[Hace dos días, la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes se engalanó con la visita del poeta español Pedro Enríquez (Granada, 1959), quien deleitó al público asistente con varios poemas suyos que son muestra ferviente de que la Poesía, en estos dosmiles que nos circundan, goza de cabal salud. Por ello, comparto con ustedes un poema muy significativo de su vasta obra y, claro está, la invitación para acercarse a su obra. ¡¡Gracias, poeta!!]
El eco de los pájaros
Bajo la sombra fiera de las cornisas
(acaso la luz un día rasgó el blanco
de los ladrillos moribundos)
cómo decir las palabras sin nombrarte
las manos acelerando la vida
las ruedas deteniéndose en las plazas vacías
otros viajan veloces y atraviesan anónimos el olvido
pero somos dos precipitados sobre el asfalto
sintiendo como el tiempo nos engaña
lento el viento cortando los cuerpos
sólo una mano dirige la muerte y la vida
la otra busca el fuego
giro sobre el vacío y de nuevo la misma calle
los labios no engañan
ahonda con tu mano en el futuro
esta es la codicia del segundo
he perdido la costumbre
mañana volveré a este lugar de ventanas cerradas
es la noche habitándonos
son los pájaros vete cantarán la madrugada
mañana se agita en el eco
mi espalda agujereada así tan cercanos
dirección prohibida
un misterio los dos puntos en la piel
dos cuerpos y un signo
estoy detenido sobre el vacío
la lengua gira se descubre sin palabras
estas son las tijeras del recuerdo
a veces no basta la memoria
tampoco la certeza
nadie conoce no conozco no conoces
ellos no comprenden nadie el segundo perseguido
se cierran las luces las ventanas las puertas desconocidas
imagíname un gesto lejanísimo
de nuevo cruzo los muros sellados
las árboles me descubren la soledad
Comienza el ciclo del polen
mascarillas para el silencio
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