Ulises Velázquez Gil
“Toda música verdadera nos hace palpar el tiempo”,
dijo alguna vez Emil Cioran, y, a decir verdad, no le falló el tiro al decirlo,
porque a medida que escuchamos la música de nuestra preferencia, de inmediato volvemos
a una etapa de la vida, con todo y sus complicaciones, pero al final del día (o
de la duración del disco o del playlist) se vuelve parte de uno. Así también
ocurre con la literatura, donde un personaje, una frase o un libro nos devuelve
a ese lugar de previa escala en la vida (lectora), y hasta se empeña en seguir
abriendo brecha.
Navegante
por las aguas de la narrativa de escritores inclasificables, Alejandro Toledo
nos entrega un libro de cierta manera atípico, pero fiel a una tradición de
literatura sobre música. Se trata de Instantáneas de la beatlemanía y otros
apuntes sobre música y cultura.
Compuesto
por siete ensayos (como el número de notas de la escala musical), Instantáneas
de la beatlemanía… da cuenta de los gustos musicales del autor, haciendo énfasis
en el papel que la agrupación británica The Beatles dejó en el sucedáneo paso
del mundo presente, al dejar honda huella tanto en la historia universal como
en la microhistoria de sus protagonistas (y, por ende, la de sus escuchas).
En el ensayo homónimo, Toledo
hace una relación pormenorizada del panorama histórico y musical donde aquella
agrupación conformada por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo
Starr, desde sus primeras inclusiones en escenarios de Hamburgo hasta la separación
definitiva, en justo paralelo con los sucesos más importantes tanto de Gran
Bretaña como de otras partes del mundo, donde el fervor por el llamado “cuarteto
de Liverpool” fuera más fuerte, como los alaridos de sus fans en algún
concierto suyo. Entre gira y gira, los Beatles habían intentado avanzar. De su
arranque tumultuoso, con canciones sencillas y pegajosas, llegaron a un punto en
el que tuvieron que pedir ayuda (Help!, 1965) por sentir que ahí, solos
en los estadios (“un andar solitario entre la gente”, diría el poeta), se convertían
en loros absurdos, para entregarse luego (en sus pocos ratos libres en el avión
o en el cuarto de hotel) a creaciones que implicaban nuevos rumbos para su
música. Una cosa por la otra: la popularidad inesperada y mundial les creó cárceles
personales, pero también grandes espacios de libertad, donde no era la disquera
la que mandaba, sino ellos, los músicos.
Ante
esta última frase, no podemos negar que, en música como en literatura, los lectores/escuchas/fans
tienen la palabra definitiva, por no decir la única; y en ese sentido, la afición
beatlemaniaca en México no se queda atrás, merecedora de justa mención.
Una curiosidad mexicana es la
entusiasta afición beatle. No sólo hay dos horas diarias en la radio nacional y
otros programas en provincia dedicados a su música: circulan decenas de grupos
de tributo y se organizan a cada tanto festivales de fanáticos en los que se
consigue la más diversa memorabilia, además de grabaciones no oficiales (de las
que hay por cientos).
A
diferencia de otras hordas de fanáticos y de aficionados, el gusto por Los Beatles
trasciende todo tipo de fronteras, empezando por las generacionales; en alguna
parte, Toledo también hace hincapié en los festivales, conciertos y mercados formales
-e informales, cabe decir- donde se ofrece todo tipo de objetos de y sobre los
cuatro fantásticos (no los del comic, pero igual de espectaculares). La de los seguidores de los Beatles es una
tribu noble. La base de los discos oficiales ha sido establecida ya dos veces
en CD, pero se está siempre a la caza de lo nuevo… aunque esto sea lo antiguo
con inciertas o notables mejoras técnicas o ligerísimas variantes y nuevas
portadas.
Para terminar con este ensayo,
que bien podría pasar como primer acercamiento (escrito) al cuarteto de
Liverpool, el autor justiprecia la presencia de este grupo en la cultura
popular, cuyos linderos rozan, como por contagio, los terrenos de la historia
universal, tópicos que se entrecruzan en el segundo ensayo del libro, “Los
Beatles de la narrativa latinoamericana”, donde las letras de los novelistas
más destacados del boom latinoamericano se unen a la música de la famosa
agrupación. (Carlos, Julio, Mario y Gabo en los años sesenta: los Fab
Four de la narrativa latinoamericana.)
