miércoles, 27 de septiembre de 2017

Al interior del tiempo

Ulises Velázquez Gil

En la película Más allá de las nubes, el protagonista, un cineasta que vuelve a casa luego de terminar una filmación, recorre cada rincón de la ciudad en busca de otras historias en espera de volverse material de próximas películas. Caso similar ocurre con los escritores, quienes al perderse por geografías ajenas y en su tránsito por caminos de papel, hacen un alto en el camino para llevar la cuenta de sus pasos.
Para el primer libro de Mariana Oliver, Aves migratorias, esta condición se cumple por entero, y doblemente cuando el ensayo se vuelve forma toral para ese empeño, al mostrar los resultados y pesquisas de viajes por el mundo que nos circunda, al encuentro con otras geografías.
Los diez ensayos que conforman el presente volumen, son el resultado de varias expresiones dentro y fuera de la página escrita, donde se da fe de la constante trashumancia a la que se sujeta el escritor en aras de asir el tiempo presente: desde el mundo que se ve a la distancia hasta el punto de partida, desde y hacia las palabras. Algunas veces, de manera inesperada, es posible anticipar fragmentos del futuro en un momento. Hay destellos que desgarran el curso de lo cotidiano, una epifanía de la que no es posible desprenderse.
En el ensayo que da nombre al libro, Mariana Oliver se ocupa de un caso excepcional: el piloto canadiense Bill Lishman, quien luego de haber sido rechazado por todas las escuelas de vuelo -por razones meramente genéticas-, no ceja en cumplir su deseo de volar y encuentra en el vuelo de los gansos canadienses su razón de ser; estudia sus movimientos y, pese a su marcado daltonismo, las guía en su camino hacia el sur y así éstas concreten su destino y continuación de la especie. Una vez que los auxilia, hace lo propio con aves de características similares, hasta obtener, por vía de la persistencia (que unos llaman necedad), una razón para volar; caso similar, el ensayo: como las instancias “oficiales” que le negaron la licencia de vuelo a Lishman, el sector académico ejerce cierta tiranía sobre el género, a través de nomenclaturas sui generis, jergas gremiales, demasía de notas al pie y referencias en cuanto sistema se antoje usar (APA, Harvard, el tradicional hispánico), cuando en los hechos, los mejores ensayos se estructuran en los andamios de la creación. (El ensayo como estilo libre, a donde los vientos te lleven…)
El viaje ensayístico de Mariana Oliver hace escala en una geografía lejana de nuestros días: Alemania, vista desde los linderos de “Casandra”, “La lengua de Özdamar”, “Berlín” y “Koblenz”; para el primer ensayo de esta “cuarteta germánica”, la autora confronta dos lecturas del mundo: la de Christa Wolf, escritora a contracorriente en la Alemania Democrática, y la del Berlín anterior a la caída del muro. En este sentido, la obra de Wolf augura el desastre por venir, como aquella sacerdotisa del templo de Delfos que da nombre al ensayo. (No por nada, se dice que con la escritura se ejerce cierta videncia, del futuro o para señalar el final del horizonte.)
Caso similar, el segundo ensayo, donde la autora -mexicana en Berlín- conversa con Emine Sevgi Özdamar, escritora turca, que a fuerza de realidad y de buscar un lugar a salvo del tiempo, adoptó el alemán como su lengua de escritura, convencida (como E. M. Cioran hiciera con el francés) que más que habitar un país, se habita una lengua: [Özdamar] sabía que llegar a un país sin boleto de regreso implica entregarse voluntariamente a una extranjería indeterminada, abandonarse en otra lengua y asumir que siempre habrá algo imposible de comprender en las palabras, algunas veces más distorsionado que se aleja cuando creemos acercarnos. (Paréntesis aparte. De forma particular en este ensayo, Mariana Oliver “siembra” aforismos y máximas sobre la escritura y las palabras que ocurren al paso. Si la forma fragmentaria de Oliver predomina en la estructura de sus ensayos, dentro de éstos, la fragmentaria devastación del aforismo cumple su función de hacernos despertar. O, por lo menos, robará algo de atención.)
