En alguna ocasión, mencioné lo gratificante que resultan las tardes previas a alguna conferencia en El Colegio Nacional, y de las cosas que se encuentran por aquellos lares. Sin embargo, después de la conferencia que se dio hace unas horas, quizás cambie de opinión. Veamos por qué.
Cerca de las 6 pm, quien esto escribe se apersonó frente a la puerta de El Colegio Nacional para asistir a la conferencia de Carlos Fuentes sobre La Novela de la Revolución mexicana. (Por lo visto, era el parroquiano número 10 en una incipiente fila que amenazaba con aumentar de tamaño.) Mientras revisaba mi celular, por si me llegaba un mensaje de una bellísima amiga y colega, un empleado del Colegio procedió a entregarnos unas hojas donde se decía expresamente: "Se informa a todos los asistentes a la conferencia evitar firma de libros, entrevistas y autógrafos". Con semejante advertencia, más valía irse de allí, pero tampoco exageremos.
A las 6:15 pm, y con un calor meramente abrasador, entramos al jardín del colegio, donde algunos de los asistentes leían ejemplares de La región más transparente o de Aura, mientras llegaba la hora de ingresar al Aula Magna. Quince minutos después, ingresamos con el debido orden. Sin embargo, al entrar al recinto, las primeras seis filas ¡¡estaban apartadas!! Y, claro, para los invitados de Carlos Fuentes. De cualquier manera, no me tocó mal lugar, pero no era tan bueno como había pensado. Mientras llegaba la hora citada, lo repito, algunos leían libros de Fuentes, otros el periódico, y algunos más revisaban sus celulares. (Una merienda de negros se queda corta, ¿no creen?) Llegó la hora marcada, 7 pm, y los empleados de El Colegio Nacional nos salieron con una cantilena que hasta ahora sigo con ganas de mentársela: "A los asistentes de las primeras filas, favor de ocupar algunas de las filas de adelante" y como si éstas palabras fuesen mágicas, todos nos lanzamos sobre los nuevos lugares, y, claro, así obtuve un magnífico lugar, nada más ni nada menos que detrás del escritor Mauricio Carrera y de la periodista Marisa Escribano.
Con quince minutos de retraso, llegó con aire triunfante al auditorio el maestro Carlos Fuentes, quien llevaba consigo un ligero fajo de hojas y una libreta moleshkine color negra. Se puso frente al atril y además de agradecer al público su asistencia, comenzó su exposición, donde las novelas a tratar eran, claro, las clásicas del género: Los de abajo de Mariano Azuela, La sombra del Caudillo de Martín Luis Guzmán, Al filo del agua de Agustín Yáñez, y Pedro Páramo de Juan Rulfo. De cada una hizo sus justas ponderaciones (a título personal, no me pareció hallar cosa nueva en éstas) y alguna que otra anécdota sobre los autores. Como a las 8:15 pm, Fuentes terminó su disertación, hizo una caravana, y, luego de un minuto de aplausos, abandonó el edificio.
En el jardín del Colegio, finalmente me encontré con la Bellísima, quien me comentó que hizo su arribo al lugar cuando Fuentes hablaba sobre La sombra del Caudillo. "Con esas palabras, puedo darme por bien servida", me dijo. Y como El Colegio Nacional es un excelente lugar para los reencuentros, no faltó encontrarme con Carlos Gorbea, muy bien acompañado por su hermana (¡¡fiu, fiu!!), y para acompletar el cuadro, llega mi admiradísima actriz Elvia Luna, con quien ya quedé de asistir a las conferencias de la Academia Mexicana de la Historia. De pilón, cabe mencionar la presencia cordial y omnipresente del gran fotógrafo Pascual Borzelli.
Con todo y sus bemoles, la conferencia de Carlos Fuentes en El Colegio Nacional fue un evento inolvidable. Creo que ya nunca más veremos algo igual y como le dije a la Bellísima, después de haber asistido a su conferencia magistral en el Auditorio Nacional, con motivo de su 80 aniversario, ya podemos descansar tranquilos. Sí que sí.
De cualquier manera, la Bellísima y un servidor, nuevamente reunidos por Carlos Fuentes, aunque sólo fuera por quince minutos. (¿Arrepentirnos de ello? No lo creo...)
1 comentario:
Fue un honor, como siempre.
Benditas tardes las que compartimos en el Centro de la Ciudad.
Te mando un beso.
Mariposa Tecknicolor.
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