Ulises Velázquez Gil
En
su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, Felipe Garrido
menciona que, para leer, explorar y transformar el mundo, “nos servimos de
cuanto la naturaleza, la tradición, el arte, la ciencia y la tecnología ponen a
nuestro alcance”. Mediante la lectura es posible unir todas estas disciplinas,
y a fin de encontrarles varios puntos en común, es posible que todas destellen
por entero, sin asomo de contraponerse unas por encima de las otras.
Consciente de esta grata confluencia,
David Huerta nos entrega un libro que consigna una pasión lectora, a prueba de
tendencias actuales -espejismos, las más de las veces- y cuya persistencia no
cesa de ofrecerle gratas sorpresas: Correo del otro mundo. Fundamentalmente compuesto por las entregas
mensuales en el suplemento Hoja
por Hoja, de 2001 a 2008, el autor
comparte con nosotros sus hallazgos, así como sus reflexiones acerca de los
libros leídos y de cómo su lectura suscita un encuentro con otras disciplinas;
en aras, casi siempre, de provocar, en el buen sentido, una conversación.
Correo
del otro mundo se divide en dos
partes: una con textos de mayor aliento, y otra, homónima, con otros de menor extensión,
bajo la dinámica de aquel precepto de Baltasar Gracián (“Si lo bueno, breve,
dos veces bueno”), y donde el autor nos comparte algunas reflexiones, como en
el caso de “Ayudalectura”: Miopes y
astígmatas agradecemos esa invención formidable, sea de quien fuere. Nos
acompaña a lo largo de la vida; se confunde con los rasgos de nuestras caras
para siempre. […] Entre nuestros ojos y el mundo; entre
nuestras pupilas y el texto, dos almendras transparentes. Qué maravilla. (En
menos de dos páginas, y a resultas de su lectura de El nombre de la rosa
de Umberto Eco, el autor nos comparte un elogio del instrumento principal del
lector por antonomasia. Si alguien no se identifica a la primera, será porque
es lector a cuentagotas, o quizá tenga una visión de 20-20. Quién sabe…)
Uno de los libros más consultados -por no decir leídos-,
sin lugar a duda, es el diccionario, que cuenta con su propia notícula: “Reunión
de palabras”, donde ciñe su larga historia dentro de un párrafo, y de cómo su
presencia influye en el ulterior destino de quien empuña una pluma para lanzarse
al mar de la escritura. El poeta francés
Bernard Nöel me confió una vez cómo había hecho su aprendizaje: redactando
diccionarios. Creí no entenderlo: ¿preparaba algunas (o varias) entradas,
escribía artículos, confeccionaba fichas? No, me aclaró; escribía, él solo, anónimamente, diccionarios enteros.
De cierta manera, Correo del otro mundo
cumple las veces de un “diccionario”, donde lecturas, recuerdos e inquietudes
se ciñen a la concisión de una página, y aunque ésta sea quien coloque la nota
dominante, no es lo mismo un diccionario enciclopédico que uno de uso, por no
decir escolar. (Una cosa sí es segura: el despeje de la duda.) Para definir “Crimen
y política”, Huerta se vale de La sombra del Caudillo, y para
iatrogenia, recurre a Iván Illich, Francisco González Crussi y Lewis Thomas,
médicos que encuentran en la página escrita la ampliación de su mesa de operaciones
(“El impacto iatrogénico”).
Dos artículos merecen especial atención: “Cúmulo
de sustantivos” y “Novela e imágenes”; sendas lecturas a la obra de Gabriel García
Márquez. En la primera, las palabras más importantes y poderosas forman una
diarquía, una aristocracia bicápite: son los verbos y los sustantivos. Dicho de
otra manera: los Actos y las Presencias. Sólo un gran escritor, un escritor de genio,
puede abolir esa distancia, refundar, modificándola, esa disonancia permanente,
y fundir el acto con la presencia; conseguir la vitalidad de los sustantivos
por medio de su acumulación orquestada. Mientras que en “Novela e imágenes”,
el autor de Cien años de soledad se negaba rotundamente a que dicha obra
se adaptara a la pantalla grande (o chica, dadas las plataformas de hoy en día),
porque nunca se imaginó verle el rostro a sus personajes, delegando en el
lector esa tarea. A mí, la verdad, me inspira simpatía la actitud de García
Márquez. Además, la entiendo muy bien. La literatura y la visibilidad tienen
relaciones peculiares y no deberían ser reducidas a la brutal operación de
darnos gato por liebre de texto; un dibujo coloreado en lugar de las palabras
del relato […].
Sobre la segunda parte del libro, Huerta prosigue
la conversación con su lector, pero sus textos se tornan de mayor extensión, y
se ciñen a temas meramente literarios, como la obra de José Gorostiza, “Un
delirio de alas prisioneras”, y de tres estudios al respecto, “El sol de Gorostiza”.
Aquí cabe detenerse un poco: de la tercia de libros acerca del autor de Canciones
para cantar en las barcas, de uno celebra su estilo para suscitar un primer
-y afortunado- acercamiento, mientras que de otro sólo agradece la atención
prestada, dejando en último término un estudio más aledaño al galimatías, de
pingües aportaciones, a final de cuentas.
La joya de esta sección reside en un texto que, a
primera vista, podría contraponerse con el resto del libro; luego de leerla, no
dudamos en suscribir su razón de ser: “La querella del papel y el espacio”, cuasi
decálogo que más uno no dudaría en suscribir -no sin tristeza, claro está. Siempre
serán demasiados los libros: los que ya leímos, los que nunca leeremos, los que
nos regalaron y vemos (con una especie de santa culpa) porque debemos hojearlos,
siquiera, y luego, quizá, no podamos decir nuestra opinión a quienes lo
regalaron. Dan ganas, por supuesto, de reclamar ante algunos presentes
encuadernados: “Gracias por regalarme este libro… pero ojalá me hubieras regalado,
también, el tiempo para leerlo. (A primera vista, encuentro un eco de esta
querella en “Cuidado con los libros” de Vicente Quirarte; a ratos, casi elegiacos
ambos.)
¿Por qué leer Correo
del otro mundo? Retomemos otra idea de Felipe Garrido: “leer es a veces aprender
[…] y otras es formarse, compartir las ideas o los sentimientos de un autor y
dar al espíritu propio la forma intelectual o emotiva de lo que se lee”. Cuando
un libro llega a nuestra vida, se lee y al momento de llegar a la última
página, queda la evidencia de un cambio, de ver el mundo de otra manera, a fin
de proseguir el bosquejo de una propia trayectoria, en franco paralelo
con el tiempo y el aprendizaje aledaños a toda conversación, como suele pasar
cuando leemos los ensayos de David Huerta, cuya pericia en la crítica se nota a
párrafo batiente. (Si en la presente compilación prima la concisión, en Las
hojas. Sobre poesía, la profundidad.)
Con todo, que este correo de lecturas y algo
del mundo, empleando el título de un libro de Álvaro Mutis, no deje de
traernos buenas noticias, vueltas lectura a la espera de un siguiente converso.
(Así sea.)
David Huerta. Correo del otro mundo (y algunas lecturas más). Hoja por Hoja, 2001-2008. México, Grano de Sal/ Universidad Autónoma de la Ciudad de México/ Universidad de Guadalajara/ Universidad Autónoma de Nuevo León, 2019.
(21/mayo/2021)
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