Cada vez que un escritor o un filólogo ingresa a la Academia (sea la Real Española o alguna de sus corresponsalías), es un buen sino de que la lengua española sigue renovándose día tras día. (La RAE ganará muchas batallas ahora que se integre el inclasificable Javier Marías, por ejemplo.) Hoy no fue la excepción, con el ingreso de la historiadora Ascensión Hernández Triviño a la Academia Mexicana de la Lengua, quien fue electa como académica numeraria y tercera ocupante de la silla XXI, donde la antecedieron Jaime Torres Bodet y Salvador Elizondo, respectivamente.
A las siete de la noche, en el auditorio de la Coordinación de Humanidades, en Ciudad Universitaria, comenzó la sesión pública de la AML. La mesa estaba presidida por José G. Moreno de Alba, Director; Jaime Labastida, Director Adjunto; Gonzalo Celorio, Secretario; Diego Valadés, Censor estatutario; Ruy Pérez Tamayo, Tesorero, y Vicente Quirarte, Archivero-bibliotecario, además de la nueva recipiendaria. Luego del inicio de la sesión pública, nuestra Chonita procedió a leer su discurso de ingreso titulado La tradición gramatical mesoamericana y la creación de nuevos paradigmas. La primera parte de su trabajo la dedicó para hablar sobre Salvador Elizondo, escritor y académico que la antecedió en la Academia, y sus trabajos de índole literaria, además de sus traducciones y trayectoria universitaria. Luego de ello, habló sobre la importancia de crear, mejor dicho, adecuar la manera de organizar las lenguas indígenas bajo el sistema de las gramáticas europeas, lo cual contribuyó de sobremanera al estudio de las mismas. (Cabe aquí decir que la Dra. Ascensión Hernández Triviño ha dedicado buena parte del tiempo al estudio de este tipo de trabajos, patente en libros como los dos tomos de su Tepuztlacuilolli. Escritos en náhuatl, pero también en las ediciones críticas de las obras de Francisco Hernández y Pablo González Casanova, además de innumerables artículos hechos al respecto.) Un texto muy nutrido, del cual (y por razones de tiempo) solamente nos ofreció una muestra. Muy pronto veremos publicada la versión íntegra, bajo los sellos de la UNAM y la AML.
Después de una excelsa participación, José G. Moreno de Alba, Director de la asociación, procedió a colocarle el distintivo y la venera correspondiente que la acredita como nueva integrante de la Academia. Minutos después, correspondió al Dr. Diego Valadés responder el discurso, donde resaltó el papel que juega dentro de las investigaciones en materia de historiografía lingüística. (Hace más de tres años, cuando Valadés ingresó a la institución, tuvo un respuesta igual de franca y cordial, pero por parte de Miguel León-Portilla. Ahora, con Chonita, cumplió a carta cabal una deuda de honor.) Después de tan emotiva y sincera respuesta, se levantó la sesión y todos los asistentes procedieron a tomarse un buen vino de honor y en honor de nuestra Chonita. (De pilón, cabe decir que quien escribe saludó, a nombre de la FES-Acatlán y muy cordialmente, al Dr. José Narro Robles, Rector de la UNAM.)
Mientras en una mesa platicaban gustosos don Miguel León-Portilla, Jaime Labastida y Clementina Díaz y de Ovando, y en otra, Ernesto de la Peña y Eduardo Lizalde, varios escritores firmaban libros (Gonzalo Celorio, Vicente Quirarte y Arturo Azuela), algunos investigadores platicaban larga y plácidamente (Pilar Máynez, Rodrigo Martínez Baracs, José Carmen Díaz Miguel, Carmen Herrera Meza, Bárbara Cifuentes y Julio Alfonso Pérez Luna) y otros ilustres invitados se retiraban temprano (Adolfo Castañón y Miguel Ángel Granados Chapa), los vinos, la champaña y los canapés iban de un lado a otro. La festejada, según pude constatarlo, ¡¡no pasaba de la entrada del auditorio!! Porque, claro, las entrevistas para las cámaras de TV UNAM y las interminables muestras de cariño no paraban. Un día es un día.
Para mi buena fortuna, estuve muy bien acompañado por Elvia Luna, actriz de lustre histórico, departiendo hasta muy avanzada la estancia en la Coordinación de Humanidades. Luego se nos unió el joven historiador Federico del Pozo, quien, como es natural, fue por lana y salió trasquilado. (También estuve muy a la caza del autógrafo y de la foto del recuerdo.)
Sin embargo, he de resaltar una cosa: literalmente, fue una reunión de amigos, tal y como lo había sido la ceremonia de ingreso de Javier Garciadiego a la Academia Mexicana de la Historia en septiembre pasado. Tantas conocencias y tantos gratos (re) encuentros hicieron un día excepcional. Ahora sólo queda esperar que Ascensión Hernández Triviño, también Consejera honoraria de esta cliocracia babélica, siga cosechando nuevos triunfos y confirmando gratas amistades. Ojalá que sí.
¡¡¡Enhorabuena, Chonita!!!
1 comentario:
Federico del Pozo es latinoamericanista, pero bueno, la hace de historiador las más de las veces.
Por cierto, muero por saber cómo se veía...
Gracias por regalarnos esta crónica.
Saludos gripientos.
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