Quienes hacemos de la poesía más que una forma de vida, a veces resulta engorroso aventarse a un escenario y leer algo de la obra reciente, clásica o, simplemente, el repertorio que bien tenemos a llevar debajo del brazo y esperar aquella hora de los mameyes. Hoy no fue la excepción, gracias al Slam Poetry: Torre de Babel, encuentro poético muy peculiar que se lleva a cabo con motivo del Día de Europa, 9 de mayo, y que tuvo lugar en el Centro Cultural de España, ubicado en pleno Centro Histórico.
Días antes, alcancé a inscribirme vía correo electrónico y creo que lo hice dos que tres veces, con tal de esperar alguna confirmación ya certera. (Finalmente, sí la recibí: de parte de los organizadores, Rodrigo Fernández y Fanny Pascaud. Y hasta con una hora específica de llegada, misma que atendí muy al pie de la letra. Hasta perdí una sesión de mi curso en la Academia Mexicana de la Historia, saben...)
Llegué al Centro Histórico con casi dos horas de anticipación, en las cuales me dediqué a sacar algunas fotos de la Catedral Metropolitana, releer algunos poemitas del repertorio y hasta el destino me concedió encontrarme con Amelia Nava, de quien pensaba que leería algo de su trabajo. Para mi buena fortuna, me topé con las bellísimas hermanas Munzuri, Rosalina y Claudia, también puntuales a la cita. Juntos los tres, entramos al Centro Cultural de España, donde nos encaminaron hacia la terraza, lugar de la lectura. De inmediato nos apersonamos con los organizadores, por aquello del pase de lista y el orden de lectores registrados. (A Rosalina le correspondió el número 21, y a quien escribe, el 19.) Luego de esto, encontramos una mesa libre y en cuestión de segundos, a los participantes nos dieron una botella de agua de cortesía. Mientras llegaba la hora de la lectura, hablamos sobre tantas cosas, y, claro, de poesía, naturalmente. (Al mismo tiempo, Fabio Morábito platicaba con algunos colegas suyos, y Kelly Aro, colaboradora de La oveja eléctrica, también en franca charla con algunas escritoras oaxaqueñas.)
Pasadas las 7:30 pm, Fanny Pascaud, de la Alianza Francesa de México, y co-organizadora del Slam Poetry, nos dio la bienvenida a todos los participantes y nos comento que, a diferencia de anteriores ediciones, este slam sería por el mero gusto, es decir, por compartir la poesía en varios idiomas, según el tema de esta vez: Torre de Babel. Primero leerían los inscritos en la lista, y después de las 9 pm, harían lo propio algunos espontáneos. El maya estuvo presente gracias a la maravillosa voz de Jorge Cocom Pech; el mixe, por Martín Rodríguez Arellano; el zapoteco, Natalia Toledo; el huave, por Zulvia América Martínez, y el mixteco, por Lorenzo Hernández Ocampo. Pero ell náhuatl no se quedó atrás, donde Natalio Hernández (en voz de Angélica Pérez) y Pedro Martínez Escamilla hicieron lo suyo.
Aunque la "regla" (por así decirlo) era leer en el idioma original, Pere Perelló, aparte de leer sus poemas en catalán, procedió a traducirlos, para deleite del respetable. (Nos gustó más escucharlo en catalán, por cierto...) Sólo Aurel de Coloblo y Alessandro Raveggi sí cumplieron con la norma, y nos regalaron sendas lecturas en francés e italiano, respectivamente. Y como los que leímos en español no podíamos quedarnos atrás, hicimos igualmente lo propio con tal de seguir con el ambiente.
Luis Felipe Fabre (perdonen la expresión) me durmió con su cuasi poema sobre Rocío Dúrcal, que la verdad merecía algo más grande; Kelly Aro, colaboradora de La oveja eléctrica, nos regaló una muestra poética dedicada a los días de la semana, misma que me dejó muy impresionado; después, a un servidor le correspondió entrar en escena (mi poema de batalla, "Innamoramento", cumplía con el requisito secundario del chou: tres minutos máximo), pero igual y me sentí como en los homenajes de los lunes en la primaria. Sin embargo, este extrañamiento de mi parte quedó superado con la maravillosa lectura de Rosalina, de quien reconozco una cierta frescura en sus poemas; no dudo que, con un poco de empeño, sería una luminaria de las letras mexicanas. Así es. Y para cerrar la fase de iconoclastas, Hernán Bravo Varela, al igual que quien escribe, sacó algo del repertorio y salió muy bien librado. (El sol no se opacaba en su reino...) Hubo un participante, cuyo nombre -por ahora- olvido, que, literalmente, se la peló, con semejante ensalada de neologismos, imperativos y demás andamiaje verbal. Podría decirse que fue la revelación del momento, pero hasta ahí. Al final, no reparamos en presencias ni en tremendos lectores de poesía.
Como mis bellísimas acompañantes debían irse temprano, accedí a acompañarlas a la parada del autobus, y mientras salíamos del lugar, pude ver nuevamente a Amelia, ahora con Lizbeth Zavala y Patricia Arredondo integradas al grupo, pero sólo pude saludarlas de lejitos. "No me voy, me llevan", les dije. (Además, Hernán Bravo también se había ido temprano, caray.)
Finalmente, no me arrepiento de mi participación en el Slam Poetry de hoy. Bien sé que puedo aguantar éste y otros encuentros poéticos, pero me falta algo más de asombro por lo que pueda suceder a la par o después. Me resta por mientras seguir picando piedra, publicar lo que más se pueda, y, sobre todo, preparar un volumen con toda esa poesía desbalagada por revistas y suplementos. Al menos, sí que tendré un buen salvoconducto para las lecturas que se avecinen. De veras que así es.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario