Ulises Velázquez Gil
Hace dos años, mientras revisaba las notas que mis contactos habían
puesto en su perfil de Facebook, di con una nota sobre el libro Viaje por la Historia de México, de Luis
González y González (cuyo cumpleaños 89 hubiéramos celebrado ayer), mismo que
llegó a muchos hogares de México, como parte de los cacareados “festejos"
del 2010. Cuando leí con cuidado dicha nota, me sorprendí mucho porque las
ponderaciones hechas estaban escritas, más que con la cabeza y el corazón, con
el hígado. Y no es para menos: por la pretendida y faraónica celebración, a esta obra de don Luis le
seguirán lloviendo las críticas. Pero vayamos por partes.
Se dice que dicha obrita cuenta con
"una visión muy corta de la historia de México y queda como un 'paseo por
la historia de México”. Siento decepcionar a quien escribió esas líneas. Todo
ensayo, sin importar si quien lo urdió fue escritor, político (de los que ya no
existen, claro), periodista o historiador −en el presente caso−, es, en sí, un
paseo. La presencia de Luis González y González en la historiografía mexicana,
llenó de nuevos aires el anquilosado campo de la historiografía mexicana,
empecinada, según algunos, en atiborrarse de datos, referencias, terminajos y
todo tipo de jergas gremiales que flaco favor le hacen a la difusión de la
historia. Es decir, llevar las palabras domingueras al plano de la
investigación.
Pese al desconcierto de sus colegas,
su microhistoria de San José de Gracia, Michoacán, de nombre Pueblo en vilo, fue celebrada hace más
de cuarenta años por plumas del calibre de Jorge Ibargüengoitia y Jean Meyer; Daniel
Cosío Villegas, en académica complicidad y con voz de mando, ordenó su
publicación en El Colegio de México. Y el resto, es historia... (El Colegio
Nacional y la Academia Mexicana de la Historia todavía se lo agradecen.)
Volviendo a Viaje por la historia de México, claro está que reprochamos la
ausencia de muchos personajes, pero hagamos un poco de memoria. Hace unos diecisiete
años, la naciente editorial Clío (casa editora que publicó la obra completa de
González y González en doce tomos), y motivada por Bancomer, sacó a la luz el
hoy legendario Álbum de México,
también de su autoría, y dirigido hacia los niños de la escuela primaria.
(Todavía recuerdo a mi hermana que, por iniciativa de su maestra de 5o. año,
yendo cada semana al banco por sus estampas.) Y creo que con esa empresa,
muchos nos acercamos a la historia; y por González y González, mayor privilegio
aún. Lo que hizo el gobierno federal en la coyuntura de los Centenarios 2010, ya cambiado el nombre
original y con unas palabras preliminares de sobra (escritas por el político
del momento, cabe decirlo), fue retomar una idea muy buena, pero con el
destinatario equivocado: esa obrita quedaba mejor con los niños. (¡¡Y eso don
Luis lo sabía muy bien!!) De cualquier forma, como reza en su prólogo, “no
desmerece la lectura de los adultos”. (Como quien dice, don Luis es inocente.)
(Paréntesis aparte: sin picarme de
pretencioso, creo que la obra que sí merecía llegar a cada hogar mexicano, era
la Historia de México, que
confeccionó la Academia Mexicana de la Historia a petición gubernamental −de
cuya primera edición casi agotada se envanecía el entonces secretario de
Educación, Alonso Lujambio, cosa que aún dudamos−, y que al mencionar en estos
momentos, desatará otra polémica similar. Entremos en materia. De las opiniones
que escuché al respecto, se encontraban las siguientes: "Bola de
vendidos", "pura historia de bronce", "de a como el chayotazo", "obra
pretenciosa", "mejor hubieran llamado a Lorenzo Meyer",
"está mejor la del COLMEX", "otro pinche librito
oficialista", y mejor le paro... Vamos por partes. Si fue encomendada a
una insigne institución como la Academia Mexicana de la Historia, se debió a lo
siguiente: es uno de los organismos que goza de cabal salud en cuanto al
estudio de la historia mexicana se refiere, y mejor elección no hubo para ello,
porque la pluralidad de sus integrantes: unos, francamente admirados, y otros,
odiados al unísono, ayudará a entender mejor el crisol temático en aras de
enseñarnos mejor acerca de nuestra historia. Bien sabemos que no es un libro
definitivo, pero al menos es de gran ayuda. Mientras suscite nuevas y sesudas
investigaciones, y genere una crítica constante, nunca será una obra del todo
vana. Sólo el tiempo...)
En resumen, el Viaje por la Historia de México no es una obra del todo perdida
mientras busque su destinatario ideal: en su caso, los niños, que merecen
empezar de buena manera; eso lo tuvo muy bien presente Luis González y
González, que no se les olvide. Y sobre la Historia
de México (con todo y que las presencias de Moisés González Navarro,
Josefina Zoraida Vázquez, Enrique Krauze y Javier Garciadiego, por mencionar
algunos, sigan en la mira de tirios y de troyanos), creo que es el libro que sí
merecía llegar a todos los hogares de México. Mejor dicho: la terquedad
gubernamental y bicentenaria hubieran
ganado más si dichos libros hubieran llegado juntos, como en paquete, para
empezar mejor el largo y grato camino de la historia mexicana. El resto, sobra
decirlo, depende de nosotros. (Ojalá… ¡¡ojalá!!)
Luis González y González. Viaje por la Historia de México. México, Fondo de Cultura Económica
/ Secretaría de Educación Pública, 2010.
Gisela von Wobeser
(coord.). Historia de México. México,
Fondo de Cultura Económica / Secretaría de Educación Pública, 2010.
(12/octubre/2012)
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