Hace unas semanas, compré en una librería de Educal tu nuevo libro, Los días del maestro, el cual leí con una fruición que sólo me llega cada vez que un libro tuyo de ensayos llega a mis manos. Es verdad que Enseres para sobrevivir en la ciudad y Peces del aire altísimo suscitaron sendas y satisfactorias reacciones, y en ese rubro me alegra integrar Los días del maestro. Verdad que sí y te lo agradezco sobremanera.
Es meramente una delicia saber que conservas intacto ese estilo en el ensayo, estilo que se caracteriza por dejar que las palabras y los recuerdos hablen por sí solos, y salvarlos del pecado de la erudición que hace de un sencillo ensayo un galimatías. Muchos de los textos nacieron gracias a la ortodoxia de los homenajes (como los dedicados a tu siempre admirado Rubén Bonifaz Nuño, los dos Andrés, Henestrosa e Iduarte, José G. Moreno de Alba -la cual tuve la fortuna de oír, en un coloquio organizado por nuestra querida Pilar Máynez-, Sergio Fernández, etc.), y otros, gracias a la relectura de tus clásicos presentes, pretéritos y futuros, como Clementina Díaz y de Ovando, Felipe Garrido, Gonzalo Celorio o Francisco Hernández. No cabe duda que en este libro, tal y como lo mencionas en el prólogo, están tus maestros, los que te han dejado una honda enseñanza; algunos, por nacimiento, son tus coevos, pero no por ello menos magisteriales.
Vicente, bien sé que me faltan palabras para describir letra por letra, las intenciones e invenciones que se hallan en este libro. Seguramente más de un lector se preguntará los porques del libro que motiva la escritura de este mensaje embotellado. La respuesta, aunque obvia, es la misma: para invitarlo cordialmente a su lectura. Creo que al cerrar Los días del maestro, luego de una acendrada lectura, no faltará quien decida proseguir esa deuda del corazón, sea recordando su panteón personal, o escribiendo estas líneas que, me imagino, tardarán en llegar a tus manos. Si me permites la observación, pienso que Los días del maestro es la secuela natural de Peces del aire altísimo, no sé cómo lo veas. De cualquier manera, estas obras fueron escritas por una total sinceridad y una toral admiración.
Nuevamente, muchas gracias por tu libro. Algún día, y de viva voz, te expresaré estas mismas ideas.
Sinceramente,
U.V.
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