Ulises Velázquez Gil
Una mujer atípica como no las hubo en su
tiempo, Simone de Beauvoir, nos regaló una frase que, a fuerza de insertarse en
la posteridad, terminó varada en el impasse de la cotidianidad: “No se nace
mujer, se llega a serlo”. También se ha dicho hasta el hartazgo que si el siglo
XIX fue determinado por el sexo masculino, por consecuencia, en el siglo XX el
rumbo sería femenino, por la abundancia de movimientos ocupados en reivindicar
la figura de la mujer. Sin embargo, el panorama verdadero no se antoja muy
alentador que digamos, porque si el sexo femenino es el mismo, no todas las
sensibilidades coinciden.
Uno de los terrenos que
confirma de cierta forma dicha circunstancia es, sin duda, la literatura, donde
los nombres de Elena Garro, Griselda Álvarez o Rosario Castellanos resuenan en
su propio eco y cada una nos entregó su propia versión de los hechos. A este
elenco de autoras hoy se una presencia nueva, que ha navegado por dos aguas, la
didáctica del lenguaje y la narrativa, campos donde sobresale por méritos
propios. Con ustedes, Beatriz Escalante.
Autora del imprescindible y
dinámico Curso de redacción para escritores y periodistas, Beatriz
Escalante nos entrega Cómo ser mujer y no vivir en el infierno,
volumen que cierra el tríptico narrativo iniciado con la novela Júrame que te
casaste virgen y enganchado con los relatos de El marido
perfecto. Dividido en 52 capítulos, cada uno revela, a guisa de
monólogo, una historia diferente protagonizada por una mujer determinada. Hay
mujeres que se afanan en su oficio de sombras, otras que buscan la fama pagando
por ésta el precio de la soledad, y algunas más simplemente cuentan su
historia, para persuadir a unas de seguir su ejemplo, o, en si defecto,
evitarlo. (“Si desean un buen ejemplo, no sigan mi ejemplo”, sugería
puntualmente Mickey Mantle, leyenda del béisbol.)
El
verdadero enemigo de la mujer no es el hombre, sino la soledad. Buena parte de las estampas que Beca nos
comparte tienen un tópico en común: la soledad, seguro ya lo adivinaron. Muchas
de las mujeres expuestas en esa galería, nos comparten su visión (como el
cuarto propio de Virginia Woolf) sobre cómo viven a la sombra de todo: del
marido, del trabajo, de la vida; o la prosapia femenina que varias llevan como
lastre al momento de nacer, que determinan, a final de cuentas, su experiencia
de la soledad. Entre amas de casa, consortes diplomáticas, amantes de tiempo
compartido, materialistas sin dialéctica, mediocres profesionales, veteranas
del cuidado del hogar, y las que se acumulen en la semana, varias de esas
mujeres no buscan ser el mejor de los ejemplos, pero su historia, la manera de
contarla, cumple su objetivo al pintarlas de cuerpo entero.
A raíz de mis escalas en la
sección de revistas del súper o de la tienda de los tecolotitos (si el tiempo o
la cartera me lo permite), me permití crear dos escenarios: uno, si una mujer
lee Cosmopolitan,
Vogue,
Runway
o sus versiones bananeras, es porque aspira a modificarse día tras día; dos, si
lee Cocina
Fácil, BB Mundo, Kena o alguna de interés más elevado
(desde Letras
Libres hasta Proceso y Newsweek), es para
explicarse el mundo que la circunda. La eficacia de Cómo ser mujer y no vivir en el
infierno reside en un toral elemento extraído de las revistas: una
sección de ayuda, estilo Dra. Corazón o la Abogada de guardia. Creo que contar las cuitas de
cada una, además de pintarnos a cierto tipo de mujeres que creíamos ya extintas
de la fauna social o a otras que apenas se desdibujan en el tiempo (como la
mujer entrada en política o en enjuagues académicos), Beatriz Escalante sigue
sus pasos para desentrañar el modo como se conducen en, por y para la vida.
Todo escritor que se digne de
serlo, descubre a lo largo del tiempo una constante que determine el rumbo
postrero de su obra; para Beatriz Escalante, sin temor a equivocarme, predomina
el afán didáctico en cualquiera de sus obras; descubrir las maravillas del
mundo –entre la realidad y la ficción– es la materia prima de Los pegasos de
la memoria; los secretos de la alquimia y el lenguaje en La magia de la
inmortalidad, hoy El paraíso secreto; y qué decir de su
serie de manuales de ortografía y redacción. Pero con la trilogía antes
nombrada, suerte de comedia humana (¡¡y femenina!!), devela muchos misterios
sobre las mujeres, todavía en espera de contar sus mejores episodios.
Con todo, Cómo ser mujer
y no vivir en el infierno confirma a todas luces aquella famosa
máxima de Simone de Beauvoir; todas las mujeres allí presentadas, al contar su
historia, buscan serlo completamente. Vidas sin paralelo, entretienen pero a su
vez informan sobre sus constantes pesquisas; del diario íntimo al chick flick,
cincuenta y dos protagonistas en el empeño de cambiar al mundo, simplemente
cambiaron sus vidas. Queda en ustedes, mujeres lectoras, confirmarlo o
desmentirlo. (Así sea.)
Beatriz Escalante. Cómo ser mujer
y no vivir en el infierno. México, Nueva Imagen, 2002.
(2/marzo/2012)
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