domingo, 29 de abril de 2007

Leaving Port Memories: Días infantiles de radio

Se acerca el Día del Niño y otra vez hacen de las suyas las visiones de estas interminables Leaving port memories. Sin embargo, y a invitación expresa de Rosalía Velázquez, haré una remembranza sobre la radio.
Desde que tengo memoria, siempre ha existido un aparato de radio en la casa, mismo que oía gracias a los gustos de mi padre; recuerdo que siempre sintonizaba la legendaria Tropi Q, en el 92.9 de F.M., donde supe que existía buena música tropical: pasaban buenas cumbias colombianas y conocí una versión en arpa de "Moliendo café", con la que cerraba un turno en cabina. Desgraciadamente, cuando cambió de género, cambié de estación.
Además de ésta, también escuchaba la también legendaria Radio Rin, en el 660 de A.M. Por supuesto, las canciones de Cri Cri no me eran ajenas, pero también supe de los Hermanos Rincón y otros cantantes que hicieron llevaderos mis días. (He de confesar algo: antes de tiempo, me alejé paulatinamente de esa estación. Me ahorré -si es una forma de decirlo- el brusco cambio de Radio Rin a La Candela 660. Para ese entonces, la XEW me convenció.)
Como parte de la herencia radiofónica, volverse escucha de la W era como sentirse parte de la historia pasada y presente, sobre todo si recordamos que las estrellas de hoy y siempre empezaron allí. Y como buen niño en busca de su Arcadia perdida, finalmente la encontré en una emisión sabatina y matutina, de nombre Musicalitrónico, conducida por Arturo Laphan, mejor conocido como Pistachón Zig Zag (y de sobra conocido). Desde luego que estaban los clásicos infantiles, como Cri Cri, Burbujas, Disney y el Tío Gamboín, pero se alternaban sus canciones y melodías con otras de factura reciente. (Con decir que "Laika" de Mecano era de las más pedidas.) Lamentablemente, con el correr de los años, dejé de oir el programa, y creo que lo hice en buena hora, porque también desapareció.
Desde la W, también me asomé al mundo que me tocaba vivir: entre los programas de Nino Canún, Horacio Jaramillo y Virginia Sendel y una peculiar emisión conducida por Susana Alexander, Ahora que me acuerdo, esperaba con ansía las transmisiones de los premios Eres, donde sólo la música me deleitaba. (Verlos por la televisión era lo más lógico, pero no era lo mismo.) Y hasta aquí mis recuerdos de la XEW.
Por supuesto que también tenía otras estaciones hacia donde navegar: la Consentida 1560 (que me educó el oído en lo que a música vernácula se refiere), Sinfonola 1410 (donde La hora de la risa era el programa de todos los días), pasando por la XEQK, la Hora Exacta del Observatorio, hasta llegar a mi actual casa, Radio Educación. Todas las mañanas, a las 7 a.m., despertarse con Batido y espumoso era lo máximo. (Y conducido por Eugenio Sánchez Aldana, mejor aún, por su profundo conocimiento de la música folclórica e infantil.) Algunos años después, Radio Sí, con Mayte Ibargüengoitia y el legendario Emilio Ebergenyi, te llevaba de la mano por la literatura mexicana. Y los fines de semana, ni se diga: Cachivaches y El taller de las sorpresas eran de cajón.
Después de estas Arcadias radiofónicas, tenía que ponerme al día con mis contemporáneos. Por eso, las estaciones poperas no me son ajenas. (Me chocaban en un principio, pero ahora, con varios años encima y visto como un anciano ante mi hermano de 16 años, siento que las conozco de toda la vida.) De cualquier manera, siempre regresaba a los clásicos, mis clásicos: Ray Conniff, Franck Pourcel, Paul Mauriat, y eso por medio de 6.20. (Allí supe que existía Mireille Mathieu: bueno, la primera vez que escuché una canción interpretada por ella, fue, precisamente, una de Cri Cri. Cosas de la vida.)
Después de muchos años, y viajando por ambos extremos del dial, me doy cuenta que la radio siempre ha estado conmigo y compartiendo no sólo una vida, sino muchas. Hace quince años, ante la demasía de estaciones musicales, deseaba que aumentaran las estaciones habladas. Transcurrido ese tiempo, y ante la exagerada cantidad de estaciones habladas, ahora ansío que aumenten las musicales. (No todo se puede en la vida. ¿Será?) Mientras se equilibran las estaciones, opciones como Horizonte 108, 660 Radio Ciudadana, Radio UNAM y la heroica Radio Educación, siguen, como el Cid Campeador, ganando batallas.
[P.S. Si me dieran a elegir cuál fue el mejor de los juguetes de infancia, sin dudarlo, diría: la radio.]

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, estaba buscando informacion de radio rin en la red y me encontre con tu blog y con esta entrada que tiene mucha informacion de la historia de la radio en el distrito federal.
yo vivi en la ciudad hasta 1993, por lo que recuerdo perfectamente "el niño robot", uno de los temas clasicos de radio rin, que interpretaban los hermanos rincon.
me da mucho gusto saber que todavia sigue en la memoria de alguien mas ese tesoro que fue radio rin, ahora no hay musica verdadera para niños, especial que los haga disfrutar su infancia, ahora hay adultos de poca edad.
tambien en mi vida tuvo una influencia muy marcada la radio, actualmente soy locutora, pero definitivamente, la radio ya no es como antes... ni hablar. Gracias x tu entrada. Saludos desde Morelia, Mich.