miércoles, 22 de febrero de 2023

Primicia y permanencia

Ulises Velázquez Gil


A una pregunta que le hizo un colega suyo, Rubén Bonifaz Nuño le respondió de manera elegante: “En esta vida hay que leer a los clásicos y a los amigos”. Bajo esa lógica, se lee a los primeros por ocuparse de asuntos universales, mientras que a los segundos (es decir, nuestros contemporáneos), por las cosas de todos los días. En años recientes, la pluma de Irene Vallejo ha entrelazado ambos escenarios, donde lo que a primera vista parece un tema exclusivo de los años dosmiles, era ya moneda corriente en el panorama grecolatino, cuyo tratamiento y resolución no deja de sorprendernos, sea por su sencillez, sea por su profundidad.

En ese matiz, tenemos El futuro recordado, volumen que reúne su persistencia como columnista en periódicos y revistas, y que, a diferencia de otros colegas suyos, prima la concisión, es decir, cada artículo no rebasa la cuartilla en extensión. (Salvo contadas excepciones, como suele pasar en el gremio…) Más de una centena de textos que abarcan diversos temas, cuyo párrafo inicial se torna relato, tras el cual aparece una pequeña lección de historia, o un análisis de actualidad. Baste aquí “Beneficio bruto”, a guisa de ejemplo: Las palabras tienen su historia, cambian de significado a medida que las personas cambiamos de idea. Por eso, la evolución de algunos conceptos nos retrata como sociedad. Pienso en un término muy común: beneficio. (Lo que en un principio era sinónimo de un trabajo bien hecho, sin mayores fines que los de satisfacer una necesidad, andando el tiempo se tornó de ímpetus acomodaticios y convenencieros…)

A medida que avanzamos en su lectura, notamos que, con todo y avances tecnológicos como desviaciones semánticas, somos seres atenidos a la épica, que no nos cansaremos de urdir mitologías a diestra y siniestra, tal y como podemos leer en “Troyanos”: Los troyanos informáticos aluden a la leyenda clásica. La guerra duraba más de nueve años cuando los griegos, cansados del inútil asedio, decidieron tomar Troya recurriendo al engaño. […] En recuerdo de ese engaño, llamamos troyanos (por error, ya que los invasores eran griegos) a huéspedes informáticos que abren las puertas de nuestro equipo a un atacante exterior […]. Incluso en las más nuevas tecnologías sobrevive la épica antigua.

Paréntesis aparte. En algún diálogo de la película Gladiador, se dice que las cosas que se hacen en la Tierra resuenan en la eternidad. En estos tiempos, excesivamente mediatizados y sometidos a la tiranía de tuits y likes, sí ocurre ese eco, mas no del todo halagüeño para quienes nos esforzamos en hacer la diferencia… pero persistimos en el empeño. Y para reafirmarlo, baste aquí “La espiral de silencio”: La libertad para expresar nuestras opiniones, es resultado de una larga conquista. Sin embargo, todavía nos cohibimos cuando nuestras ideas van a contracorriente. […] Nuestra sociedad de masas, contradictoria y asustada, a veces libre y a veces acomodaticia, necesita más que nunca individuos capaces de asumir los riesgos de la originalidad.   

En algún momento de la vida, llegué a escuchar una frase tan lapidaria como alentadora: “Si quieres ser novedoso, lee a los clásicos”. No cabe duda que las letras de Irene Vallejo no cejan en su empeño de acercarnos (en cierto modo, devolvernos) a los clásicos, a sus obras, a su presencia imbatible, sin importar el tópico, tema o escenario al que guste referirse: una palabra (donde brillan sus dotes filológicas), un suceso, un pensador, todos del orbe grecolatino. En días donde surgen próceres de oropel (con sus huestes de bots y trolls, incluso), digno es subrayar estas palabras: Recordemos a los griegos y desconfiemos de los líderes cuya única obsesión es derrotar al rival. En la democracia, la rendición más importante no es la del adversario, sino la rendición de cuentas (“Rendición”). Y en la difusión -y ulterior defensa- del conocimiento podemos también hallar, sin asomo de duda, ese tan ansiado deseo.

Con todo y que la presencia del saber grecolatino es el hilo que une a todos los artículos, hay dos textos donde encuentro cierto parentesco: “Islas del tesoro” y el discurso inaugural para la Feria del Libro de Zaragoza de 2019. Para el primero, nos encontramos frente a un arranque de memorias, que revelan el prístino encuentro de la autora con los libros, en lugares donde se hacía escuchar la majestad de lo mínimo, recordando un verso de Ramón López Velarde. Lo pequeño es hermoso. No recuerdo cuándo empecé a amar los libros, pero la primera biblioteca que conocí permanece nítida en mi memoria. […] Desde entonces me fascinan las modestas bibliotecas de los barrios y los pueblos, esos cofres del tesoro al alcance de todos y cerca de cada uno.

Si para Irene Vallejo aquel paraíso del que hablaba Borges se le presentó bajo la forma de una biblioteca local, para activos y nuevos lectores, éste se nos presenta como una feria del libro, y doblemente dichosa cuando ésta se realiza en tu ciudad natal -Zaragoza, en este caso. En esta ciudad yo recibí el regalo del lenguaje y de los cuentos. No recuerdo la vida antes de que alguien me contase el primer cuento. Antes de que me enseñasen a bucear bajo la superficie del mundo, en las aguas de la fantasía. Durante esos años olvidados tuvo que ser duro -supongo- seguir una dieta tan estricta, sólo realidad. El caso es que, cuando descubrí los libros, por fin pude tener doble, triple, séptuple personalidad. Y ahí empecé a ser yo misma. (Como suele pasar con los grandes discursos, éste es aleccionador, generoso e inteligente. Vaya, hasta podría decirse que es la antesala de su ulterior Manifiesto por la lectura…)

¿Por qué acercarse a El futuro recordado? A veces, para hallar luz en un asunto que nos inquieta o nos atañe, es preciso echar mano del saber legado por los clásicos de Grecia y de Roma, cuya respuesta sorprende por su sencillez y concisión; primicia y permanencia que nos sirven de guía por el sendero de la vida actual. En cuanto a su interés por los clásicos y sus conocimientos, Irene Vallejo comparte afanes y empeños con Ikram Antaki y Rubén Bonifaz Nuño, quienes hicieron de la cultura clásica el eje conductor de sus reflexiones, sin dejar de conversar con sus contemporáneos, con quienes nos queda mucho por aprender, “porque todos hablamos el lenguaje de nuestro oficio”, a decir de Alfonso Reyes.

Que su lectura siga develando claves y suscite nuevas conversaciones, siempre en aras de mejorar nuestra visión del tiempo presente, donde los aprendizajes persistan y no dejen de señalarnos la senda a seguir. (Así sea.)   

Irene Vallejo. El futuro recordado. México, Debate, 2022 (Historia. Ensayo).  

 

(8/febrero/2023)