Una ventaja de celebrar a las Consejeras que forman parte de este mundo a contracorriente, es que, de alguna manera, han formado parte de un postrero ser y hacer. Ahora la memoria decide saldar una deuda de admiración hacia una amiga y colega, a quien siempre he de agradecerle muchas cosas. Me refiero a Claudia Salazar, arquitecta y lectora sin par, hoy que cumple añitos.
Conocí a Claudette hace ¡¡nueve años!!, cuando comenzábamos nuestra trayectoria universitaria: ella en Arquitectura, yo en Letras, y en el lugar más inverosímil del campus: la fila de las fotocopias en la biblioteca. Yo traía varios ejemplares de la revista Vuelta para fotocopiar y ella, según recuerdo, algunos libros de su área. Cuando me vio, quedó maravillada por la cantidad de revistas que llevaba y así, sin decir "agua va", platicamos ¡¡de literatura!!, cosa que me tenía algo desconcertado, porque, he de confesarlo, creía que los arquitectos no pasaban de su tema; de cualquier manera, encontrarme con una lectora por los cuatro costados, ya era, en sí, la mejor de todas las ganancias. Luego de haber cumplido con el fotocopiado de nuestros materiales, cada quien prosiguió con su camino. Sin embargo, ése sería el primero de muchos encuentros.
Cada vez que el azar y la coincidencia nos reunía, descubrimos más cosas de cada uno, además de recomendarnos nuevas lecturas y recordar nuestras carreras de origen; ambos tenemos la misma predilección por Esther Seligson, por ejemplo. Y mientras más dudas generaba cada encuentro, mayor era mi persistencia al encontrar ese libro tan difícil de hallar, más claro estaba mi papel como investigador ratonero a la hora de sacar copias y más consciente estaba de que ella no era una arquitecta común, sino una muy excepcional.
Pasado el tiempo, Claudette salió a buscar su vida en sus propios campos, los de la Arquitectura, pero el contacto no cesó, aunque, eso sí, no tan constante como en otro tiempo. Cuando el azar y la coincidencia nos ponía nuevamente enfrente, hacíamos lo posible por sacarle todo el jugo.
Ante todo esto, ¿qué podría resaltar de Claudia Salazar? Además de su radiante hermosura, el dinamismo con que hace las cosas, su sinceridad en reconocerse en constante aprendizaje, pero sobre todo, la fuerza con que emprende nuevas empresas, es decir, volverse un buen ejemplo, alternando orden con ocurrencia. (En mi diccionario personal, la palabra que mejor la define sería dedicación.) Aunque esta época hace que el tiempo ya no sea nuestro, siempre habrá un buen momento para compartir con ella un enorme fragmento de la vida.
Querida Claudette, no creo hacer con estas palabras un retrato entero de ti, pero al menos mi admiración sí es completa. Además de recordarte que "las mujeres no tienen edad: su vitalidad las hace eternas", te deseo que todas las cosas que emprendas y vivas, salgan a pedir de boca. Podría decirte más, pero me detengo por ahora.
¡¡¡Felicidades, Claudette!!!
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