A la hora de realizar homenajes, El Colegio Nacional no repara en gastos cuando de eso se trata. Luego del dedicado al astrónomo Guillermo Haro (el cual contó con la participación de Elena Poniatowska, por cierto) el pasado 17 de septiembre, hoy no podía quedarse atrás con un evento muy sonado: el Homenaje a Octavio Paz, con motivo del décimo aniversario luctuoso.
Como antesala del evento, a las 6 p.m comenzó una venta de libros de Paz a precios de remate. Sus obras, lo mismo las publicadas por el Fondo de Cultura Económica y Seix Barral que las legendarias ediciones de Vuelta, estaban a disposición de los lectores interesados en la obra paciana. (Quien escribe fue de los primeros en llegar y alcanzó, entre otras cosas, un ejemplar de Primeras Letras (1931-1943) y la antología poética El fuego de cada día, la cual, cabe decirlo, fue la única que el poeta cuidó en vida.) Sin embargo, la verdadera sorpresa no era lo asequible de los libros ni la variedad temática, sino los gratos encuentros que esto suscitó y uno de éstos, fue con el historiador Javier Garciadiego, quien adquirió algunos libros sobre la faceta política de Paz. Minutos después, en la antesala del homenaje oficial, me tocó en suerte platicar un rato con él sobre temas algo recurrentes: Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas, el COLMEX, su discurso de ingreso a la AMH sobre la entrevista Díaz-Creelman y, desde luego, nuestra Rosalía Velázquez. (No cabe duda que aquellos adjetivos con que Enrique Krauze lo calificó en su ceremonia de ingreso, eran más que ciertos: generosidad, humildad y caballerosidad.) Pero aquel momento solamente duró un instante, dado que los acomodadores del colegio lo llevaron a un asiento reservado para él, y quien escribe, bueno, como todo hijo de vecino, según el curso natural de las cosas.
Al filo de las 7 p.m, como lo indicaba el programa de mano, dio comienzo el coloquio-homenaje paciano con la proyección de un video sobre Octavio Paz producido por El Colegio Nacional, donde se conjuntaron tanto sus intervenciones auditivas como una serie de imágenes en torno suyo. Después de esto, se dio paso a las participaciones de Enrique Krauze y José Emilio Pacheco; sólo ellos estuvieron presentes, dado que Ramón Xirau, otro de los convidados al encuentro con la vida y la obra de Paz, estaba en Francia con motivo de un evento semejante. Finalizado el audiovisual, Enrique Krauze aprovechó su participación hablando sobre la faceta política de Paz, donde resaltó su ruptura (su Krönstadt) con el sistema socialista. Además, también mencionó que es hoy en día cuando los trabajos que dedicó el poeta para enjuiciar dicho sistema, cobran mayor significado. Y para equilibrar un poco las circunstancias, tocó el turno a José Emilio Pacheco, quien, con la timidez que lo distingue, aparte de comentar su desconcierto con los tiempos que ahora corren, dedicó parte de sun intervención a un libro poco estudiado dentro de la obra paciana: ¿Águila o sol?, libro que, a más de medio siglo de su publicación, sigue sin un estudio crítico. Con estas participaciones de gran nivel, podría decirse que el colegio cumplió con todas las expectativas.
Para cerrar el evento, tanto Krauze como Pacheco estuvieron en etapa clásica, es decir, firmando libros y recibiendo saludos de parte del público asistente. No cabe duda que a una década de presencia, Octavio Paz sigue ganando batallas. Paréntesis aparte, mientras compraba mis ejemplares, uno de los libros expuestos, Árbol adentro, se cayó al suelo. (Y eso que el lugar donde lo habían colocado no permitía ese tipo de accidentes.) "Ya llegó don Octavio", me dije. Sólo este tipo de cosas pasan cuando la Poesía nos hermana, ¿no creen?
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