Hace cuatro años, decidí dar el gran salto y zambullirme en las agrestes aguas de la internet y abrir mi cuenta de correo electrónico. Hace dos años y pico, inauguré este lugar en la red donde tanto pasiones como obsesiones conviven en igualdad de condiciones. Ahora toca el turno a un extraño medio de relación social que hasta ahora no me ha dado fallas, y que denominaré con el nombre de holacinco. (Cabe mencionar que sus más cercanos competidores, caralibro y miespacio, son también los más sonados en estos lares virtuales.)
Recuerdo que en mi bandeja de correos llegaban, además de los avisos para coloquios, las cálidas misivas de grandes amigos y la publicidad institucional, las invitaciones de varios amigos míos para incorporarme a las filas del holacinco. Por un tiempo supe capotear esos mensajes y no darles alguna importancia. Sin embargo, luego de ver los perfiles públicos (ahora privados) de varias amigas, me entraron unas ganas de hacer lo propio, pero no pasaban de allí. Un sábado por la noche, luego de responder varios correos y hacer las anotaciones respectivas en esta bitácora en red, al final tuve que ceder. Y me registré.
En un principio, con sólo poner una foto mía y mis datos bastaba y sobraba, mas no era así. A medida que me integraba a ese mundo, llegaban sendas invitaciones de amigos, conocidos y nuevos rostros por conocer. Estuve algo escéptico, claro, pero luego aprendí sobre la marcha y ahora domino el holacinco tan bien que ¡¡hasta ya me piden asesorías!!
Además de agregar a los amigos de ayer, hoy y siempre, se da la oportunidad para conocer a nuevas personas, ya sea por algo que lees, escuchas o simplemente compartes, por mínimo que esto sea. Y si le sumamos el uso de diversos artilugios como bebidas virtuales, animaciones so cute, competencias de videos y música preferida, podría decirse que la diversión es lo único que importa. Sin embargo, existen los perfiles un poco más serios y dados a la difusión de un tema en particular; que equilibran sus opiniones en grupos o círculos de debate dentro del sistema. Desde mascotas y música pop hasta Astor Piazzolla y amantes del café, todo tema origina debate y/o coincidencia.
Bien sé de los peligros que este tipo de páginas conlleva, pero no me inclino a resaltarlos; lo único que se nos pide es cautela: no mostrar más de lo debido. Y si alguién decide cuidar hasta su propia sombra, simplemente se hace un tipo de blindaje y sanseacabó. Algo más: no se puede anexar a cualquier persona a una lista así porque así: teniendo cuidado con esto, el resto es pura mermelada.
Con todo, dejarse llevar por las tentaciones del holacinco es bueno; hacerse el Odiseo ante el canto de las sirenas sí resulta óptimo, lo reconozco, pero no todas las sirenas son policiacas. O ustedes ¿qué piensan? Mientras tanto, seguiré navegando por esas extrañas aguas y recuerden que estas líneas son sólo una opinión: la última palabra corre por su cuenta. ¿Verdad?
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