lunes, 31 de diciembre de 2018

Quince sobre 18

Ulises Velázquez Gil

Desde hace ya varios años, en los últimos días de diciembre, el tiempo y la cuenta me llevan hacia el mismo lugar: el escritorio atiborrado de libros, papeles y dos que tres objetos llegados con el año que corre. Para fortuna mía, los papeles se ponen a dieta y los objetos cambian de lugar -hasta de dueño, inclusive-, dejando que las lecturas salgan a flote y pasen, del consabido escritorio al buró, la sala o a mi bolsa de viaje.
Cuando me enfrasco en hacer el listado anual de lecturas, ya no me sorprende tanto la multiplicación de los libros, sino más bien la persistencia de algunos en los lugares arriba mencionados, y cuando llega el momento de hacer corte de caja, vuelven a casa para compartirme sus travesías. Comparto con ustedes los más sobresalientes (al menos, para mí) de este 2018 a punto de partir.
(La advertencia de siempre: si en este listado son evidentes ciertas ausencias, con todo gusto se reciben, sin importar el tiempo. Gracias mil.)

1) Hanami (Cristina Rascón) Sorpresas y desconciertos en el lejano oriente componen este volumen de cuento, de prosa bien cuidada y con amor al detalle, cuya dedicada lectura se vuelve el mejor de los viajes. Para releerse de principio a fin.
2) Fabrica de colores. La vida del inventor Guillermo González Camarena (Carlos Chimal) Las mejores biografías son las que nos hacen despertar en cuanto se llega al punto final; en aras de conocer la vida, obra y milagros de un grandioso inventor, su lectura se vuelve invitación para seguir sus pasos, a la busca del camino propio.
3) La vida por un imperio (Anamari Gomís) Cuando la historia quiere volverse novela, seguir los pasos de uno de sus protagonistas notables se vuelve viaje interior para quienes lo siguen; después de Ya sabes mi paradero, se confirma la maestría como narradora de Anamari Gomís.
4) El niño que fuimos (Alma Delia Murillo) Se dice que “infancia es destino”, pero si ese destino no suele ser el ideal ¿qué hacer? En esta novela, se descubre que, aunque se transite por la misma autopista para salir avante de los altibajos del tiempo, son inevitables las desviaciones que las escalas forzadas. (Mejor leer para conocer.)
5) Grab my pussy! (Mónica Soto Icaza) Amén del humor y de la sorpresa que destellan a cada página, estas historias nos revelan cosas que no se podrían creer a la primera, sin embargo, a medida que avance la lectura, caeremos en la cuenta de que nada es para tanto… ¿o me equivoco?
6) Una amistad literaria. Correspondencia 1942-1959 (Alfonso Reyes/ José Luis Martínez) En todo epistolario, es ineludible la confidencia y el aprendizaje, pero en particular con éste, entre dos autores fundamentales de las letras mexicanas, es recíproco y hasta destellante, en cuanto a proyectos y empresas en común. Por tratarse de Reyes, la tarea es ardua… y apasionante.
7) Funderelele y más hallazgos de la lengua (Laura García Arroyo) Las palabras, se dice, definen nuestra vida, pero su definición rebasa todo diccionario y en este volumen de ensayos se nos hace una invitación por partida doble: conocer y “adoptar” estas palabras queridas por la autora, y pensar en las nuestras, que nos acompañan a cada paso.
8) Orillas (Nora de la Cruz) Para hablar del mundo, reza el lugar común, basta con describir la propia aldea, y en este volumen de cuentos se logra a cabalidad; sin embargo, en estos textos se evidencia aún más el viaje que resta por hacer. En orden de aparición, o al azar, su sola lectura no deja de sorprender.
9) Sonetos y son quince (Julia Santibáñez) De todas las formas poéticas, el soneto siempre genera interés y le gana batallas al tiempo; por el rigor de su estructura, ningún tema le es ajeno y lo vuelve infalible cuando pinta con eficacia un tema del momento. Ante la poesía de instructivos y numeralias, es una bocanada de aire puro… y poético. 
10) Vacía de dioses (Alejandra Estrada Velázquez) Con todo y que sea la primera plaquette de una joven escritora, ya se puede sentir una voz propia, donde el tiempo y sus alegatos no minan su creación poética, sino que le acompañan en el diario oficio de la duda, que lo transforma todo a su paso.
11) Aquellos días (Sue Zurita) Cuando la vida nos depara tiempos no tan halagüeños, es necesario volver al lugar que nos dio vocación y destino, recobrar los pasos dados y seguir en el camino con fuerza renovada. Y esta novela destella en esos afanes.
12) Principia (Elisa Díaz Castelo) La ciencia y la poesía unen fuerzas y afanes para pintar de cuerpo entero los altibajos de su autora, así también sus miradas acerca del tiempo, que luego de escaparse, vuelve al punto de partida para contarnos su lado de la historia.
13) Ensayo de orquesta (Laura Baeza) En este volumen de cuentos, los músicos que conforman una orquesta, además de saber muy bien papel dentro de ésta, también nos comparten el ritmo y la melodía con que se define su vida, vertiginosos a final de cuentas. Un playlist de emociones encontradas, sin lugar a duda.
14) Barranca (Diana del Ángel) Hay dos palabras para describir este poemario: desolación y luminosidad. La primera, al describir un tiempo arrebatado de las manos por sucesos adversos; mientras que la segunda, por mor de la creación poética, nos devuelve parte de ese tiempo, permitiendo el reconocimiento y, por ende, la iluminación. 
15) Arquitectura del fracaso. Sobre rocas, escombros y otras derrotas espaciales (Georgina Cebey) En el vértigo de la excesiva edificación en la Ciudad de México, este libro de ensayos se vuelve visita guiada por los edificios que en un principio fueron promesa de bienestar, y hoy día no son sino los vestigios de una osada presunción. De lectura obligada para arquitectos presentes, pretéritos y futuros. 

[Mención aparte merece Amo y señor de mis palabras (Fernando del Paso), en cuya lectura va mi señero homenaje hacia un ingeniosos y genial escritor -a quien tuve la dicha de conocer, por cierto-, y que eligió 2018 para irse en silencio. Sin embargo, ahí nos queda su obra, a prueba de tiempo.]
A unas cuantas horas de su llegada, 2019 nos espera con nuevas cosas por aprender, compartir y disfrutar, y doblemente cuando se trata de lecturas, las cuales sabrán encontrarnos, y llegado ese momento, aquí estaremos para seguir conversando… y hasta disentir, si se da el caso, claro.
Después de todo, en los listados como en la vida, recordemos muy bien lo que nos dice una canción de Love of Lesbian: “La vida es más fácil, si andas despacio, ¿no ves que nadie llega al fin? Que fuera epitafio del hombre más sabio un ‘yo sólo pasé por aquí’”
(¡Muchas gracias a ustedes!)