Hace un mes, y con motivo del inicio de la XIX Copa del Mundo, Sudáfrica 2010, tuve la oportunidad de comentar mis acercamientos con el futbol, donde, cabe recordarlo, no paso de la democrática categoría de hincha villamelonesco, es decir, que tengo ciertas nociones, pero no soy tan pambolero de hueso colorado. Sin embargo, he disfrutado en estas semanas de varios partidos inolvidables, e igualmente de la parafernalia generada a su alrededor. (Sí, señores, confieso apenado que sí he bailado y cantado el "Waka Waka", conocido, aunque sea de oidas, a la vuvuzela, prima lejana de nuestras cornetas futboleras, e incluso hacer tremenda mofa del pulpo Paul -imaginarlo en un delicioso plato de paella si fallaba en su pronóstico, claro- sin siquiera aplicar sus predicciones a la quiniela del progol.)
Ahora bien, y a escasos minutos de ver una inusitada final en la historia del Mundial, dejo algunas estampas sobre esta décimonovena copa, la cual describiría en una sola palabra: inédita. Por albergarse en un continente olvidado, por mostrarnos la fuerza y la juventud de varias selecciones nuevas y, desde luego, por llenar de esperanza a una humanidad que no requiere de armas ni de tratados para hacerse respetar. Al final, se cumple aquella sentencia de Juan Villoro: Dios es redondo. Véamos pues.
- Debacle de Les Bleus: la selección francesa, que hasta hace poco dirigió el francés Raymond Doménech, con todo y su malograda cualidad de sub-campeón en Alemania 2006, no consumó el pase a los octavos de final. Un bizarro empate con Uruguay, la pírrica victoria de México y un desconcertante encuentro con Sudáfrica, mandaron de vuelta a Europa a una selección dividida, que busca ahora renacer para la Eurocopa 2012. (Una tremenda vergüenza para los Dioses de St. Denis, a quienes seguiremos recordando: Zidane, Barthez, Trezeguet, Vieira, Djorkaeff, Henry, y su legendario entrenador Aimé Jacquet.)
- Cita con el destino: Ya que mencionamos a Thierry Henry, y su mano traviesa que dejó sin clasificar al equipo de Irlanda, cabe decir que Francia pagó caro su lugar en la justa mundialista, haciendo ver que Irlanda sí debió estar allí por derecho propio. Pero también el equipo italiano, la squadra azzurra, recibió su merecido por aquella triste final en Alemania 2006. Ambos equipos, campeón y sub-campeón, respectivamente, sí terminaron por encontrarse de nuevo... ¡¡pero en el aeropuerto!!
- Exceso de confianza: Fabio Cappello, entrenador del equipo de Inglaterra, y el más caro de la historia del futbol, al igual que su homólogo argentino, Diego Armando Maradona, son la prueba fehaciente de la eficacia de aquel refrán que dice: "Presumir de buen cantante para salir con su 'la ra lá'". Cappello, a duras penas llevó a la selección de la rosa hasta los octavos de final y con la "eficacia" de su portero, peor aún... Y ¿qué decimos de El Diego? Pues casi lo mismo, sólo que la pesadilla de Italia '90 acabó con un sueño y, claro, con un exceso de confianza. Hasta los dioses tienen miedo.
- ¡¡Sorpresa, sorpresa!!: La selección de España, después de fallar ante su similar de Suiza, demostró que sí tiene bien puestos los tacos para afrontar mejores y más difíciles partidos. Y quedó más que demostrado con su inusitada llegada a la gran final, donde medirá fuerzas con una leyenda viva, Holanda, invicta desde su primer partido en Sudáfrica. (Sneijder vs. Villa.)
- Como siempre... el tri: Sin importarles mucho el valor de jugar el partido inaugural, ante los anfitriones, los bafana bafana, la Selección mexicana volvió a hacer de las suyas. Un bizarro empate precedió una victoria pírrica ante les Bleus y una esperada derrota ante los uruguayos, para luego, claro, temblar ante unos argentinos que lo tuvieron todo. (Pero de lo perdido, lo encontrado: el Chicharito Hernández, con una prosapia pambolera tras de él, formará parte del Manchester United, y el sui generis de petatiux, Cuauhtémoc Blanco, prepara un retiro para muchos -me incluyo- ya esperado.) En una palabra, ¡¡los hicieron sandwich!!
