viernes, 12 de febrero de 2021

Suma de legados

Ulises Velázquez Gil


En el prólogo a Memorias y autobiografías de escritores mexicanos, Raymundo Ramos nos dice que “el escritor recuerda, es decir, reinventa su propia vida. El tiempo le ayuda a perfeccionar, a retocar la vida”. Desde la publicación de esa antología, en 1967, han aparecido nuevos libros de índole memorialista y autobiográfica, donde, en efecto, se confirma por entero ese “retoque de ideas”, sin alejarse del todo en cuanto a su principal cometido: delinear los rasgos de una vida propia.

Luego de una sólida trayectoria en las letras mexicanas, en los campos de la narrativa y la poesía, Aline Pettersson nos entrega Selva oscura, volumen de aliento memorialista donde da voz a los sucesos y a las personas más importantes de su vida, en aras de ajustar cuentas con el tiempo que tuvo la suerte de vivir, sobre todo consigo misma.

Compuesto por treinta textos, escritos entre 2005 y 2016, Aline Pettersson se enfoca en hablar de sus padres, sobre sus raíces suecas, de sus encuentros con escritores de alcances épicos, entre otras instantáneas de su vida, vueltas a sus manos por obra y gracia de la escritura. La cosecha de mis años se perfila entre esta red de objetos que llevan en su materia misma el nombre de quien provienen o a quien remiten. El de quienes o me precedieron o me han seguido, y el de aquellos seres que la vida me obsequió, algunos por un largo tiempo, algunos con fugacidad de cometa, algunos cuyos nombres han brillado por el ancho mundo y otros cuyo brillo es uno que a mí me ha llenado de luz (“Mi entorno”)

En “Sombra de Suecia en mi obra”, la autora se sirve de varios fragmentos de obras anteriores y lanzar su botella al mar de la memoria, con el fin de contar esa parte de su vida sólo reservada al interior de sí misma. Me parece que una de las constantes de la vida -de mi vida- es encarar al Otro. En ello ha transcurrido mi tiempo a partir de un viaje lejano de la infancia, cuando descubrí que los bordes del mundo eran más amplios que mi ciudad, que mi país, que mi lengua, que mis hábitos. El contacto con el país natal de su padre, le otorgó un sentimiento de no pertenencia, sin embargo, ese encuentro la volvió consciente de un mundo en vías de construirse por obra de la palabra escrita. Y en ese empeño de afrontar su parte sueca, Aline Pettersson le dedica a la figura de su padre, no uno, sino dos textos al respecto (fechados en 2012, y con un mes de diferencia en su hechura). Muchos años después, en circunstancias de reflexión, me pareció entender que esas discusiones con mi padre eran la forma un tanto extraña que él encontró para entablar una comunicación vivaz conmigo. Que quizá le agradaba estimularme para que defendiese yo mis ideas con vehemencia (“Padre”); A lo largo del tiempo tuvimos encuentros y desencuentros que finalizaron en una muy cariñosa cercanía de muchos años hasta su día postrero a sus más de noventa años. No olvidaré que recibí la víspera de su muerte lo último que pudo decir: un “yo también”, al reiterarle lo mucho que lo quería. Su voz muy cavernosa de esa su última noche reposa al fondo de mi oído (“Mi padre, II”). 

Sobre su figura materna, Aline Pettersson sólo le dedica un texto -de los más entrañables del libro, cabe decirlo-, donde a la par de las atenciones que se tomaba su madre hacia con ella, se conjugaban varias llamadas de atención; si con el padre eran duelos de esgrima intelectual, con su madre, en cambio, el carácter de ambas llegaba a chocar, como la negativa de ésta al conocer las intenciones de su hija al estudiar alguna carrera afín a las Humanidades. Mi madre era una mujer que manejaba un grato tono irónico que la hacía no tomarse en serio y no quejarse nunca. Era de ideas firmes y claras y de un carácter que, bajo su recio control, la llevaba a no ostentar emociones. Nuestra forma de relación tuvo etapas diversas y contradictorias

Otras figuras que se pasean por esta Selva oscura provienen tanto de la línea paterna (“Los Pettersson”) como de la materna (“La abuela, su hermana y la bisabuela”), así también animales de pluma como “El tío Pepe Ferrel”, figura que su familia se empeña en ocultarle. (Bien sabido -gran lugar común- es que las familias tienen muchos esqueletos en sus armarios. Y desde luego la mía no resulta ser la excepción.) Sin embargo, la curiosidad por conocer algo más de su tío, la llevaron a conocer a colegas y amigos de altos vuelos, como Antonio Ortiz Mena -secretario de Hacienda que sorteó toda suerte de tormentas políticas- y hasta Octavio Paz, cuyo primer empleo en la vida se lo debió a José Ferrel. […] fue un personaje al que no he podido conformar cabalmente, ya que por su propio carácter taciturno, por el hermetismo de la familia, por mis limitados recuerdos suyos existen muchas zonas oscuras. Algunas las fui llenando a través de los años apoyada en las voces diversas que me orientaron. […] si la primera huella que me marcó de Pepe fueron aquellas deliciosas asesorías telefónicas de su historia, su segundo legado fue la presencia de Josefina Vicens en mi vida

