Ulises Velázquez Gil
Desde hace ya varios años, en los últimos
días de diciembre, el tiempo y la cuenta me llevan hacia el mismo lugar: el
escritorio atiborrado de libros, papeles y dos que tres objetos llegados con el
año que corre. Para fortuna mía, los papeles se ponen a dieta y los objetos
cambian de lugar -hasta de dueño, inclusive-, dejando que las lecturas salgan a
flote y pasen, del consabido escritorio al buró, la sala o a mi bolsa de viaje.
Cuando me enfrasco en hacer el
listado anual de lecturas, ya no me sorprende tanto la multiplicación de los
libros, sino más bien la persistencia de algunos en los lugares arriba
mencionados, y cuando llega el momento de hacer corte de caja, vuelven a casa
para compartirme sus travesías. Comparto con ustedes los más sobresalientes (al
menos, para mí) de este 2018 a punto de partir.
(La advertencia de siempre: si en
este listado son evidentes ciertas ausencias, con todo gusto se reciben, sin
importar el tiempo. Gracias mil.)
1) Hanami
(Cristina Rascón) Sorpresas y desconciertos en el lejano oriente componen este
volumen de cuento, de prosa bien cuidada y con amor al detalle, cuya dedicada
lectura se vuelve el mejor de los viajes. Para releerse de principio a fin.
2)
Fabrica de colores. La vida del
inventor Guillermo González Camarena (Carlos Chimal) Las mejores biografías son
las que nos hacen despertar en cuanto se llega al punto final; en aras de
conocer la vida, obra y milagros de un grandioso inventor, su lectura se vuelve
invitación para seguir sus pasos, a la busca del camino propio.
3) La vida por un imperio (Anamari Gomís) Cuando la historia quiere
volverse novela, seguir los pasos de uno de sus protagonistas notables se
vuelve viaje interior para quienes lo siguen; después de Ya sabes mi paradero, se confirma la maestría como narradora de
Anamari Gomís.
4)
El niño que fuimos (Alma Delia Murillo) Se dice que “infancia
es destino”, pero si ese destino no suele ser el ideal ¿qué hacer? En esta
novela, se descubre que, aunque se transite por la misma autopista para salir
avante de los altibajos del tiempo, son inevitables las desviaciones que las
escalas forzadas. (Mejor leer para conocer.)
5) Grab my pussy! (Mónica
Soto Icaza) Amén del humor y de la sorpresa que destellan a cada página, estas
historias nos revelan cosas que no se podrían creer a la primera, sin embargo,
a medida que avance la lectura, caeremos en la cuenta de que nada es para
tanto… ¿o me equivoco?
6) Una amistad literaria. Correspondencia
1942-1959 (Alfonso
Reyes/ José Luis Martínez) En todo epistolario, es ineludible la confidencia y
el aprendizaje, pero en particular con éste, entre dos autores fundamentales de
las letras mexicanas, es recíproco y hasta destellante, en cuanto a proyectos y
empresas en común. Por tratarse de Reyes, la tarea es ardua… y apasionante.
7) Funderelele y más hallazgos de la lengua (Laura García Arroyo) Las palabras,
se dice, definen nuestra vida, pero su definición rebasa todo diccionario y en
este volumen de ensayos se nos hace una invitación por partida doble: conocer y
“adoptar” estas palabras queridas por la autora, y pensar en las nuestras, que
nos acompañan a cada paso.
8) Orillas (Nora de la Cruz) Para hablar del
mundo, reza el lugar común, basta con describir la propia aldea, y en este volumen
de cuentos se logra a cabalidad; sin embargo, en estos textos se evidencia aún
más el viaje que resta por hacer. En orden de aparición, o al azar, su sola
lectura no deja de sorprender.
9) Sonetos y son quince (Julia Santibáñez) De todas las
formas poéticas, el soneto siempre genera interés y le gana batallas al tiempo;
por el rigor de su estructura, ningún tema le es ajeno y lo vuelve infalible
cuando pinta con eficacia un tema del momento. Ante la poesía de instructivos y
numeralias, es una bocanada de aire puro… y poético.
10) Vacía de dioses (Alejandra Estrada Velázquez) Con
todo y que sea la primera plaquette
de una joven escritora, ya se puede sentir una voz propia, donde el tiempo y
sus alegatos no minan su creación poética, sino que le acompañan en el diario
oficio de la duda, que lo transforma todo a su paso.
11) Aquellos días (Sue Zurita) Cuando la vida nos
depara tiempos no tan halagüeños, es necesario volver al lugar que nos dio
vocación y destino, recobrar los pasos dados y seguir en el camino con fuerza
renovada. Y esta novela destella en esos afanes.
12) Principia (Elisa Díaz Castelo) La ciencia y la
poesía unen fuerzas y afanes para pintar de cuerpo entero los altibajos de su
autora, así también sus miradas acerca del tiempo, que luego de escaparse, vuelve
al punto de partida para contarnos su lado de la historia.
13) Ensayo de orquesta (Laura Baeza) En este volumen de
cuentos, los músicos que conforman una orquesta, además de saber muy bien papel
dentro de ésta, también nos comparten el ritmo y la melodía con que se define
su vida, vertiginosos a final de cuentas. Un playlist de emociones encontradas, sin lugar a duda.
14) Barranca (Diana del Ángel) Hay dos palabras para
describir este poemario: desolación y luminosidad. La primera, al describir un
tiempo arrebatado de las manos por sucesos adversos; mientras que la segunda,
por mor de la creación poética, nos devuelve parte de ese tiempo, permitiendo
el reconocimiento y, por ende, la iluminación.
15) Arquitectura del fracaso. Sobre rocas,
escombros y otras derrotas espaciales (Georgina Cebey) En el vértigo de la
excesiva edificación en la Ciudad de México, este libro de ensayos se vuelve
visita guiada por los edificios que en un principio fueron promesa de
bienestar, y hoy día no son sino los vestigios de una osada presunción. De
lectura obligada para arquitectos presentes, pretéritos y futuros.
[Mención aparte merece Amo y señor de mis palabras (Fernando
del Paso), en cuya lectura va mi señero homenaje hacia un ingeniosos y genial
escritor -a quien tuve la dicha de conocer, por cierto-, y que eligió 2018 para
irse en silencio. Sin embargo, ahí nos queda su obra, a prueba de tiempo.]
A unas cuantas horas de su
llegada, 2019 nos espera con nuevas cosas por aprender, compartir y disfrutar, y
doblemente cuando se trata de lecturas, las cuales sabrán encontrarnos, y
llegado ese momento, aquí estaremos para seguir conversando… y hasta disentir, si
se da el caso, claro.
Después de todo, en los
listados como en la vida, recordemos muy bien lo que nos dice una canción de
Love of Lesbian: “La vida es más fácil, si andas despacio, ¿no ves que nadie
llega al fin? Que fuera epitafio del hombre más sabio un ‘yo sólo pasé por
aquí’”
(¡Muchas
gracias a ustedes!)