En innumerables ocasiones, he contado aquí mis andanzas por el ancho y ajeno mundo de las letras y la historia, donde he conocido a una serie de personas excepcionales, sin lugar a dudas. Ahora aprovecho para hablar de una colega y amiga que, a pesar de las pausas hechas, cada encuentro sigue siendo el primero. Se trata de Gisella de León Cortés, cuyo cumpleaños es hoy.
Conocí a Gisella hace algunos años, en la Facultad de Filosofía y Letras, al final de una conferencia impartida por Luis Villoro, y a quien le llevaba algunos ejemplares de las gacetillas locales de la FES-Acatlán donde salieron sendos reportajes sobre su visita al campus. Luego que el Dr. Villoro me firmara varios artículos suyos y de entregarle las gacetas, Gisella se interesó en éstas y muy amable me preguntó si tenía otros ejemplares para obsequiarle. Hice lo propio con una y respecto a la otra, quedé de conseguirle una. Aún así, hicimos buenas migas y nos intercambiamos e-mails con la promesa de vernos nuevamente. En menos de un día, le localicé la gacetilla restante y me comuniqué con ella de inmediato. ¡¡Quedó sorprendida con la velocidad de mi respuesta!! y concertamos un posible encuentro una semana después. Por x, y, z razones, nunca se dio. Cosas que pasan.
Tiempo después, me comentó que las diversas encomiendas de carácter electoral la tenían de la ceca a la Meca, pero ello no interrumpió la comunicación, muy al contrario, la reforzó. No dejé de enviarle invitaciones de todo tipo para presentaciones de libros, coloquios, conferencias en la Academia Mexicana de la Historia y el INEHRM, hasta que supe que ella fue una de las personas afortunadas en ingresar al Diplomado sobre Historia política de México en el recinto sanangelino. Inclusive, me pareció verla en la presentación del libro de Javier Garciadiego, pero no pasó de allí. Hasta que hace unos meses, durante el foro sobre los 100 años del Ateneo de la Juventud, donde me (re) encontré con ella. Sus labores en la Fundación Rafael Preciado la tenían de norte a sur, pero la historia se encargó de juntarnos. No lo dudo.
Cada vez que veo a Gisella, admiro su cordialidad, su inteligencia, pero sobre todo, su pasión por aprender y seguir en el ajo de las actividades humanísticas. Cuando decía que "cada encuentro con ella es como si fuese el primero", no exageraba: podían pasar meses y felices días, pero cuando una amistad es sincera y completa, el tiempo era lo de menos. (Si Gisella fuese una palabra del diccionario, sería cordialidad, con todas sus acepciones.)
Querida Gisella, creo que estas líneas no bastan para celebrarte, pero sé de otras que, breves y sinceras, harán lo propio. Ahora y siempre, mis mejores deseos para ti y recuerda muy bien que las mujeres no tienen edad.
¡¡¡Felicidades, Gisella!!!
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