miércoles, 11 de septiembre de 2019

Ojos a la escucha

Ulises Velázquez Gil


“Toda música verdadera nos hace palpar el tiempo”. A primeras luces, este aforismo de E. M. Cioran nos parecería un poco pretencioso, sin embargo -y como en toda sentencia urdida por este avinagrado rumano- no deja de dar en el blanco en cuanto a su veracidad. En aras de buscar esa música que nos ayude a tocar el tiempo, se han vertido ríos de tinta con el fin de definirla, de hallarnos en su sola expresión, pero buena parte de las veces no pasa de crítica impresionista o de mero galimatías, según sea el caso.
            Lector del mundo en horas 24 y viajero frecuente de la crítica, George Steiner nos entrega en Necesidad de música sus incursiones lectoras en el mundo de la música: 28 lecturas que van desde reseñas bibliográficas hasta textos de mayor aliento, en tanto conferencias, artículos y hasta notas para programas de mano. (Vayamos con el primer movimiento.)
            La primera parte de Necesidad de música se compone por diez textos que comprenden la forma del artículo y de la conferencia, donde Steiner, a través de una lectura minuciosa de las obras musicales y de los autores ahí abordados, nos convence de su importancia. La flamante administración del Met de Nueva York como la obra cumbre de Arnold Schoemberg, Moses und Aron, se alternan en esta sección con la ópera Lulú de Alban Berg y con la nueva sede para la expresión artística ubicada en Lyon, Francia. Sin embargo, los intereses de Steiner en ese sentido son un poco más que nombres y lugares: Me parece que la música es, mucho más que la literatura, la gran esperanza de una trascendentalidad posible. Por eso es importante que a nuestros niños se les brinde acceso a la buena música desde temprano como sea posible. […] Nada me atemoriza más que la carencia de música seria en las vidas de millones de pequeños. El reemplazo de muchas formas de música por la barbarie del mundo organizado. La ensordecedora locura de no dejar que un niño encuentre buena música. (El subrayado es mío.)
Sobre esta última idea, bien cabría detenernos en “Una sala de conciertos imaginaria”, donde Steiner se preocupa por la manera artificial con que se reproduce la música a todas horas y a la menor provocación. Antes del disco y del fonógrafo modernos, la ejecución pública de uno de esos trabajos [musicales] era un acontecimiento dramático largamente madurado. Hoy, tiene lugar con el simple giro de un botón. [La música] no destaca por sus propias cualidades especiales, sino que se ha vuelto ambientación de otras actividades (comidas, conversación, lectura, tareas domésticas). Si creemos en las cualidades premonitorias de la literatura, diríase que Steiner presagió aquí los empeños expansionistas del Spotify, tal y como lo denota el traductor en el prólogo que precede a la compilación.
La segunda sección de Necesidad de música la compone “Solo a tres voces”, donde Steiner echa mano de la ficción (igual que en Los logócratas) para exponer sus inquietudes en torno a la música; mediante un encuentro de tres personajes (un músico, un matemático y un poeta) se suscitan reflexiones como las siguientes: Sólo la música puede brindar, en un sentido existencial, incluso razonable, la posibilidad de una experiencia más allá de la experiencia. Sólo la música puede sugerir la posibilidad de alguna forma de ser más allá de nuestras vidas empíricas, de dimensiones que son radicalmente “otras” (el músico). Si la música es inmune al bien y al mal, no es menos extrínseca a la verdad y la falsedad. Ingenuamente, la música, en forma notable la operística […], puede tratar de expresar, de imitar la falsedad. Pero no puede mentir per se (el matemático). […] me regocija la música; apenas podría imaginarme la vida sin ella. Y el imponente resplandor de las matemáticas puras me provoca un asombro duradero. Pero mi ser es el de lenguaje. Mi humanidad, imperfecta, a medio cocer, existe porque hablo. Porque puedo hablarles a ustedes (el poeta).
A medida que avanza ese encuentro de personajes, podemos notar que el músico, al igual que el matemático, se empeñan en sostener la importancia de la música y de las matemáticas, respectivamente, pero el poeta aparece en escena para justipreciar ambas, de igual forma con la poesía. Aún si es así, deberíamos celebrar la prodigiosa buena fortuna por la cual “un hombre animal desnudo y bípedo” como el que somos ha engendrado tres lenguas majestuosas, con las cuales podemos hablar, podemos cantar y tocar música, podemos hacer matemáticas, así sea en silencio. [Si me permiten el paréntesis, en “Solo a tres voces” se refleja de alguna forma el trilingüismo de Steiner y de qué manera se evidencia dentro de su obra: francés (el poeta), inglés (el músico) y alemán (el matemático), logrando a final de cuentas hermanarlos bajo un mismo sino: su obra misma.]
Para la tercera y última sección de Necesidad de música, llegamos a un territorio conocido de la obra steineriana: la reseña de libros. Para quienes han seguido con devoción sus pasos en este sentido, digna es de notar su constancia hemerográfica en las revistas The New Yorker, The Observer y el Times Literary Supplement. Las cartas de Ludwig van Beethoven, Richard Wagner y Glenn Gould; las biografías de Carlo Gesualdo, Liszt, Verdi, Berlioz y von Webern; y las memorias de Dmitri Shostakovich, por mencionar sólo algunas de las publicaciones reseñadas, reafirman en Steiner su pasión por la música, a la par que refrenda su labor lectora en horas 24. En este sentido, hay dos textos que merecen especial atención (“Un poco de música moderna” y “Escribir al compás de la música”), en torno a dos alemanes eminentes y su recíproca influencia músico-intelectual: Thomas Mann y Theodor Adorno.
En suma ¿dónde radica esa Necesidad de música que nos propone George Steiner? Para palpar el tiempo (retomando aquel aforismo de Cioran al principio de estas líneas), es menester hacerse de una música verdadera, que sobrepase todo lindero de la experiencia, donde “puede lograr cosas que el lenguaje anhela sin conseguirlas nunca”. Contar con este libro nos confirma por completo que su pasión crítica se puede ocupar de todos los campos, inclusive los de la música; ojos a la escucha del tiempo, de sus expresiones directas (obras, composiciones, intérpretes) y de su gramaje interior (epistolarios, biografías, memorias). Para el viajero frecuente de la “galaxia Steiner”, es escala indispensable, mientras que para su lector incipiente, una invitación certera. (Sea cual sea la elección, el placer de leer es mayúsculo.)  
Quede en ustedes, lectores, suscribir su melodía. (Así sea.)   

George Steiner. Necesidad de música. Artículos, reseñas, conferencias. Selección, traducción y prólogo de Rafael Vargas Escalante. México, Grano de Sal, 2019.  


(28/agosto/2019)