La poesía, cada vez que se organiza un encuentro de jóvenes escritores, parece renovarse con nuevos bríos y hace evidente que la palabra goza de cabal salud. Sin embargo, para quien escribe, regresar a aquella labor de leer sus poemas en público después de muchos años de no hacerlo, suele ser una empresa nada fácil. Me explicaré.
Un colega literato de Acatlan City, Gerardo Soriano, se echó a sus espaldas la épica labor de reunir a los compañeros de Letras que ya tenían más kilometraje acumulado en estas latas de la creación literaria para el Sexto Encuentro de Jóvenes Escritores y Revistas independientes que realiza religiosamente y cada año la Delegación Azcapotzalco. Afortunadamente, sus esfuerzos fueron recompensados con la casi total respuesta afirmativa de todos los colegas. Ahora sólo faltaba cumplir con el lugar y la hora pactada: 4 de abril, 12 p.m, Jardín Juárez, a un costado del edificio delegacional.
Cerca de las 12 p.m, quien esto escribe fue el primero en llegar. Ya en lo sucedáneo fueron llegando Alejandro Martínez, Jorge Arturo Sánchez, Adrián Arroyo, su domadora Maryel Robellada, Jojana Oliva, Sergio Rojas, entre otros, para leer algunas muestras de su obra literaria. Antes de nuestra participación, charlamos de todo y nada, demostrando que la camaradería seguía intacta, muy a pesar de los años transcurridos. Además, lamentamos algunas ausencias, pero, a veces, el tiempo no es nuestro. De cualquier manera, los que estábamos, éramos. Y ya.
Pasadas la 1 p.m, y divididos en dos mesas, magistralmente presididas por nuestro anfitrión, Gerardo Soriano, dio comienzo a nuestra participación. Entre poesía erótica y urbana, sonetos, verso libre, guiños de ojo a Cioran y relatos muy ocurrentes, la participación de la grey acatleca fue todo un éxito, muy a pesar de los conatos de complot en el equipo de sonido y de que a unos metros tuviera lugar un mítin de AMLO, que por poco nos bajaba asistencia. De cualquier forma, siempre la palabra saldrá airosa de todo tipo de combates, embates y dislates.
No me cabe la menor duda de que aquellos poetas en la mañana (y en la tarde, ¿por qué no?), seguimos viendo el mundo con los mismos ojos, pero ahora nuestra mirada es otra. Podría decir todas las respuestas posibles, pero ninguna daría en el clavo. Sólo nuestra obra dirá la última palabra. ¡¡Gracias, Gerardo!!
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