Reza el lugar común que "cuando una voz es hermosa, es mucho más poderosa que cualquier instrumento creado por el hombre". Y cuando ésta rebasa todo tiempo y espacio, mejor aún. En la historia de la música, son contadas estas presencias, mismas que han rebasado las barreras del tiempo y cuya belleza primigenia aún se halla presente. Tal es el caso de la cantante británica Sarah Brightman.
Nacida un día como hoy, pero de 1960, en Berkhampstead, Sarah tuvo desde temprana edad un marcado interés por la música y el baile, mismos que estudió conforme pasaba el tiempo; debutó en el teatro a la temprana edad de 13 años, y más adelante, se integró a varias agrupaciones de baile. Pero como la música era quien daba la nota cantante, en 1980 se convirtió en la vocalista del grupo pop Hot Gossip. Sin embargo, el teatro clamaba por su regreso y luego de abandonar el grupo, se integró al elenco del musical Cats, hecho que escribiría, de ahora en adelante, sus postreras cartas de navegación. Allí conoció a quien sería su esposo, Andrew Lloyd Webber, quien vio en Sarah una musa inspiradora para su música y a quien inmortalizaría en su obra cumbre: The Phantom of the Opera, musical de su creación, basado en una novela del francés Gaston Leroux. (Gracias a su interpretación como Christine Daee en dicho musical, Brightman fue rebautizada por críticos y admiradores como "El Ángel de la Música", título que aún conserva, a pesar del tiempo transcurrido.)
En 1989, Sarah sacó su primera producción como solista, The songs that got away, el cual no tuvo la respuesta deseada. Pero fue con su segunda producción, As I came of age, cuando empezó a despuntar en el mundo de la música. En junio de 1990, se separa de Lloyd Webber y sigue su propio camino musicalmente hablando. (En la memoria colectiva, su magistral interpretación en The Phantom of the Opera marcó un hito en su historia musical, pero lo mejor estaría por venir.)
Inspirada por los trabajos discográficos del grupo Enigma, Sarah viaja a Los Angeles y conoce al productor Frank Peterson, quien terminaría por producir todos sus discos. Desde Dive (1992), ya empezaba a vislumbrarse su peculiar estilo, es decir, el bel canto y el teatro musical, conjugados con algunos toques de pop y rock. (También conocido como crossover.) De este disco se desprendió el primer sencillo, "Captain Nemo", mismo que la llevó hasta los cuernos de la luna. Por aquellos días, se cuenta su participación en los Juegos Olímpicos de Barcelona '92, interpretando a duo con el tenor español José Carreras, el tema oficial, "Amigos para siempre". (Dicho dueto, fue el primero de varios que la harían doblemente famosa. Desde Plácido Domingo y José Carreras, pasando por Josh Groban y Andrea Bocelli, hasta Ofra Haza y Paul Stanley del grupo Kiss, cada colaboración es única en su género.)
Sus álbumes posteriores se caracterizaron por darle una nueva interpretación a temas ya consolidados en la historia musical, tal el caso de Eden (1998) donde interpreta obras de Puccini, Ennio Morricone y hasta un cover de "Dust in the wind" del grupo Kansas. Con La luna (2000), Sarah hace un recorrido por todas las canciones con el tema de la luna, entre éstas, "Hijo de la luna", del grupo español Mecano. Pero como los intereses musicales rebasan toda frontera, se lanza a grabar un álbum cuya principal idea surgió de su lectura de Las mil y una noches: Harem (2003), donde introduce los rítmos árabes sin dejar de lado el pop. (Así, un aria de Madama Butterfly de Puccini, se convierte en "It's a beautiful day", y "Canção do mar", éxito de la portuguesa Dulce Pontes, en "Harem".)
En este año, y luego de varias recopilaciones discográficas en torno a su carrera, sacó un nuevo álbum de estudio, Symphony, donde destacan los duetos con Alessandro Safina, Andrea Bocelli y el contratenor argentino Fernando Lima, con quien interpretó el tema principal de la telenovela mexicana Pasión. De pilón, cabe mencionar que tuvo el privilegio de interpretar, a duo con el chino Liu Huan, "You and me", el tema oficial de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, inaugurados hace una semana.
Ante todo esto, la trayectoria de Sarah Brightman está llena de incursiones en todos los terrenos de la música, porque una cantante así solamente aparece cada siglo (o ¿debería decir milenio?) Sarah ha logrado encantarnos con su polifacética voz y además, para que la música llegue a todos nuestros corazones, no debe haber barreras de todo tipo, incluyendo las que se ponen dentro del propio mundo de la música. (Acercarse a las arias de Puccini no debe ser difícil para nadie, saben.) Pero ella ha logrado eso y más. No hay mejor homenaje para ella que escuchar sus discos y deleitarse con cualquiera de sus canciones. Después de todo, la verdadera música -como ésta- nos hace palpar completamente el tiempo. ¿No es así?
1 comentario:
Coincido de sobre manera, esta voz es una bella flor entre el comercialismo puro de la música actual
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