Después de un ensayo sobre cómo
el carácter subversivo tiene sus ventajas, no del todo halagüeñas (“Rebelarse vende”),
el autor nos presenta una dupla ensayística digna de resaltar: “Las otras
batallas de Syd Barrett” y “Björk en la masmédula”. Mientras para la cantante
islandesa encuentra no pocas similitudes (igual de sorprendentes, cabe decir)
con la poesía del argentino Oliverio Girondo, con el texto acerca del primer
genio detrás de Pink Floyd pone en claro el papel que éste tuvo antes y después
del ya legendario álbum The dark side of the moon, sobre todo durante su
grabación, aún ya retirado del grupo. Barrett lo inició todo, siempre estuvo
ahí, y ahora, muerto, sigue en el panorama como alma espiritual del grupo, el
tipo calvo que es confundido con los ingenieros de sonido y que escucha
eternamente una canción que habla de él, cosa de la que parece no percatarse […].
Detrás de toda música (o canción,
según sea el caso), hay una historia secreta que nos define en cuanto a
escuchas o partícipes de la vida diaria. Y en los ensayos restantes de Instantáneas
de la beatlemanía…, éste se evidencia a todas luces. En “Balada para Ana
Luisa” conocemos las peripecias del autor para nutrir (ésa es la
palabra) musicalmente a una hija que se halla en camino de llegar a este mundo,
para después continuar la dosificación de géneros, y de obras que la ayuden a crear
su propia perspectiva: de Mozart y Cri-Cri hasta Louis Armstrong y el jazz.
Algo pasa cuando Ana Luisa escucha música. No es que se quiera llevar el asunto
muy lejos. Una de sus abuelas la imagina debutando en la Scala de Milán, pero
la cosa no va por ahí, creo. En tal caso, es algo que ella decidirá. Por ahora
sólo se puede concluir esto: nos dimos cuenta de que en esos primeros meses de
su vida ciertas melodías la ayudaron a ser feliz.
Cierra este septeto musical “Mi
vida en diez canciones”, nacido a raíz de su paso por una emisión del programa radial
El soundtrack de una vida, conducido por Laura Barrera en la frecuencia
del 107.9 fm. A cada canción mencionada le asigna un recuerdo de su vida, y
aunque algunas de las joyas de esa selección sean harto conocidas (del llamado
dominio público), los recuerdos, en cambio, varían de persona a persona. En
alguna parte del ensayo beatlemaniano nos esclarece ese misterio: El gusto
musical suele ser ecléctico, puesto que el oído está sujeto, aun desde el vientre
de la madre, a múltiples influencias. Es difícil controlar lo que uno escucha:
a lo largo de la vida se va recibiendo información melódica y ésta se integra
naturalmente a los archivos del recuerdo. En circunstancias cotidianas, somos
además cautivos de la preferencia ajena: la de quienes viven con uno, lo que se
programa en la radio, la feroz estridencia del vecino en un edificio
habitacional, el fondo sonoro en el mercado, la oficina o el medio de
transporte, el soundtrack de un largometraje…
En
suma, Instantáneas de la beatlemanía y
otros apuntes sobre música y cultura es la
prueba contundente de que la verdadera música nos hace tocar el tiempo, de encontrarnos
a cada escucha suya, sin importar el instante donde ocurra ese milagro, sobre
ese inusitado pentagrama que nos empeñamos en llamar vida. Música
con todas las letras, estos ensayos encuentran un justo lugar en la
literatura mexicana, a la par de La nueva música clásica de José Agustín
y el Atril del melómano de Luis Ignacio Helguera, con la solar diferencia
de unir el desparpajo del primero con lo antisolemne del segundo; un libro con
miras a volverse clásico -por atípico- dentro de la obra de Alejandro Toledo.
Quede en ustedes, atentos lectores,
seguir a la escucha. (Seguro que sí.)
Alejandro
Toledo. Instantáneas de la beatlemanía y otros
apuntes sobre música y cultura. México, Dosfilos ediciones, 2017.
(16/noviembre/2020)