Para los casos de “Berlín” y “Koblenz”, hay dos lecturas opuestas sobre la ciudad: desde la superficie y debajo de ésta. En la primera (“Berlín”), se hace énfasis en un elemento de suma atracción para la autora: su nomenclatura topográfica. Es la ciudad perfecta para los aficionados a los mapas. Se requiere al menos de tres distintos para no perderse: el que muestra los anillos en forma de caracol que organizan el transporte público, el que registra el recorrido de un muro invisible y localiza en cuadrantes museos y monumentos y, por último, un mapa ordinario en el que sólo caben los nombres de las calles y los cruces. (La descripción arriba señalada bien aplica para el conjunto de ensayos que nos ocupa, puesto que obedecen a muchas lecturas, cualidad que se nota sobremanera en el ensayo mexicano contemporáneo.) En “Koblenz”, la mirada es en sentido contrario, es decir, del interior de la ciudad: una evacuación de sus habitantes ante la amenaza de bomba (¡y de la Segunda guerra mundial!) Para los habitantes de Koblenz, abandonar la ciudad debió ser como vislumbrar el pasado. Una impresión semejante a la que producen las fotografías viejas en las que aparecen familiares desconocidos, personas extrañas en cuyos rostros es posible identificar facciones. Quizá la gente de Koblenz reconoció en las calles deshabitadas y en la huida forzosa un fragmento de historia de su ciudad. Una historia que se entretejía inevitablemente con la propia.
Mención aparte merecen los ensayos “Los otros niños perdidos” y “Normandía”, donde el tránsito por el mundo de mujeres y de niños pasa de la notoriedad al oprobio, en aras de un resquebrajamiento semántico, inclusive existencial. De cómo las mujeres expuestas en “Normandía” se vuelven “brujas” al sufrir una resignificación de modo negativo: El cuerpo de las mujeres se convirtió en un territorio más a recuperar para sellar la victoria de una guerra. Ultrajarlo era una estrategia para denigrar al enemigo y vencerlo de manera definitiva. La humillación pública […] se volvió una cacería contagiosa, parte cotidiana del ritual de liberación en Francia; mientras que en el segundo texto (cuyo título alude al universo creado por James Barrie), esa resignificación conlleva crearse un origen nuevo: Algunos niños eran muy pequeños cuando llegaron a Nunca Jamás, así que olvidaron el camino de regreso a casa y la lengua de sus madres, por eso cuando volvieron fue necesario reordenarlo todo. […] Tal vez nacer en una isla significa crecer con la conciencia rodeada de agua.
Cierra el libro una dupla ensayística, enfocada al ejercicio de la memoria como prueba de vida, por y hacia el mundo presente: “Mímesis en VHS” pone frente a nuestra mirada lo vital que se vuelve un diálogo de película en un momento determinante, y, por otro lado, qué tan importante es el espacio físico que nos da destino y tiempo, evidente en “Plano de una casa”: […] La casa es el sitio por excelencia. La lógica indica que la cama donde dormimos o las paredes que vemos a diario deberían ser más fáciles de describir porque es sencillo evocarlas, pero esa presunción es falsa: la casa está cosida al cuerpo, nos habita.
En suma, ¿dónde reside el itinerario de estas Aves migratorias? Como género susceptible de cambios en su estructura, y al auxilio de diversos elementos (el biográfico, harto socorrido), el ensayo permite toda suerte de caminos con la finalidad de iluminarnos en torno a un tema, sobre todo, para hallar franca correspondencia del escritor hacia los sucesos, las cosas y los personajes al interior del tiempo, donde la escritura siempre nos hará el quite.
En el panorama actual del ensayo en México, junto al Barrio Verbo de Ingrid Solana, la Ausencia compartida de Marina Azahua y el Cuaderno de faros de Jazmina Barrera, este volumen ensayístico demuestra por completo que dicho género goza de cabal salud, y como el personaje de Más allá de las nubes evocado al principio de estas líneas, ávido de sorprenderse a cada rincón, a cada paso.
Un libro que merece una y muchas lecturas, donde el tiempo y la cuenta nos acompañen en el prístino empeño de leer el mundo. (Ahora y siempre.)

Mariana Oliver. Aves migratorias. México, Secretaría de Cultura, 2016 (Fondo Editorial Tierra Adentro, 551)  

(20/septiembre/2017)

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