Hace algunas horas, mientras revisaba la página que El Colegio Nacional tiene en Facebook, descubrí el siguiente comentario que me dejó impresionado, y cuyo contexto se desenvuelve en el ingreso de Juan Villoro como nuevo integrante de El Colegio Nacional. Cito:
"Villoro debería ser también académico de la lengua para darle realce y seriedad a esa institución. Muchos de los que han ingresado en los últimos años me parecen menos que mediocres como intelectuales y peores aún como estudiosos de la lengua: Fernando Serrano Migallón, Julieta Fierro, Jesús Silva-Herzog Márquez, etc. ad nauseam."
Mi respuesta (palabras más, palabras menos) fue la siguiente:
Estimado VMM, tiene usted razón, pero no toda la razón. Y déjeme decirle por qué:
1) No confunda la Academia Mexicana de la Lengua con El Colegio Nacional; ambas instituciones tienen su razón de ser y bien merecen tratarse con la debida distancia. (La historia de la AML tiene más de 130 años, mientras que El Colegio Nacional acaba de cumplir sus primeros 70 años; o lo que es lo mismo, no confunda gimnasia con magnesia.)
2) La AML, según usted, ha perdido seriedad. No lo creo. De hecho, dicha institución ha sabido renovarse muy a tiempo: por ejemplo, la nómina de indigenistas en su interior aumentó en los últimos cinco años (además de Miguel León-Portilla, hoy se encuentran Patrick Johansson, Leopoldo Valiñas, Ascensión Hernández Triviño, Concepción Company y, próximamente, Yolanda Lastra: todos, investigadores de alto nivel), en una corporación con una engorrosa fama de hispanista in extremo, y como en toda renovación que se respete, se necesita la perspectiva de la ciencia, el derecho, el análisis político, la historiografía, etc. Por ello, la inclusión de personajes (que usted considera faltos de ética, chambones en lo público y en lo privado) es más que necesaria. Sea cual sea el tamaño de su aportación, tanto filólogos y lingüistas no estarán solos en esa apasionante tarea de fortificar el español de México, que si me permite decirlo, más ha hecho la AML en los últimos años que la Real Academia Española en tres siglos de rancio abolengo.
3) A usted le gustaría que Juan Villoro ingrese a la AML ¿no es así? (Piénselo mejor... y no se equivoque.) En su lugar, yo le aplicaría esa lapidaria respuesta de Julio Camba cuando lo propusieron para ocupar una silla en la Real Academia Española: Si la Academia es una distinción, mejor distinción es no ser de la Academia.
Eso sí, me alegra sobremanera que Juan Villoro sea, desde el martes 25 de febrero, nuevo integrante de El Colegio Nacional, cuya principal divisa, Libertad por el saber, bien ha sabido ejercerla gracias a su personal estilo de narrar. Además, no estará solo en cuestiones humanísticas, dado que su padre, el filósofo Luis Villoro, es integrante del recinto de Luis González Obregón 23 desde hace más de treinta años. Sin contar los futuros enlaces con luminarias de calibre humanista como Miguel León-Portilla, Ruy Pérez Tamayo, Fernando del Paso, Pablo Rudomín, Enrique Krauze, Luis Fernando Lara, o Diego Valadés, por mencionar algunos de los integrantes del Colegio.
4) Por último, no se precipite en sus impresiones; recuerde que "el que se enoja, pierde". Lo invito a que revise con sumo cuidado la historia de ambas instituciones y justiprecie mejor el ingreso y exclusión de x o y personas, en el contexto donde se desarrollaron aquellas propuestas y elecciones. (Y como dice el dicho, "para el santo que es, con pocos repiques basta...")
[Y hasta aquí mi respuesta feisbuquiana reloaded.]
Si desean conocer mi humilde punto de vista sobre dichas instituciones -inclusive la Academia Mexicana de la Historia-, estoy con todo gusto a sus órdenes. Me dará mucho gusto conocer sus puntos de vista; favorables, adversos, intermedios, no importa. (Cuenten con ello.)
¡¡Muchas gracias!!
2 comentarios:
¿y tuviste una respuesta? ¿donde leiste el comentario?
No conozco la historia de ambas instituciones, pero he aprendido que si x o y son buenas o malas, es gracias a su gente.
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