martes, 24 de junio de 2008

Alí Chumacero en Bellas Artes

Anoche tuve la fortuna de asistir a un evento cumbre dentro del calendario cultural en México: los 90 años de vida del poeta nayarita Alí Chumacero, en el Palacio de Bellas Artes. Desde luego, no me lo perdería por nada del mundo.
Llegué al Palacio cerca de las 5:30 p.m, donde además de obtener un lugar considerable en la fila de entrada, y al igual que varios de los asistentes, fui testigo de los ensayos que realizaba el Ballet Folklorico de Amalia Hernández en el vestíbulo principal. Desde luego, esto sería una probadita de lo que vendría después. A las 6:15, aproximadamente, hizo su llegada el homenajeado, acompañado por algunos escritores que participarían en su homenaje: Carlos Montemayor y Emmanuel Carballo; éste último, junto a Beatriz Espejo, quienes se tomaron una serie de fotografías frente al hermoso arreglo floral que flanqueaba la entrada a a la sala principal del palacio. Después de la presentación de bailes de Nayarit, ejecutados por el Ballet de Amalia Hernández, el público ingresó a la sala, y a medida que iba entrando, a cada persona se le obsequió el programa de mano y un ejemplar de una antología de poemas de Alí Chumacero, seleccionados por el autor. A las 7:15, dio inicio el homenaje.
Después de oír las intervenciones de Dolores Castro, Carballo, Montemayor, Jaime Labastida y Eduardo Lizalde, el maestro Alí leyó unas palabras, donde agradecía infinitamente todas las atenciones otorgadas para con su persona en este 90 aniversario de vida, y cerró su participación con la esperanza de vivir otros treinta o cuarenta años para seguir haciendo lo que más le gusta: leer, escribir y corregir galeras en el Fondo de Cultura Económica. Y para cerrar con broche de oro, la participación de la Capella Cervantina, dirigida por el flautista Horacio Franco, cuyo repertorio de la noche estuvo compuesto por obras de J. S. Bach. Música y poesía reunidas en un solo lugar; no cabe duda que fue lo máximo.
Para cerrar una excelsa noche, hubo un coctel en la sala internacional del palacio donde el homenajeado y algunos escritores convivieron con parte del público asistente. Además de los anteriores, se contó con la presencia de Vicente Quirarte, Alberto Chimal, Miguel Capistrán, Huberto Batis, entre otros. (Quien escribe saludó a don Emmanuel y Beatriz, quienes se alegraron por mi presencia; asombró a Lizalde por la enorme cantidad de libros suyos que llevaba, y hasta se dio un tiempo para saludar a Quirarte y decirle que lo vería en alguna sesión pública de la Academia Mexicana de la Lengua.) Mientras esto sucedía, varios colegas míos tomaban margaritas sin ton ni son, una amiga se tomaba muchas fotografías con Chumacero y un compañero, bueno, digamos que sacaba al Rogelio Cuéllar que lleva dentro. Todo esto, hasta pasadas las 10 de la noche.
Finalmente, y con todo, el evento fue de lo más espectacular. En cierta manera, fue, como dijo alguna vez Álvaro Mutis, una celebración de la poesía. Pero de una poesía singular, única e irrepetible, misma que seguiremos celebrando constantemente gracias a la lectura y a la escritura. Los aniversarios van y vienen, pero la Poesía termina siempre por quedarse. Verdad que sí.

1 comentario:

Yo dijo...

Que envidia de la buena. Nunca olvidaré la primera vez que leí a Chumacero una lluviosa tarde en una librería de viejo en el centro, el Monólogo del Viudo, todavía siento el escalofrío al leer "porque todo en su nombre/ de heridas se ilumina". Que buena experiencia la de Bellas Artes.

Saludos