lunes, 28 de diciembre de 2009

Ana Torroja entre dos siglos

Reza el lugar común que los cantantes y/o músicos que determinan una década o, siendo estrictos, un género, sólo nacen cada veinte años. Para las generaciones que hoy en día llegan a los impunes cuarenta y a la edad de los nuncas (los 30), una voz en español siempre nos acompañará, sea para recordar buenos e inolvidables momentos, sea para ponerle algo de sal a la herida para no olvidar. Seguramente más de uno tendrá en mente un determinado nombre, pero al final coincideremos en uno solo: Ana Torroja.
Mencionar el nombre de Ana Torroja, para unos remite al grupo de pop en español más famoso, Mecano, mientras que para otros viene a su cabeza "Duele el amor" o "Corazones", sendos duetos con Aleks Syntek y Miguel Bosè, respectivamente. Pero la vida, obra y milagros de Ana Torroja Fungairiño tiene otras aristas. Nacida un día como hoy, de 1959, en la cosmopolita ciudad de Madrid, en una familia de importante prosapia en el mundo de la Ingeniería civil y el Derecho. (Su padre y abuelo, importantes ingenieros civiles; sus tíos, abogados de lustre superior.) Y aunque en el seno familiar se cultivaba el gusto por la música, Ana se inclinó, en primer término, por estudiar Economía, mas no por mucho tiempo.
En 1974, casi seis años antes del período de efervescencia artística conocido como la movida, Ana conoce a José María Cano, con quien habría de relacionarse sentimentalmente tiempo después, hasta que Jose se traslada a Valencia. A su regreso, conforman un dueto de alcances todavía amateurs, que con el ingreso del hermano menor de Jose, Nacho, daría como resultado un grupo que, tal y como sucede con los grandes, en aras de cambiar su vida, al final cambiaron al mundo: el grupo Mecano. En 1982 con la salida del primer disco homónimo, en su papel como vocalista del grupo, Ana hizo suyas las temáticas de cada canción (compuestas, claro por los Cano), y aunque aquellas historias eran, estrictamente hablando, vividas desde una mirada masculina, fue el sello que definió el estilo del grupo. Mientras las canciones de Nacho hablaban sobre fiestas desenfrenadas y sus no halagüeñas consecuencias ("Me colé en una fiesta" y "Hoy no me puedo levantar") y de las sorpresas de la vida ("La fuerza del destino", "El lago artificial"), los temas tratados por Jose eran un poco más líricos y, si se puede, hasta poéticos. ("Eungenio Salvador Dalí", "Quédate en Madrid" y la clásica "Hijo de la luna", por decir algunas.) Pero la voz adamantina de Ana hacía de una historia sencilla una ópera de bolsillo. Después de seis discos de estudio, uno en concierto y tres recopilaciones (más las que se acumulen en la semana), en 1998, Mecano se despide de los escenarios y así sus integrantes se dedican a sus proyectos personales.
Poco antes de la debacle del grupo, Ana Torroja lanza su primera producción como solista: Puntos cardinales (1997), donde aún conserva el estilo que le dio identidad a Mecano, pero con un poco más de variedad en su producción, tal y como lo demuestran los sencillos "A contratiempo" y "Cómo sueñan las sirenas". (Eso sí, conservó de su época grupal una valiosa estrategia comercial: grabar sus versiones al francés.) Después de finiquitar su experiencia con los Cano, en 1999 aparece su segundo álbum: Pasajes de un sueño, donde introduce ritmos caribeños, pero le agrega más toques de pop. A final de cuentas, este género le acomoda mejor.
Mientras se hallaba a la caza de nuevas ideas para álbumes posteriores, Ana Torroja se dio tiempo para colaborar con diversos artistas; Sole Giménez (vocalista de Presuntos Implicados), Pedro Guerra y Armando Manzanero tuvieron la suerte de compartir algo más que un dueto, pero fue la estrecha colaboración con Miguel Bosè la que llevó su fama hasta los aires, gracias a la gira mundial Girados, cuya primera temporada pasó sin hacer tanto ruido, y hasta la segunda vuelta, retomó energías y derivo en la grabación de un disco doble y un dvd. (Quienes recuerdan el primer sencillo, "Corazones", saben a qué me refiero.) Después de la maravillosa experiencia de Girados, regresó al estudio de grabación y en 2003 sale a la luz su tercera producción: Frágil. Sin embargo, éste no obtiene la respuesta esperada por su séquito de viejos y nuevos fans. Después de colaborar con Aleks Syntek en "Duele el amor", Ana hace un alto en su camino solista y, como las buenas casas de moda, regresa a sus orígenes con La fuerza del destino (2006), álbum donde reinterpreta las canciones que le dieron fama a Mecano, pero de manera diferente; es decir, con arreglos nuevos. (Los acérrimos fans del grupo no bajaron esa intención de falta de respeto, pero mejor ella que Fey, cuyo disco "homenaje" sí que es un insulto. Cuestión de enfoques.) Actualmente, Ana trabaja en los últimos toques a su siguiente disco, cuya salida está planeada para 2010.
Para quienes crecimos oyendo a la Torroja, como ariete principal de Mecano, no dudamos que su voz se encuentra entre las mejores del mundo, apenas comparable a las de Luz Casal y Sole Giménez, pero éstas se cuecen aparte. Aún así, una voz como la suya merece muchísimas muestras de pleitesía, porque las historias que su voz hizo suyas, forman parte de la banda sonora que rige nuestra vida. (A título personal, "Hijo de la luna", "Eugenio Salvador Dalí" y "El siete de septiembre", de su etapa mecaniana, y "Corazones" de sus incursiones en los duetos, son mis predilectas y conforman una parte toral de mi vida.)
Y, para finalizar estas líneas, me atrevería a decir que su talento musical conservó algo de la ingeniería paterna. ¿De qué manera? Al construir en sus canciones atmósferas peculiares para desenvolver una, dos o hasta más vidas. De cualquier forma, una voz como la suya, termina uniendo, además de varios siglos, hasta los criterios más encontrados. O ustedes, ¿qué piensan?

1 comentario:

Mariposa Tecknicolor dijo...

Amo amo aaaaaaaaaaaaamo, cuando escribes breves biografías.

Me haces feliz.

xoxox
Papillon.