En entregas anteriores, hablé sobre las series televisivas de ayer, hoy y siempre que me han interesado. Gracias a una nota escrita en tiempo real por Nora de la Cruz en su aguja que lleva el hilo, me hice asiduo a una serie nueva, cuya temática puede desconcertar a más de uno: Los simuladores, misma que se transmite todos los martes a las 8 p.m por el canal Sony (televisión de paga) y a las 10 p.m por el Canal 5 de Televisa, que cuenta las aventuras de un grupo muy especial que ayuda a personas en desgracia mediante (lo que ellos llaman) un operativo de simulacro. Me explicaré mejor.
La serie, como buena parte de los programas actuales, tiene un origen argentino. (Una serie tan original como ésta tuvo que llegar de otras latitudes y en eso los pibes del cono sur nos llevan algo de ventaja. Auch.) En 2002, la mente creativa de Damián Szifrón creó a un grupo de cuatro personas dedicadas a ayudar a personas en desgracia bajo el móvil del simulacro: Santos, logística y planificación, es el líder y con quien se entrevistan las personas que requieren los servicios del grupo; Lamponne, técnica y movilidad, quien consigue los artículos requeridos en el operativo; Medina, investigación, y escudriñando la vida privada de los indiciados, y Ravenna, caracterización, cuyas dotes dramáticas hacen más verosímil el plan. Con sus habilidades, ellos envían señales falsas (actos de cualquier tipo, sin importar la ilegalidad que éstos conlleva) para beneficiar a sus clientes, hasta que las personas engañadas terminan por creerlo todo. Cuando los clientes están satisfechos con la misión, pagan al grupo una cantidad que suele ser el doble de lo invertido en el operativo y bajo la condición de ayudarlos en próximas misiones. (Esto explica la constante aparición de personajes de episodios anteriores.)
Ante este derroche de talento y originalidad, la serie mereció una segunda temporada, en 2003. Y la última, por cierto. (Se hizo una nueva versión con actores chilenos, pero fue un rotundo fracaso.) Con la globalización de la T.V., la idea de Szifrón rebasó fronteras geográficas, hasta llegar a España, donde, en 2006, se hizo una versión muy sui generis (vaya, hasta Federico D'Elia, protagonista de la versión original, participó en ésta) que llegó a la friolera de nueve episodios y luego, adiós. Esto no le impidió convertirse en una serie de culto. Y como la idea seguía dando lata en otros lares, Rusia no se quedó atrás y, al año siguiente, tuvo su propia versión. (Algo hilarante, si se me permite el comentario.) Y en días recientes, México -prosiguiendo con su argentinofilia televisiva- se aventó al ruedo con su propia versión, la cual, no está de más decirlo, es fiel al original porteño. (La rúbrica principal de la serie argentina, "Cité Tango", de Astor Piazzolla, interpretada por Gotan Project, se conservó en la franquicia mexicana, pero con un ligero remix; diametralmente opuestas las versiones de España, donde recurrieron a una melodía de swing muy al estilo de las series norteamericanas, y de Rusia, con una melodía tipo Pulp Fiction y que hace ver al grupo como una versión vodkatonic de The Hives.) Inclusive, la rúbrica original se filmó en los alrededores del tren bonaerense, misma que se asimiló muy bien en México, sólo que en las obras del Suburbano. (En sus diferentes versiones, con los cuatro sujetos caminando bajo la lluvia.) Y aunque los nombres de Santos y Medina quedaron fieles a los originales, no el caso de Lamponne y Ravenna, a quienes conocemos como López y Vargas. (Y la selección de actores mexicanos, ni dudarlo: Arath de la Torre, Alejandro Calva, Rubén Zamora y Tony Dalton, quien le da un poco más de clase a Santos.) Obviamente, la fidelidad al original también queda patente en cada episodio, y el traslado al contexto mexicano corrió por cuenta del dramaturgo Luis Mario Moncada, quien hace un ligero cameo en el capítulo 5, "El joven simulador". (Respecto al capítulo 8, "El Pacto Copérnico", es mil veces mejor el original que la franquicia. Cuestión de enfoques.)
Ahora bien, y por la heterodoxia de sus métodos, se les podría considerar héroes (o villanos, según se vea), pero, como lo describe Szifrón, "a veces, lo que es legal no es justo, y lo que es justo, no es legal" y en esa máxima radica su eficacia. Hasta del 99%. Pero lo que sí es meramente importante, es que juegan con las señales que se requieren para que el mundo gire. (Una palabra, un gesto, una mentira, no importa.) Dejo a ustedes la última palabra sobre la serie: quien escribe la sigue cada martes y es de lo mejor que ha visto en años. Muchas gracias.
3 comentarios:
Es una serie que atrapa, lo hizo conmigo el fin de semana que pasaron el maratón en el canal 5. El primer episodio que vi, confieso, no me gustó, se me hizo totalmente inverosimil. el segundo me gustó y para el tercero ya estaba acomodada con palomitas y té helado. Me zumbé cada episodio subsecuente hasta las once de la noche. Desconocía su origen argentino y ahora que lo sé debo reconocer que me apena, no porque sea argentino, sino porque parece que los mexicanos no tenemos ideas originales. Sé que no hay LA IDEA ORIGINAL, pues nada es nuevo bajo el sol, pero si confío en la dialéctica que después de una tesis, una antítesis surge la síntesis. Me gusta creer que los mexicamos podemos generar productos sintéticos (siguiendo el orden de ideas de síntesis) y no únicamente telenovelas. En fin, tal vez nos falta ver mucha más televisión para poder generar una nueva propuesta. Mientras tanto vean Los Simuladores, uno nunca sabe de dónde pueden surgir ideas.
Hablando de estas ideas exportadas y tropicalizadas, deberían ver UGGLY BETTY, la versión americana en formato de serie, de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea. Creo que es una mejor adaptación que nuestra telenovela mexicana, pero juzguen ustedes.
Querida Julia, gracias por compartir tu experiencia "simuladora". Y sí, coincido contigo en que el episodio 1 está muy, muy guango. De cualquier manera, como decía T.S. Eliot: "los malos artistas, copian; los buenos, roban". Cuestión de enfoques.
Nuevamente, ¡¡gracias!!
La versión Argentina es bastante buena, pero como buena mexicana creo que la versión que se hizo acá me parece que vale pena y que logró tener muy buena aceptación. Además el elenco fue muy bueno; Tony Dalton, Arth de la Torres, Alejandro Calva y Rubén Zamora le pusieron ese toque de picardía que distingue a los mexicanos.
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