Además de Josefina Vicens (de quien se ocupó la autora en el prólogo a la edición conjunta de El libro vacío y Los años falsos), conocemos a otros colegas suyos, que, de alguna forma, hicieron mella en el oficio de escribir: Juan Rulfo, Salvador Elizondo y Juan José Arreola, Doris Lessing, Margaret Atwood y Julio Cortázar (cuyo encuentro derivó en una prolongada epifanía), entre otros autores mencionados al paso, fortalecieron el ímpetu creativo de una escritora destellante de experiencias, reservadas para el siguiente lector que surja de su obra. A ese respecto, es preciso detener la mirada en el texto homónimo (“Selva oscura”) donde Aline Pettersson hace el balance de una vida bien vivida, con todo y sus altibajos. Se va llegando a los años agavillados en extenso, y habría que detenerse a pensar que esa novedad (porque siempre se trata de una novedad) es una situación intransferible a la que se le opone una fuerte resistencia de incredulidad. Cada quien debe hacer suya la vejez, y suele hacerlo a hurtadillas, como si se descubriera un estado no sólo inédito sino inaugural y conspiratorio. Y se desearía olvidar que esa inauguración es el acto que abre la clausura al tiempo vital.

¿Por qué leer Selva oscura? Si retomamos a Raymundo Ramos, para reinventar su propia vida, a la par de perfeccionar sus ideas, pero también para poner en claro un compromiso irrebatible con la escritura, cuya prueba de vida se encuentra en sus páginas; una suma de legados prestos a guiarnos por los parajes de la memoria y de las letras. En ese mismo espíritu retrospectivo, comparte afanes con Rumbo al exilio final de Bárbara Jacobs: ambos libros, de clara pluma y destellantes en sabiduría, que no dejarán de obsequiarnos encuentros y desencuentros con los sucesos, las cosas y las personas que les dieron vida y destino. 

Quede en ustedes su incursión ulterior. (Así sea.)   

Aline Pettersson. Selva oscura. México, Fondo de Cultura Económica, 2020 (Letras Mexicanas).  

 

(29/enero/2021)

lunes, 1 de febrero de 2021

Consejo Femenino de Gobierno (2007-2021)

En abril de 2007, abrí este espacio con el fin de darle libre curso a mis intereses, donde hice partícipes a colegas y amigas, que fueron cómplices y participantes en tantas cosas; a casi trece años de navegar por aquí, doy por cumplida la presencia del Consejo Femenino de Gobierno, al menos, de forma nominal. (Sus integrantes seguirán por aquí, porque nos unen muchos afanes, que persisten por aquí.) 
A guisa de homenaje y agradecimiento, quede aquí su mención. 
(¡Muchas gracias!)
 

FUNDADORARosalía Velázquez Estrada (+)

EMÉRITAS: Elisa Cuevas, Rocío Paulina Martínez, Laura Páez Díaz de LeónAlicia Puga, Rocío Saro.

DECANAS: Celina Aceves, Laura Cabrera, Ana Cárdenas, Juliana Castellanos, Leyvi Castro Martínez, Irma Hernández Bolaños, Fernanda Iturbide, Martha B. Loyo, Melissa Martínez Lemus, Pilar Máynez, Patricia Montoya.

NUMERARIAS: Adriana Cervantes, Claudia Chantaca, Verónica del Toral, Edna Flores Cuevas, Miriam Godínez Bustos, Araceli González, Claudia González Olivera, Selene Hernández Bueno, Daniela Ivonne Méndez, Violeta Orozco, Laura Sofía Rivero, Ana Rovelo, Judith Salazar, Sofía Salgado, Daniela Sandoval, Mónica Villagrán.

CORRESPONDIENTES: Beatriz Granados, Sofía Canseco, Karla Carrillo, Diana Franco, Elssie Juan de Dios, Nellie L. Goyzueta, Eleftheria Lekona, Rebeca López Mora, Xóchitl Meza Rosas, Sofía Murillo, Brenda Itzel Pablo, Rebeca Monserrat Parra, Susana Quintanilla, Noemy Reza, Kathya Ríos, Adriana Rivas de la Chica, Violeta Romo Norquist, Ana Salas Zavala, Claudia Salazar, Helena Valdivia.

HONORARIAS: Nora de la Cruz, Julia Cuéllar, Gisella de León, Ximena Ganado Velázquez.