martes, 5 de octubre de 2010

¡¡Tuiteritos a volar!!

Hace más de seis meses (y ello justificará la enorme ausencia en este espacio), y gracias a que un conocido mío me hiciera -literalmente- manita de puerco, incurrí en una de las empresas más extrañas que se podían imaginar: abrir una cuenta de Twitter. (Renuente a ceñir en 140 caracteres, incluyendo espacios, todo un pensamiento y/o una acción, me dije que dicha empresa es sólo semejante a la de hacer aforismos, silogismos y neologismos, territorios vedados para mí luego de leer, desconcertado al fin, la obra de E. M. Cioran. Sin embargo, decidí intentarlo.) Ahora les cuento lo que viví en la feria.
Creado en un principio como suerte de mensajería instantánea, el tuíter (representado por un pajarito azul) cumple su función de dar a conocer las palabras del momento, es decir, alguna cosa que genere cierto interés y, claro, pasar en un instante de lo más profundo a lo más banal. Y viceversa. Desde luego, bajo la dictadura de los 140 caracteres, en los cuales se resume un tour de force con tal de abreviar las cosas. Ocasionalmente, ha pasado de la polémica fuerte (dar el pitazo a los automovilistas para así evitarles los engorrosos retenes del alcoholímetro, por ejemplo), absurda (el famoso shalalá bicentenario) y azucarada (la carrera artística de Anahí), hasta la inteligente (los "toritos" de la revista Algarabía, las efemérides del Fondo de Cultura Económica), reflexiva (los atinados reportes de Irma Gallo, Katia D'Artigues, Paola Rojas y Melissa Vega), interesante (las acrobacias verbales de Gilberto Prado Galán, Aurelio Asiain, Miguel Carbonell, etc.), e inclusive la denuncia (como Federico Arreola, que se explica solo), no cejan en suscitar una que otra reacción, misma que suele compartirse gracias al retweet, forma simplificada del reenvío, hacía otros tuiteros, quienes (por lo que dices o hasta por lo que no callas) deciden seguirte, y, en reciprocidad, deberías corresponder haciendo lo propio. (As you like it...)
Hay tres elementos a resaltar en el tuíter, que he seguido a cabalidad y que -me declaro culpable- lo mismo han aumentado que disminuido mi número de seguidores (followers): uno, hay tópicos recurrentes que se indican mediante un símbolo de gato (#) o hashtag, donde, se descubre, que hay millones y millones y millones de personas pensando en la misma cosa. Por ejemplo, #juevesdelibros es el pretexto para recomendar lo que leemos, lo que se debería leer, y hasta lo que no quieres, claro está. El segundo elemento peculiar es el llamado Follow friday (#FF), donde cada usuario recomienda -el viernes, claro- algunos de su libre elección, incluyendo, si se gusta, alguna razón para ello. Y la tercera razón que encuentro, es, ya se habrá ustedes imaginado, la rapidez en las informaciones, donde la credibilidad se prueba a cada minuto. Me explicaré mejor. Debido a su naturaleza de mensajería (cuasi) instantánea, hay usuarios que se pasan de veras y nos cuentan hasta lo que no queremos... o nos empeñamos a no escuchar, como ciertas figuras de la política, que hacen crítica sana o franco destripadero. (Es más, hasta los hay espurios, tanto en sus comentarios como su propia cuenta.)
Entre la fauna y flora que vive a flor de piel una experiencia tuitera, nunca faltan los vivales que, bajo el nombre de alguna celebridad, hacen de las suyas y se hacen de seguidores a diestra y siniestra, para que sus reales intenciones (malas intenciones) salgan al aire. Afortunadamente, varias luminarias han ejercido su derecho y acaban por legitimar su cuenta y, claro, su nombre. Y ya que hablo de peligros, uno muy presente en estos tiempos es darlo todo por hecho. Varias empresas de los mass-media tradicionales, han tomado al tuíter como fuente principal de sus noticias, cosa que suele confirmar el tiempo... o desmentir los indiciados, según parezca. Y hasta aquí con los tópicos generales.
En primera persona, mi experiencia como tuitero (¡¡Tuiteeeeeroooo, tuiteeeerooo...!!) no es tan apasionante ni tan petardista; simplemente me gusta comentar lo que haré al día siguiente, las lecturas que hago, los encuentros suscitados, las cosas que me salen a la vera del camino, en fin... una forma de la vida misma. (Si no me creen, los invito a comprobarlo: www.twitter.com/Cliobabelis)
Finalmente, como el pajarito azul que lo distingue, sólo me resta parafrasear aquella canción de sobra conocida, con perdón de la inolvidable María Jesús y su acordeón, desde luego. (Un heterodoxo homenaje, si gustan.)

Tuiteritos a volar,
cuando están en la red,
el enlace hay que seguir,
tui, tui, tui, tuíter.

El borlote o la pasión,
o la recomendación,
el enlace hay que seguir,
tui, tui, tui, tuíter.

Un 'unfollow" tú tendrás,
y lo propio tú harás,
el enlace hay que seguir,
tui, tui, tui, tuíter.

Seguidores, pa' variar,
y esperando qué dirás...
¡¡Te seguirán!!

Estarás en tuíter,
¡¡ah, qué papelón!!
Vente, vamos a chismear,
comiendo prójimo tú estarás.

Estarás en tuíter,
¡¡oh, que la canción!!
Vamos a pelar gallo,
y un ventanazo, auch, no librarás.
(Cíao!!)

2 comentarios:

JULIA CUELLAR dijo...

Me encantó leerte de nuevo, hacía mucho que no escribías. Pensé que habías abandonada la causa bloggera. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Ya tengo mi blog funcionando otra vez.
http://vaguedadh.blogspot.com/
Saludos desde Madrid!!!