En el transcurso de esta semana, casi a la hora en que decido salir de casa, luego de hacer las labores propias de mi sexo, dentro de la programación del 88.1 FM pasan una canción que me hace bueno el momento y hasta me sube el ánimo para hacer lo que debo hacer. Sin embargo, mientras transcurre el día, inevitablemente hace de nueva cuenta se aparición en escena, ya sea en la música que pone el chofer del transporte público, en el background de un programa de T.V. o, siendo más específico, sonando a bajo volumen en la oficina de una querida amiga, cuyo nombre me reservo por mientras. Y cuando me digno a terminar el día sentado frente al ordenador, enciendo el aparato radial y ¡¡zambomba!!, aparece la misma canción. No sabía si echarme a reír o ponerme a llorar.
Inconscientemente, hay melodías que te acompañan, por así decirlo, todo el día. Cuando se escucha por vez primera al comenzar el día, si te llena de placer o regocijo, casi por default te acompañará el resto de tu jornada. Lo mismo va para las canciones que te bajan la pila: al primer roce auditivo, ya se sabe de antemano el resultado. Doy dos ejemplos: En la estación de marras, 88.1 fm, "The captain of her heart" me puso algo pensativo sobre una mujer que me robó el sueño. Durante el día tuve ocasión de verla. Y después de haber vivido esa incierta experiencia, casi a la medianoche reaparece dicha canción y confirmó lo acontecido. (Por poco y me cortaba las venas... con una galleta María.) Caso contrario, "Solsbury Hill", de Peter Gabriel; su rítmo festivo me tuvo de la ceca a la Meca todo el día, haciendo cosas verdaderamente gratas y, claro está, se presentó en la programación poco antes de irme a dormir. Donde se conjugan inusitadamente los dos casos, es con "I'll be there" y "When a man loves a woman", de Michael Bolton. (No me agrada dicho cantante, pero estas canciones acaban por redimirlo.) Me extendería más al respecto, pero por ahora me detengo.
El cineasta francés Alain Resnais filmó a finales de los años 90 una película que juega en cierta manera con el devenir de las canciones en la vida diaria, On connâit la chanson... (Siempre la misma canción, como le pusieron aquí en México.) Dependiendo de la circunstancia, cada personaje interpretaba un fragmento de una conocida canción, dando como resultado una tremenda ensalada musical de todos los tiempos. Aunque no nos pongamos a cantar como en el filme de Resnais, con el solo hecho de oír la misma canción todo el día, ya el resto sale por añadidura. Siempre será la misma canción... ¿A poco no?
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