La desventaja de nacer en año sandwich, es decir, después de las Olimpiadas y antes de una Copa del Mundo (y viceversa), siempre conlleva fletarse todos los sucesos de y en torno a dichos sucesos, cuya periodicidad de cuatro años, puede inflarlos en demasía o darles la importancia de un cacahuate. Sin embargo, he decidido entrar en la marabunta del momento y dedicarle unas cuantas líneas al tópico pambolero.
Primero una leve confesión. Nunca se me dio el futbol, ni siquiera en la materia de Educación física, pero el interés surgió, por así decirlo, en las gradas. Como el fervor futbolero andaba en todas partes, varios de mis compañeros jugaban -ellos sí, aptos por naturaleza- la típica cascarita, y también se daban tiempo para llenar los álbumes con estampas de sus equipos favoritos. (Recuerdo que intenté llenar uno, sobre Italia '90, cosa que casí logré, mas con una postera decepción: no era el álbum oficial, producto de una editorial con nombre cuasi italiano, como de pizza... Y hasta ahí me quedé.) Tiempo después, una marca de chicles sacó a la venta unas bolsas con productos de su factura, con tarjetas de regalo y alusivas a Estados Unidos '94, ventaja que un compañero de entonces -cuyo paradero me gustaría saber, de paso- supo explotar al máximo: se volvió mi dealer tarjetero, tanto de futbol como de comics. Mi reinvindicación con el pambol llegó con Francia '98, mundial que me agarró en la preparatoria y el cual seguí con verdadera devoción, y mucho más cuando la Selección Nacional, el Tri, jugaba, aunque doliera la ronda de penales más adelante. Pero también nació una gran simpatía por otro gran equipo: Les Bleus, el equipo de Francia. Y mucho más cuando era anfitrión y contendiente. Aquella selección, compuesta por jugadores oriundos de antiguas colonias francesas en América y África, fue la revelación de aquella copa mundial. Mientras todos daban por sentado que Brasil abrazaría su quinta copa y que los alemanes llegarían a la final, luego de ocho años de espera, fui el único ingenuo que supo del potencial de Francia. (Hasta la fecha, ¡¡me siguen pidiendo la receta!!) De pilón, confieso que me dolió aquella gran final de Alemania 2006, entre Francia e Italia, donde la squadra azzurra se hizo de una victoria que no era suya, evidenciando la humanidad de los Dioses de St. Denis, como Zinedine Zidane y Fabien Barthez.
En este 2010, el furor futbolístico llega, por vez primera, a tierras africanas. Sudáfrica organizará una Copa del Mundo en un ambiente aún rezagado logísticamente hablando, pero cuyo ambiente social quizás le dará el beneficio de la duda. Y como le sigo la huella a mis dos selecciones, natural y elegida, a la hora del sorteo de la FIFA, me fui de bruces cuando supe que ¡¡estarían en el mismo grupo!! Y con el país anfitrión y Uruguay dentro del mismo, México se había sacado la rifa del tigre. (A ver cómo les va...)
A unos cuantos minutos del partido inaugural, México vs. Sudáfrica, cabe decir que el fervor deportivo nos sube un poco el ánimo, y más ahora en estos tiempos globalizadamente incorrectos. Obviamente, apoyo a mi equipo (como buena parte de mis compatriotas, claro) y espero de éste más que un gran desempeño en la cancha. Nos resta un mes de enconadas polémicas y acendradas pasiones pamboleras, pero hagamos lo posible por pasarla bien, al menos, en los próximos 90 minutos, donde todo debe brillar, o como se dice allá en tierras mundialistas, waka waka (y en la voz de Shakira, para acabarla...) Y ya.
¡¡Waka waka, Sudáfrica!!
1 comentario:
¡alguien me pude decir ¿que significa el dichoso waka waka?! no se fayuqueo el famoso dicho de Fozzie de los muppets cuando acababa de contar un chiste malo?
ya estuvo bueno de la chakira jodio el final de alemania 2006 y ahora aguantarla en todo el mundial de sudafrica no ma...
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