Gracias al certero comentario de mi querida Eleftheria (es la grafía griega, no lo puedo evitar), regreso la mirada hacia una estación de radio que, literalmente, marcó mi vida. Me refiero a Radio Educación, que vive desde hace tiempo una larga perestroika, la cual, por un lado, sorprende, y por el otro, espanta. Sin embargo, no es para menos que le dedique algunas líneas de mi parte. (Es más, querida Eleftheria, me las debo.)
¿Qué puedo decir sobre Radio Educación? Si me inclino a decir que nació gracias a los buenos deseos de aquel caudillo ateneísta llamado José Vasconcelos, en la década de los 20's y que los vientos de cambio del '68 la reanimaron un poco, para luego dormir un sueño menos largo pero injusto al fin, estaré pecando de obviedad. Así es. Sin embargo, aprovecho este breviario cultural para hablar de una estación que no cede a los peligros de la comercialización (aunque, en fechas recientes, una avalancha de spots la doblega un poco) y que se ha mantenido firme desde hace tiempo. Radio Educación ha sido el puntal de muchas producciones que se han mantenido al aire por largo tiempo, como aquella heroica emisión de nombre Voz pública, conducida por el siempre presente Francisco Huerta, a quien muchos suplen, mas no sustituyen. Una emisión como Voz pública tenía el deber de darle la palabra al ciudadano para hacer presente su voz, sin cortapisas de ningún tipo, y que finalmente cumple con tener la información de primera mano. (Le recuerdo al lector que aunque Nueva República de Babel no es un blog político, digno es reconocer la benmérita labor que Paco Huerta tuvo hacia sus radioescuchas y debe saber que sus enseñanzas, como el Cid Campeador, seguirán ganando batallas después de todo.) En el rubro de la creación de una conciencia cívica, también debemos destacar Del campo a la ciudad, emisión que ha resistido tanto cambios de administración como enconados intentos de censura. Celebro sobremanera sus trabajos de difusión de las culturas indígenas, cosa nada fácil, ni siquiera por las instituciones oficiales. Seguro habrá más de un lector resuelto a corregirme y hasta con ganas de polemizar duro y macizo. Muy bien. Por ahora, sólo me apresto a reconocer la importancia de esas emisiones, y de otras como Relieves y El fin justifica los medios, que merecerían menciones aparte y un poco más de profundización. Pero aquí me quedo.
Por el lado de la cultura, Radio Educación se ha preocupado por llevar a sus radioescuchas emisiones de impecable factura, como las dirigidas al público infantil; tal es el caso de De puntitas, conducida muy amenamente por el inolvidable Emilio Ebergenyi, cuyo estilo desenfadado y bastante creativo complacía hasta el niño más exigente. Ah, y qué decir de Batido y espumoso, programa conducido por Eugenio Sánchez Aldana, que además de difundir la música infantil de sobra conocida por esos lares hertzianos, como los Hermanos Rincón, ¡Qué Payasos! y el propio Cri-Cri, también la alternaba con algo de música popular, es decir, producida en el Interior de la República. Claro que esas emisiones no estarían completas sin la presencia de un clásico entre los clásicos: Cachivaches, donde el humor y la creación de una buena conciencia convivían sin problema alguno; más de un radioescucha me dará la razón en ello. Sin embargo, aquel programa sería el primero en ser sacrificado por las nuevas administraciones. (Aún lamentamos su pérdida.)
La ingente labor de Radio Educación al ser un importante puntal en lo que a producción de radio se refiere, se halla en la magistral factura de sus radionovelas, las cuales no le pedían ni el saludo a las hechas por cierta estación. La importancia de éstas radica en retomar obras de la literatura universal, hacerlas accesibles para el público en general y, de refilón, acercar a más personas al placer de la lectura. Recuerdo La tía Julia y el escribidor, Los de abajo, El perfume, La casa que arde de noche, El tamaño del infierno, en fín... hay muchas que merecen estar aquí. (Mención aparte merece El terror sea con vosotros, un radiodrama que merecería una tesis de doctorado, por llevar el terror y el suspenso a sus máximas expresiones.) Y qué decir de programas como En los andamios de la creación, Gramática inolvidable, Mi otro yo, Los contertulios y Puedo escribir, conducidos por escritores como Héctor Azar, Beatriz Escalante, Froylán López Narváez, Willy de Winter y Pablo Boullosa, respectivamente, que hacen posible que cualquier hijo de vecino conozca a los creadores de la vida actual, corrijan su ortografía, juguen con el lenguaje o simple y sencillamente se pongan a escribir. Difícil empresa, más no imposible.
De su programación musical, que a pesar del campechaneo entre música comercial con la clásica y de otras latitudes, sigue siendo de muy buena calidad, solamente que con la proliferación de programas sin ton ni son se ha restringido un poco hacia horarios castigados, es decir, entre la medianoche y las 7 a.m. Y como toda estación que se respete, no pueden faltar sus locutores emblemáticos: Maricarmen García, Gabriela Sosa Martínez, Pepe González Márquez, Andrea Fernández, María Eugenia Pulido, Sergio Alberto Bustos, Eugenio Sánchez Aldana, Hilda Saray, y, claro, el inolvidable Emilio Ebergenyi, a quien seguimos extrañando.
La verdad, no sé cómo esté actualmente la situación de la radiodifusora, ahora que Virginia Bello dejó la dirección. Tal vez siga en esa larga perestroika que la lleve hacia otras latitudes, otras tendencias. Mis más fervientes deseos para que Radio Educación prosiga en el dial como una trinchera sin fin donde las ideas y el conocimiento lleven la nota cantante, y que se conserve firme como rezaba aquel famoso slogan muy suyo: el oasis del cuadrante. Por iniciativas villamelonescas, se perdieron Radio Rin, la XELA y Jazz FM; ojalá que Radio Educación no siga por ese lado oscuro del camino, y como hay en el cuadrante muchas barbas a remojar, Radio UNAM y el IMER no deben quedarse atrás y atender, de veras, a estos llamados de auxilio. Que así sea.
1 comentario:
Ulises, he leido con emoción tu artículo.
Te comento que hoy 28 de agosto Hilda Saray, fue nombrada Directora de Producción de la emisora. Seguramente será una encomienda exitosa pues Hilda conoce las entrañas de Radio Educación y las necesidades de la radio pública mexicana, además que como muchos que hacemos esta radio imprime gran pasión a su trabajo. Enhorabuena Hilda.
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