La sola mención de la palabra México de por sí genera escozor a ciertos sectores de la sociedad mexicana, quienes ven, por un lado, una exhaltación de una identidad, y, por el otro, un vergonzoso resbalón. Ambas partes de la historia tienen razón, pero no toda, desde luego. En las letras mexicanas del siglo XX, Samuel Ramos, Jorge Portilla, Octavio Paz y Jorge Ibargüengoitia, por decir algunos, han colocado al mexicano en una caja de Petri y observado -cada quien sus armas, claro- con detenimiento las cosas que lo conforman. (Aún prosiguen las polémicas desatadas, por si querían saberlo.) Sin embargo, el ingreso a este elenco de Nicolás Alvarado, sólo habría de ponerle la cereza al pastel... o la tachuela en el asiento.
Nicolás Alvarado, de sobra conocido por sus participaciones en programas de T.V. como La dichosa palabra, Suave es la noche, Reverso y su segmento cultural en el noticiario matutino de Carlos Loret de Mola, desde antes ya tenía un buen kilometraje acumulado en lo que periodismo radial y escrito se refiere, pero ningún libro publicado. Gracias a los buenos oficios de la editorial Norma, en 2006, sale a la luz su primera obra: Con M de México. (Alvarado confiesa que la idea, como todo en esta vida, no es original: un volumen semejante sobre cocineros publicado en Estados Unidos motivó esa intención, pero la manera de verlo sí que lo es.)
Con el pretexto del conformar un diccionario con las palabras que generan escozor en buena parte de la sociedad mexicana, en Con M de México. Un alfabeto delirante, Alvarado emplea para ello las artes del ensayo y los artificios de la ficción para pintar un retrato aproximado de México. Eso sí, con algo de humor ácido, guiños autobiográficos, poesía de ocasión y hasta lo más selecto de la cultura popular y, claro, también del jet set. Palabras comunes y corrientes como Asalto, Basura, Compromiso, Chilango, Desconfianza, Erotismo, Familia, Gringa, Hueva, Impuestos, Joto, Kilos, Lunes, Llanto, Marcha, Navidad, Ñero, Ortografía, Política, Quimioterapia, Resaca, Salinas, Televisión, Uniformados, Vecino, W.C., X (a secas), Yo y Zempasúchil, pasan por la pluma de Alvarado y se convierten en ensayos cuasi sociológicos, crónicas desatadas del nuestra nice people de petatiux, enconadas diatribas, poesìa de ocasión y hasta un aforismo totalmente mexicano, como el caso de "Con H de Hueva", que me permito citar de forma íntegra: "Ps... hueva, ¿no?". (Ya ni Monterroso...)
También cabe notar la presencia de un alter ego del autor, Federico Cortés, quien protagoniza a la perfección las situaciones recurrentes del mexicano: las manifestaciones que desquician a una ciudad de por sí desatada, el engorroso acto de pagar los impuestos (para no pagar consecuencias), la diezmada ortografía empleada en los e-mails, los mil y un demonios de la cruda, y hasta el asalto nuestro de cada día. Quien lea cualquiera de los textos dedicados a ello, no evitará identificarse. (Para bien, para mal.)
En innumerables ocasiones, Nicolás Alvarado he declarado que las palabras son el mejor juguete que se pueda tener. En Con M de México, mientras deshace (o lo intenta, según reconoce) algunos mitos del mexicano, ante todo está jugando con el lenguaje. Y entre ese esquizofrénico juego, siempre hay verdades como puños que no se escapan. Y qué decir de su lectura: más de uno se verá retratado, aunque eso -¡auch!- nos duela en el orgullo. En una palabra, un libro que no debemos pasar desapercibido. Si al terminar su lectura, se decide compartirlo, ficharlo o, de plano, mandarlo al bote de la basura, ésa ya es decisión del lector. (Ni modo: o lo amas o lo odias.) No cabe duda que, con este libro, Nicolás Alvarado entró con el pie derecho a las ligas mayores de la literatura mexicana del incipiente siglo XXI.
Cierro estas líneas con una anécdota de Pablo Neruda. Éste, en alguna ocasión, le dijo a un joven Antonio Skármeta una opinión lapidaria sobre su primer libro, El entusiasmo: "Todos los primeros libros de autores jóvenes son buenos. Mejor esperemos el segundo". Y esto viene a cuento porque ya tiene rato que Nicolás Alvarado publicó La ley de Lavoisier, su segunda incursión editorial. Mientras llega el momento de hablar sobre esta obra, queda mi recomendación para acercarse a Con M de México. Puedo asegurarles, queridos lectores, si no una lectura nueva, al menos un motivo para entretenerse por un rato. Sí que sí.
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