Ulises Velázquez Gil
En las letras mexicanas, son contados los
casos de escritores únicos, cuya obra aún espera un paciente lector y un
crítico certero que pondere su presencia en el panorama cultural. A esta
pléyade de autores “iconoclastas”, donde se mencionan los nombres de Josefina
Vicens, Pedro F. Miret y Francisco Tario, hay uno que, por sí mismo, destaca
entre todos. Su nombre, Salvador Elizondo.
Para unos, narrador
consumado, para otros, poeta secreto, y para algunos, provocador profesional,
Salvador Elizondo fue la prueba viviente de esa pasión por la escritura; misma
que cuenta con obras emblemáticas como Farabeuf,
Narda o el verano, Camera
lúcida o Estanquillo,
por decir algunas. Y como todo escritor que se respete, halló cobijo en las
páginas de un periódico simplemente para compartirnos sus visiones, maravillas
trasnochadas, incluso después de haber fallecido.
Pasado anterior, libro que hoy nos ocupa, reúne buena
parte de la colaboración periodística de Elizondo en las páginas del diario Unomásuno, y consigna el
interés del autor por la vida que pasa frente a él; aunque no se trate de su
primera compilación periodística (Estanquillo,
de 1994, fue primero en tiempo y derecho), Pasado anterior nos presenta a un
Elizondo de cuerpo entero, uno que siempre nos sorprende con sus desconciertos.
Cuando Andrés Henestrosa
volvió a la trinchera periodística a principios de los dosmiles en El Universal y en el propio Unomásuno, sus lectores de
toda la vida presentimos que don Andrés se
repetía, es decir, que nos parecía haber leído algo similar en
artículos anteriores… pero en diarios ya extintos y hasta reunidos en volúmenes
anteriores. Para el caso de Elizondo, estos artículos se publicaron en el Unomásuno (antes que en El Nacional, compilados en Estanquillo), cuyo
tratamiento punzante y a ratos ácido, no disminuye la maestría ni su capacidad
de síntesis.
Desde el Indio Fernández y la debacle
del cine mexicano, pasando por los sinsabores de la política en turno, hasta el
señero homenaje a sus colegas de de pluma, Elizondo nos entrega un entusiasta
retrato de todos ellos, aderezado con algunos elementos auto-biográficos, como
su pasión por la fiesta brava y su admiración por fotógrafos insignes como
Manuel Álvarez Bravo, o Paulina Lavista, a la sazón, su esposa e instigadora
del volumen de marras.
Pese a que la publicación de Pasado anterior, obedeció, de
cierta manera, a un afán post-mortem,
todos los artículos pueden leerse como si hubieran sido escritos ¡apenas ayer!,
es decir, con una prosa fluida en su lectura pero certera en sus intenciones;
además, dicha antología presenta un lado menos conocido de Elizondo: no el
narrador “truculento” que fue en su juventud, sino el ciudadano de a pie,
preocupado por los temas del momento. (¿Acaso habría decir también que el padre
de familia, el profesor universitario o el escritor retirado en su torre de
Babel, también caben en esa nómina temática?)
Pasado anterior, con todo, es un muestrario de cosas y
casos de la vida diaria, vistos desde el cedazo crítico de Salvador Elizondo;
suerte de manual de supervivencia, nos enseña a ver con otros ojos la vida, que
se detiene acompasada en el instante mismo de su creación. Para los activos y
nuevos fans de
Elizondo, hacía falta ya que estos materiales salieran a la luz, reunidos en
forma de libro, teniendo como gloriosos antecedentes hemerográficos Contextos, el propio Estanquillo y su granada
selección de Escritos mexicanos
bajo el amparo de la
Biblioteca del ISSSTE. Aún así, ningún artículo tiene desperdicio,
eso sí, acabada su lectura, siempre tendremos antojo de leer muchos más. (Así
sea.)
Salvador
Elizondo. Pasado anterior.
México, Fondo de Cultura Económica, 2007. (Letras Mexicanas, 141)
(19/diciembre/2011)
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