- Más jugosa que nunca: La selección de Holanda, la famosísima Naranja Mecánica, demostró una enorme fuerza y un tremendo dominio del juego. No por nada todos los partidos jugados lo volvieron el invicto de su grupo. Su mayor recompensa, luego de ganarle a Brasil en la ronda de cuartos, llegar con vida a las seminfinales y de allí, al partido final. (En este caso, su experiencia previa en las finales de Alemania '74 y Argentina '78, y sin toparse con teutones y porteños, sólo les resta un destino: ganar. A ver qué pasa.)
- África mía, ¡¡era suya!!: De las pocas selecciones africanas que participaron en la justa deportiva, sólo Ghana obtuvo el privilegio de llegar a cuartos de final. Camerún, Nigeria, Costa de Marfil, y la propia Sudáfrica se quedaron en el camino, donde evidenciaron muchas deficiencias en su estructura; Nigeria salió muy mal librada de esto, quián sabe cómo se lo cobrará el futuro. Ni siquiera los bafana bafana sacaron la casta, les valió poco ser los anfritiones ¿no creen?
- Monarcas destronados: Alemania tenía todo para recuperar el honor perdido en veinte años de sequía; desde la sabrosa victoria en Italia '90, la aplanadora germánica no ha visto la suya. Ni siquiera el hecho de organizar la copa de 2006 les dio más fuerza para obtener el tetracampeonato y pisarle los talones a Brasil en cuanto a copas ganadas se refiere. Destacamos de su participación el hecho de mandar a los ingleses y a los argentinos a su casa, pero subestimaron a la Furia roja... y les costó llegar a la final. (Creo que la ausencia de Michael Ballack influyó en algo...) Ahora con un tercer lugar, un futuro incierto aún les espera de vuelta.
- Nobleza obliga: Uruguay, primera selección de la historia en ganar la primera Copa del Mundo en su propia tierra (1930) y ganarle a Brasil en sus propios terrenos veinte años después (el maracanazo), regresa por sus fueros en Sudáfrica, bajo las órdenes de Óscar Washington Tabares, y con uno de sus grandes cracks en la alineación: Diego Forlán. A Uruguay le correspondía, por derecho divino, recuperar su trono, pero la juventud de tres selecciones europeas le hizo ver su suerte. (Queda la Copa América del año próximo para confirmar su fuerza.)
- Nuevos herederos, ¿viejos conocidos?: Brasil, como futuro anfitrión mundialista en 2014, tiene el deber de representar (y bien) a una fanaticada que los sigue con franca devoción, y más si la copa en cuestión se juega por segunda vez en tierras verde amarela, ¡¡después de 64 años!! Respecto a lo que dejaron en Sudáfrica, la selección dirigida por Dunga nos regaló algo del jogo bonito, pero quien mejor lo hizo fue, cosas de la vida, una Naranja muy jugosa. (Esperemos que ahora sí Ronaldinho sea de los elegidos y que la magia crezca. Oxalá.)
No cabe duda que Sudáfrica 2010 fue un mundial lleno de sorpresas, pero también varias cosas salieron a la luz, como el simple hecho que se trata de un país con sus propias desigualdades sociales, igual que México y quizás un poco peor. El futbol sí sirvió de algo: llenar de esperanza a una nación joven, que buscará, ya fenecido el fervor mundialista, su nuevo destino. Incluso, me atrevería a decir, que Sudáfrica nació dos veces: una, con la caída del apartheid y la integración racial, de la mano de Nelson Mandela, y otra, gracias a Jacob Zuma, actual mandatario, después de poner a Sudáfrica en el mapa internacional, al menos, por un mes. (The rest is not our business.)
Finalmente, sea la Furia roja o la Naranja mecánica, quien se lleve la copa y se convierta en el octavo país en obtenerla, debe reconocer, ante todo, el espíritu que rige a esta justa: un buen juego y nada más.
¡¡Nos vemos en Brasil 2014!!
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