Mientras leía la versión internet del diario El Universal, me encuentro con varias cosas: una, que el escritor, académico de la lengua y editor Adolfo Castañón acaba de ganar el premio Xavier Villaurrútia 2008 por su libro Viaje a México, y la otra, hoy se cumplen dos aniversarios luctuosos: cuatro del fallecimiento del poeta mexicano Francisco Cervantes, y veinte del inclasificable pintor español Salvador Dalí, del cual no se deja de hablar, al menos, hoy. (Nuestra querida Leyvi Castro seguramente está muy al pendiente de ello. Tal vez.)
Es increible que el destino, el azar y la aleatoriedad de los obituarios se hallan confabulado para este tipo de cosas. Celebro, por un lado, a las letras, sea por el premio a Castañón, sea para recordar a nuestro poeta maldito de lusófila raigambre, y por otro, al mundo del arte, porque la obra de Dalí, muy a pesar de los berenjenales y malos entendidos que ha suscitado, conservará viva su persistencia y, si se quiere, el interés que motiva por los cuatro costados.
Bien sé que hoy no pararán los artículos sobre el pintor de Cadaqués ni las loas al buen Castañón, pero me gustaría cerrar estas líneas con una frase de Dalí: "La mayor desgracia de la juventud actual es ya no pertenecer a ella". ¿Será?
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