabía que era toda una eminencia, dado que estuvo muy al pendiente de la organización del Primer Encuentro de Historiografía Lingüística (y Tercero de Lingüística en Acatlán), en octubre de 2000. Pero tuvieron que pasar varios añitos para conocer a aquella leyenda viva. Su manera de impartir clase me llenaba de inspiración cuando se apasionaba (¡¡y demasiado!!) por los autores que conformaban las grecas de la historia de la Lingüística. Quien escribe, a decir verdad, era un diletante, o sea, que estaba más del lado de los literatos que de los lingüistas. Sin embargo, el contacto con la Dra. Máynez acabó por convertirme al culto de la historiografía lingüística, y, por añadidura, su maestranza y posteriormente su amistad, me regaló (ésa es la palabra) la admiración por las obras de Miguel León-Portilla y de su esposa Ascensión Hernández Triviño, pero también mis encuentros con Ana Laura Díaz, Bárbara Cifuentes, entre otros colegas. Pero sobre todo, un gusto por las obras de Victoriano Salado Álvarez, las cuales no suelto para nada. Ésa es una de las cualidades principales de nuestra Pilar: convencer, para después convertir. (En mi diccionario personal, Pilar se resumiría en una solar palabra: generosidad.)
Desde luego, no intento hacer una biografía exhaustiva de mi querida Pilar; delego en otras personas, que la conocen de cuerpo entero, aventarse tan encomiable tarea. Tomo el día de hoy como pretexto idóneo para expresarle toda mi admiración, la cual, cada día, se confirma y hasta se engrandece. (Primero como alumno, ahora como colega. De verdad.)
Pilar, ¿qué más puedo decirte? Además de recordarte que Serafín y Mercedes son completamente afortunados al tenerte muy, muy cerca, te digo (y conste que lo seguiré sosteniendo) que las mujeres no tienen edad. Ojalá que este día sea el primero de nuevas empresas y mejores satisfacciones. Mereces más, pero hasta aquí me detengo.
¡¡¡Felicidades, Pilar!!!

viernes, 26 de septiembre de 2008

Homenaje a Octavio Paz

A la hora de realizar homenajes, El Colegio Nacional no repara en gastos cuando de eso se trata. Luego del dedicado al astrónomo Guillermo Haro (el cual contó con la participación de Elena Poniatowska, por cierto) el pasado 17 de septiembre, hoy no podía quedarse atrás con un evento muy sonado: el Homenaje a Octavio Paz, con motivo del décimo aniversario luctuoso.
Como antesala del evento, a las 6 p.m comenzó una venta de libros de Paz a precios de remate. Sus obras, lo mismo las publicadas por el Fondo de Cultura Económica y Seix Barral que las legendarias ediciones de Vuelta, estaban a disposición de los lectores interesados en la obra paciana. (Quien escribe fue de los primeros en llegar y alcanzó, entre otras cosas, un ejemplar de Primeras Letras (1931-1943) y la antología poética El fuego de cada día, la cual, cabe decirlo, fue la única que el poeta cuidó en vida.) Sin embargo, la verdadera sorpresa no era lo asequible de los libros ni la variedad temática, sino los gratos encuentros que esto suscitó y uno de éstos, fue con el historiador Javier Garciadiego, quien adquirió algunos libros sobre la faceta política de Paz. Minutos después, en la antesala del homenaje oficial, me tocó en suerte platicar un rato con él sobre temas algo recurrentes: Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas, el COLMEX, su discurso de ingreso a la AMH sobre la entrevista Díaz-Creelman y, desde luego, nuestra Rosalía Velázquez. (No cabe duda que aquellos adjetivos con que Enrique Krauze lo calificó en su ceremonia de ingreso, eran más que ciertos: generosidad, humildad y caballerosidad.) Pero aquel momento solamente duró un instante, dado que los acomodadores del colegio lo llevaron a un asiento reservado para él, y quien escribe, bueno, como todo hijo de vecino, según el curso natural de las cosas.
Al filo de las 7 p.m, como lo indicaba el programa de mano, dio comienzo el coloquio-homenaje paciano con la proyección de un video sobre Octavio Paz producido por El Colegio Nacional, donde se conjuntaron tanto sus intervenciones auditivas como una serie de imágenes en torno suyo. Después de esto, se dio paso a las participaciones de Enrique Krauze y José Emilio Pacheco; sólo ellos estuvieron presentes, dado que Ramón Xirau, otro de los convidados al encuentro con la vida y la obra de Paz, estaba en Francia con motivo de un evento semejante. Finalizado el audiovisual, Enrique Krauze aprovechó su participación hablando sobre la faceta política de Paz, donde resaltó su ruptura (su Krönstadt) con el sistema socialista. Además, también mencionó que es hoy en día cuando los trabajos que dedicó el poeta para enjuiciar dicho sistema, cobran mayor significado. Y para equilibrar un poco las circunstancias, tocó el turno a José Emilio Pacheco, quien, con la timidez que lo distingue, aparte de comentar su desconcierto con los tiempos que ahora corren, dedicó parte de sun intervención a un libro poco estudiado dentro de la obra paciana: ¿Águila o sol?, libro que, a más de medio siglo de su publicación, sigue sin un estudio crítico. Con estas participaciones de gran nivel, podría decirse que el colegio cumplió con todas las expectativas.
Para cerrar el evento, tanto Krauze como Pacheco estuvieron en etapa clásica, es decir, firmando libros y recibiendo saludos de parte del público asistente. No cabe duda que a una década de presencia, Octavio Paz sigue ganando batallas. Paréntesis aparte, mientras compraba mis ejemplares, uno de los libros expuestos, Árbol adentro, se cayó al suelo. (Y eso que el lugar donde lo habían colocado no permitía ese tipo de accidentes.) "Ya llegó don Octavio", me dije. Sólo este tipo de cosas pasan cuando la Poesía nos hermana, ¿no creen?

