En la historia de la música, es contada la presencia de mujeres dedicadas a la composición. Sin embargo, no debemos lamentar del todo esa circunstancia, puesto que hay presencias que llenan todos los huecos habidos y por haber con una prístina obra que rebasa tiempo y espacio. Una presencia importante es la compositora griega Eleni Karaindrou, cuya obra musical ha realizado en su mayoría gracias al trabajo fílmico de su compatriota Theo Angelopoulos.
Nacida en Teichio, Grecia, el 25 de noviembre de 1939, estudió, además de composición musical, arqueología e historia en la Universidad de Atenas; carreras que perfeccionó en la ciudad de París cuando realizó una especialidad en etnomusicología. Precisamente, estos estudios le permitieron acercarse a la música tradicional de su país y que, visto de una manera general, forman parte de ese particular estilo de composición que tanto la caracteriza. En 1975, comenzó su carrera componiendo las partituras para películas, teleseries y documentales, además de catapultar a la cantante María Farantouri. Fue hasta principios de los años 80 cuando conoce al cineasta Theo Angelopoulos, con quien colabora hasta la fecha, componiendo partituras de excelente calidad musical.
Parte de la magia (si así se le puede llamar) de la colaboración de Karaindrou con Angelopoulos, es en la manera como logra compaginar los caracteres de los personajes con el medio que les rodea. En El apicultor (1986), una pieza con toques de rock, describe los problemas del protagonista cuando encuentra a una lolita punk que le mueve completamente el tapete. En Paisaje en la niebla (1987), la inocencia de dos niños que buscan a un padre hasta ahora inexistente, se describe en una tonada sencilla pero triste, cuya finalidad, indirectamente, es conmocionarnos a tal grado que su sufrimiento es también el nuestro. Y en La eternidad y un día (1998), no sólo nos invita a sufrir, sino también a gozar con las últimas horas del protagonista, en cuya travesía final descubre el valor de las palabras y, por qué no, de la música. (Precisamente, en este score, Karaindrou recupera parte del bagaje musical de Grecia, introduciendo cantares de boda y melodías tradicionales de provincia.) Pero el verdadero tour de force en su obra se nota a todas luces en La mirada de Ulises (1995), donde una sola melodía juega con el protagonista, en una suerte de variaciones en torno al mismo tema, como un Odiseo balcánico en un viaje sin final aparente.
Aparte de sus colaboraciones con Angelopoulos, con quien tiene planeada la confección de una Trilogía sobre la Grecia del siglo XX -de la que El prado en llanto (2004) es apenas el principio-, Eleni Karaindrou incursionó en los terrenos de la ópera con su versión de Las Troyanas (2001), de Eurípides. Pero la música para cine parece ser que gozará de su talento por muchos años más.
E. M. Cioran decía que "toda música verdadera nos hace palpar el tiempo". En Eleni Karaindrou, es la memoria recobrada, porque después de un tiempo transcurrido, siempre es vital regresar al origen, sea cual fuere el destino final. Además, sus composiciones, fuera del ambiente donde surgieron, las películas de Theo Angelopoulos, rebasan todo tiempo y espacio y, claro está, nos hacen vivir la experiencia de la memoria recobrada. Finalmente, para describir la obra de Karaindrou sobran las presentes líneas, así que mejor los invito a que vivan con plenitud esa experiencia escuchando su música. Ésa sí dirá todo y más. ¿A poco no?
2 comentarios:
Muy buena presentación. Estoy escuchando Elegy of the uprooting, de Karaindrou, mientras leo este buen texto.
ES un placer enorme haber descubierto
a esta mujer ,su musica me lleva a sentir algo superior en mi espiritu;estoy escuchando Euripides Trojan Women
26 DICIEMBRE 2012
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