Casi como antesala de los sucesos venideros de 2010, la ronda de las efemérides se empeña en celebrar a dos genios de las letras mexicanas casi al hilo; si hace dos días, el festejado era un poeta, José Emilio Pacheco, hoy le toca el honor a un crítico de mirada afilada: Emmanuel Carballo, a quien anoche le fue entregada la Medalla Bellas Artes por sus 80 años. Pero vayamos por partes.
Emmanuel Carballo Chávez nació en Guadalajara, Jalisco, en 1929. Como a varios de sus paisanos, entre los que se cuentan Juan José Arreola, José Luis Martínez, Antonio Alatorre, entre otros, tuvo desde temprana edad un acendrado interés por las letras; mismo que lo llevó a publicar en revistas de la capital tapatía, donde Carballo inició su camino literario gracias a la poesía. Sin embargo, sería el ensayo su toral y verdadero campo de acción.
Al igual que sus coterráneos, viaja a la ciudad de México para proseguir sus caminos literarios. Junto a Carlos Fuentes anima la primera (y verdadera, según él) época de la Revista Mexicana de Literatura, que sienta un connotado precedente en las letras mexicanas. (Aquellos jóvenes autores, quienes publicaron sus primeras obras en sus páginas, hoy en día son las luminarias colmadas de premios y homenajes. ¿Verdad, JEP?)
A partir de 1958, Emmanuel Carballo incursiona en el género nada despreciable de la entrevista; un oficio meramente periodístico se volvió en él una prueba de vida. Su finalidad: conocer qué cosas hay detrás de los autores de las letras mexicanas, protagonistas de una época más que productiva. Desde José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Artemio de Valle-Arizpe, pasando por Ramón Rubín, Salvador Novo y Agustín Yáñez, hasta llegar a Carlos Pellicer, Juan José Arreola y Carlos Fuentes, Carballo no sólo repasaba épocas, estilos y manías, sino también rescataba del olvido algunas cosas que, de no haber sido por él, muchas investigaciones al respecto no existirían. En 1965, el primer esfuerzo de esa empresa llevó por nombre Diecinueve protagonistas de la literatura mexicana. Dos décadas más tarde, la inclusión de otra señera figura al elenco, Elena Garro, condujo a que Carballo suprimiera el diecinueve del título y dejarlo tal y como hoy lo conocemos: Protagonistas de la literatura mexicana. En 1994, en un afán interminable por corregir y aumentar su obra, hace ligeras pero significativas adiciones a las cosas que dijo sobre los primeros antologados, pero también incluyó dos nuevos autores a ese non elenco: Mauricio Magdaleno y Juan Rulfo. Y como don Emmanuel quiere saldar cuentas antes que el tiempo le dé alcance, en la edición definitiva de 2005, finalmente incluye a Octavio Paz, con quien tuvo varios y enconados episodios de box intelectual en su vida.
En la obra de Emmanuel Carballo, además de su lectura de los clásicos mexicanos del siglo XX, también se dio tiempo para la crítica literaria. Dada su fama de puntilloso lector, lo mismo hacía pomada la obra de una figura consagrada que la de un novel autor. Los juicios de Carballo eran como balas expansivas: siempre daban en el blanco y generaban reacciones encontradas. En este rubro, se ganó en cierta manera el título de francotirador de las letras mexicanas. Incluso, este adjetivo dio nombre a una de sus compilaciones más famosas: Notas de un francotirador.
Entre la crítica y el rescate literario, Carballo dedicó una parte de su tiempo para escribir sus memorias (Ya nada es igual) y regresar muy brevemente a la poesía (Eso es todo). Aunque eso, cabe decir, no lo exime de seguir generando polémica. Algunos críticos actuales han reconocido el magisterio y la influencia de Carballo, pero aún le reprochan su retiro parcial de las letras. El último francotirador deja el campo de batalla y se dedica a reconstruir una vida puercamente vivida.
Termino estas líneas con una invitación y un reconocimiento. La invitación expresa para acercarse a las letras mexicanas mediante la lectura de sus obras; a pesar del tiempo transcurrido, aún suscitan tanto interés como debate. Y mi sincero reconocimiento a don Emmanuel por una vida, dicho en sus propias palabras, "puercamente vivida". Mil gracias.
1 comentario:
Un placer -siempre- leerte.
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