martes, 23 de septiembre de 2008

Pablo Neruda: hace 35 años...

[Hace 35 años, un fatídico destino se ciñó sobre Chile, desde el 11 de septiembre cuando Salvador Allende ofrendó con su vida la defensa de las libertades, amenazadas por el amargo hierro de los fusiles militares. Pero un día como hoy, otro defensor de la palabra, Pablo Neruda, fue a alcanzar a su camarada y amigo hacia los confines de la memoria. Y como la Poesía es inmortal, por donde quiera que se vea, rindo un pequeño pero sincero homenaje a un poeta non, quien ya no necesita presentación alguna. He aquí un poema suyo. ¡¡Gracias, poeta!!]


Farewell

1
Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.
Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

2
Yo no lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada.
Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron las palabras.
Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.

3
Amo el amor de los marineros
que besan y se van.
Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.
En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.

4
Amo el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.
Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.
Amor que quiere libertarse
para volver a amar.
Amor divinizado que se acerca
Amor divinizado que se va.

5
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

A letter for a woman far and away...

Querida amiga:

Hace mucho tiempo que no tenía ocasión de escribirte, pero ya sabes que "el tiempo ya no es nuestro" y ello hace que la correspondencia tarde mucho en llegar a nuestras manos. Precisamente hoy, día de tu cumpleaños, y después de tanto tiempo, decidí tomar la pluma y dedicarte unas cuantas líneas.
Seguro te preguntarás "pero si ya no tengo nada que ver contigo". No te faltará razón en mencionarlo. Y paso a explicarlo. En una de las gavetas de mi escritorio, mientras buscaba unas notas para una ponencia que tendré a bien presentar a finales de octubre, me encontré un sobre con algunas fotos que seguramente son la crónica de uno de tantos coloquios a los que asistí (o participé, no sé) y en varias fotos apareces, hermosa, rozagante y con una sonrisa que es capaz de destruir varios imperios por doquier. Esa sonrisa, de inmediato, me hizo recordar la manera en que nos conocimos. Fue un año antes, en la Academia Mexicana de la Historia, durante una conferencia de Enrique Krauze. Insistías en que me sentara, pero yo, como buen caballero, te invitaba a hacer lo propio. Sin embargo, ninguno lo hizo. Al final, accedí a acompañarte en tu trayecto de regreso a casa. Y la semana entrante, cuando la conferencia de Jean Meyer, llegué desde antes y ya te tenía reservado un lugar. Después de allí, ya tenía la certeza de mis encuentros contigo serían ya moneda corriente, es decir, cosa de cada día.
Gracias a la maravilla del e-mail, esta forma de la felicidad no se quedó en la Academia, sino que pasó un mediodía de octubre en el Zócalo y una cálida mañana de febrero en las ferias del libro en el Zócalo y Minería, respectivamente, pero también tuviste la fortuna de acompañarme en dos coloquios donde quedaste complacida por mis "intervenciones", pero eso, la verdad, no lo creo. Con todas estas cosas, sembraste en mí una semillita, que resumiría en una sola palabra: amor. Contigo sentía que las horas no pasaban, sino que permanecían intactas mientras estaba a tu lado. Pero el mayor error de mi parte fue no haberte expresado esa dicha que ansiaba compartir contigo. Y tú, con esa sinceridad que te caracteriza, me hiciste partícipe de la tuya cuando, una tarde en San Ángel, me presentaste a quien sería el dueño de tu vida. Supe ocultar bien mi reacción, pero a final de cuentas, algún descontento mío hizo de las suyas.
