jueves, 31 de diciembre de 2015

Quince del quince

Ulises Velázquez Gil

Hace unos días, leí en mi cuenta de Twitter la impresión de una escritora especializada en recomendar libros en programas de radio, quien, enfática, dijo lo siguiente: “No, no les voy a dar la lista de los mejores libros. […] ¡Compren lo que les guste!” Y no es para menos, puesto que ante la presunción (pose, diríase) de los diarios y revistas empecinados en decirle al lector qué debe leer (y más cuando quienes elaboran esos listados, lo hicieron con el estómago que con el cerebro o el corazón), elegir lo que más nos plazca leer es mucho mejor que todas las listas políticamente correctas.
Cada año comparto con ustedes mi listado de quince libros que me hicieron grato el año; de la poesía al ensayo, pasando por la novela y dos que tres antologías necesarias de leer. Ahora que menciono la palabra necesaria, más de un colega me reprochará la omisión de las relecturas, y sí, me declaro culpable de ello, al menos en este listado. (En alguna entrega de “Las horas de mi agenda” les dedicaré tiempo y caracteres de computadora.)
Por ahora, quede aquí la evidencia de un lector omnívoro, siempre al tanto del librero de mi casa, la mesa de novedades y los obsequios de mis colegas presentes, pretéritos y futuros.

1) Conversaciones sobre Historia: Silvio Zavala. A fin de homenajear a su integrante más distinguido, El Colegio de México reúne en este volumen varias entrevistas realizadas a este historiador, que se complementan con dos ensayos suyos en torno al quehacer historiográfico. Para conocerlo de primera fuente.
2) Históricas pequeñeces. Vertientes narrativas en Ramón López Velarde (Juan Villoro) Breve en extensión, y bajo el amparo del discurso de ingreso (o lección inaugural), nos lleva de la mano por la presencia de la obra de Ramón López Velarde en la narrativa mexicana del siglo XX; maravilloso acercamiento a una vida y a una obra interesante y acertada.
3) A hurtadillas (Diana Ramírez Luna) Volumen de cuentos donde se evidencia el talento consumado de una joven narradora, que en aras de asir el tiempo y definirse en sus propias letras, nos entrega una prosa sencilla y bien cuidada; aunque breve en extensión y tamaño, todavía le quedan brechas por abrir. Sin duda.
4) Solsticio de infarto (Jorge F. Hernández) Volumen abundante en justos retratos, miradas al margen del día presente, remembranzas desinteresadas, donde se confirma a cada párrafo que la amistad a primera vista sí existe, y que la vida se lee a cada instante.
5) Octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo (Nadia Escalante Andrade) Bitácora de viaje, aparte de llevarnos por senderos inusitados a nuestra vista, este poemario funciona como testimonio y celebración: para la vida que se fue tras de un recuerdo, por el tiempo en aras de recobrarse.
6) Eterno retorno (Horacio Saavedra) Cinco siglos, cuatro generaciones y tres mujeres unidas en una sola, con la misión de restablecer el orden con un romance se abrió al tiempo, a una vida que, aunque parezca mentira, lleva en sí el influjo de otras tantas por conocer.
7) Tacones en el armario (Mónica Soto Icaza) Con dos tacones, hay vidas que se nos escapan de las manos, pero la protagonista de esta novela nos demuestra que su historia es tan suya como nuestra, porque ante el desconcierto y la duda, queda la risa, el humor, para hacerles frente.
8) Fundada en el tiempo (Vicente Quirarte) Treinta años de vivir la Ciudad de México se resumen en esta antología donde la poesía, el cuento y el ensayo develan en el lector la maravilla que fue una ciudad donde el tiempo se reconstruía a cada instante; más que réquiem por una urbe invisible, un canto de amor contra el olvido. 
9) Conjunto vacío (Verónica Gerber Bicecci) Viaje interior, (des)encuentro con el pasado, desconfianza ante el presente: entre claves autobiográficas y una lectura minuciosa de los sucesos que ve, la protagonista, en aras de significarse, cuestiona toda razón sobre su presencia en este tiempo, donde, después de todo, lo único verdadero es la duda.
10) Dios se fue de viaje (Beatriz Rivas) Dos vidas al límite del tiempo, entre el conocimiento y la imagen: Émilie du Châtelet y Gerda Taro. A la vera de la Historia, entre amores apasionados y posturas por defender, al final ambas coinciden en algo: que si Dios anda de paseo, sus propias vidas no entienden de itinerarios.
11) Ciudades sitiadas (Johanna Lozoya) En el arte se concentran los intereses y las obsesiones de una cultura presente, pretérita y futura, pero cuando se trata de la arquitectura predominante de una época, no faltarán polémicas por enfrentar; para entender mejor los equívocos de los centenarios de 2010.
12) Apuntes al reverso de papeles diversos (Atenea Cruz) Cada objeto, se dice, lleva detrás de sí una historia no contada; para las intenciones de esta plaquette son precisamente las historias suscitadas en paralelo a los objetos quienes cuentan una historia diferente, a salvo del tiempo que se empeña en olvidarlo, callarlo todo.
13) Estampas (Antonio Alatorre) Para un autor que dispersó maravillas en revistas y papers académicos, este volumen es un justo homenaje, de frente y de perfil, hacia maestros y colegas; retratos escritos desde la admiración y en busca de la verdad, sin caer en clasificaciones escuetas ni exageradas. 
14) En torno al español hablado en México (Ángel María Garibay) En estos tiempos, donde la ortografía es un tema a continuo debate, esta antología de artículos periodísticos nos dará mejores argumentos tanto para descifrar las razones de una palabra como para evidenciar el equívoco influjo de una frase ordinaria. 
15) Escritos a mano (Esther Seligson) Prueba de vida de una escritora empeñada en leer el mundo y sus constantes impresiones, reúne notas de viaje, diarios personales y poesía en todas sus formas, con el afán de resumir una búsqueda y un aprendizaje; antología póstuma de su autora, sus palabras aún resuenan en el tiempo como si apenas se hubieran escrito.

En espera de que 2016 nos agarre con un libro en la mano, reciban mis mejores deseos y por aquí seguiremos, haciendo ruido entre las horas de mi agenda, tras una marcha de las letras.
(¡Muchas gracias a ustedes!)