A pesar de tenerlo todo en contra mía, siempre pensaba en ti; en cada sueño siempre hacías acto de presencia y además me parecía ver entre la gente tu siempre sincero y jovial rostro. Tanto pensaba en ti que hasta llegué a cometer un error que (y ahora me doy cuenta) me costó tu amistad y, por ende, tu silencio. Y aún así, al saber de tu felicidad venidera (tu boda y ahora tu maternidad), siempre me ponía contento porque, ya te lo dije una vez, "tu felicidad es mi felicidad". Perdona que hasta ahora me digne a escribir estas cosas, pero la emoción del momento siempre hará de las suyas y creo que con esto cerraré una etapa de mi vida, donde tú fuiste la figura capital de todo.
Gracias por heredarme el hábito de la Academia, gracias por aquellas mañanas del mundo, gracias por tus correos postergados, gracias mil, Stella Maris. Finalmente, te deseo lo mejor y si alguna vez el destino decide unir nuestros caminos de nueva cuenta, ojalá y sepa comenzar mejor una amistad que se veía intransferible.
Amitiés,
Odysseas Anaparastassi

viernes, 12 de septiembre de 2008

Pedro Enríquez: poeta sin mancha

[Hace dos días, la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes se engalanó con la visita del poeta español Pedro Enríquez (Granada, 1959), quien deleitó al público asistente con varios poemas suyos que son muestra ferviente de que la Poesía, en estos dosmiles que nos circundan, goza de cabal salud. Por ello, comparto con ustedes un poema muy significativo de su vasta obra y, claro está, la invitación para acercarse a su obra. ¡¡Gracias, poeta!!]


El eco de los pájaros

Bajo la sombra fiera de las cornisas
(acaso la luz un día rasgó el blanco
de los ladrillos moribundos)
cómo decir las palabras sin nombrarte
las manos acelerando la vida
las ruedas deteniéndose en las plazas vacías
otros viajan veloces y atraviesan anónimos el olvido
pero somos dos precipitados sobre el asfalto
sintiendo como el tiempo nos engaña
lento el viento cortando los cuerpos
sólo una mano dirige la muerte y la vida
la otra busca el fuego
giro sobre el vacío y de nuevo la misma calle
los labios no engañan
ahonda con tu mano en el futuro
esta es la codicia del segundo
he perdido la costumbre
mañana volveré a este lugar de ventanas cerradas
es la noche habitándonos
son los pájaros vete cantarán la madrugada
mañana se agita en el eco
mi espalda agujereada así tan cercanos
dirección prohibida
un misterio los dos puntos en la piel
dos cuerpos y un signo
estoy detenido sobre el vacío
la lengua gira se descubre sin palabras
estas son las tijeras del recuerdo
a veces no basta la memoria
tampoco la certeza
nadie conoce no conozco no conoces
ellos no comprenden nadie el segundo perseguido
se cierran las luces las ventanas las puertas desconocidas
imagíname un gesto lejanísimo
de nuevo cruzo los muros sellados
las árboles me descubren la soledad
Comienza el ciclo del polen
mascarillas para el silencio