Ulises Velázquez Gil
Desde hace más de un año, todas las
efemérides giran en torno a una misma figura de las letras mexicanas para
siempre hacer de las suyas en el ingente esfuerzo por mantener aún en la
memoria la presencia señera de un escritor con todas las letras llamado Alfonso
Reyes, cuya inmensa obra –veintitrés volúmenes, más de quince epistolarios, dos
gruesos tomos de labor diplomática y apenas las primeras dos entregas de su Diario– suscita tanto
admiración (hacia la obra) como respeto (hacia los abultados volúmenes). Sin
embargo, varios críticos y allegados al propio Reyes (léase Alicia Reyes, nieta
suya y albacea del patrimonio alfonsino) se han dado a la tarea de presentarnos
varias facetas de su obra mediante el socorrido recurso de las antologías,
suerte de pasaporte o salvoconducto hacia los territorios de la creación
alfonsina. Y una de ésas, enfocada en la faceta epistolar, llega en el momento
justo: Cartas mexicanas
(1905-1959).
Gracias a los ingentes (¡y
alfonsinos!) esfuerzos de Adolfo Castañón, más de cincuenta años, consignados
en 176 cartas a más de cincuenta destinatarios (Miguel de Unamuno, Juana de
Ibarbourou, Gabriela Mistral, Xavier Villaurrútia, Salvador Novo, Jaime Torres
Bodet, Carlos Fuentes, etc.), conoceremos el progreso y el crecimiento natural
de un escritor en busca de su propia voz; un joven que comparte sus
inquietudes, pero también se halla presto a aprender varias cosas, que, sobra
decirlo, habrán de convertirlo en la figura señera de nuestros días.
De los corresponsales a
resaltar en esta nutrida antología, destacaría, al menos, unos tres: Pedro
Henríquez Ureña, con quien aprende como el más avezado alumno, hasta el extremo
de superarlo; Julio Torri, suerte de esgrima intelectual, donde no se sabe
ciertamente quién es el maestro y quién el alumno, pero que denota una especie
de “hermandad” aderezada con los años, cuyo distanciamiento final fue originado
por lo mismo que la alentó: un libro, ni más ni menos; y Genaro Estrada,
compañero de viaje en los años posteriores a la Revolución mexicana,
cuyo estallido ocasionó el auto-exilio del eximio autor (luego de aquel febrero de Caín y metralla,
en 1913, que le arrancara a su padre). Estrada, aparte de compartir con Reyes
la empresa diplomática allende el Atlántico, hace lo propio en el periodismo y
la promoción de la cultura, pero éste va más allá en esas cosas: todo un
confidente, casi un hermano.
También cabe mencionar la
toral presencia de otros interlocutores, para quienes la fina atención del polígrafo
regiomontano no les fue indiferente: Enrique González Martínez, José
Vasconcelos y Martín Luis Guzmán, coetáneos suyos, de época y de empresa
cultural, y de quienes recibe varias enseñanzas y una que otra discrepancia –ni
modo, señores, hasta en los toros de la misma corrida hay competencia. Otro
corresponsal digno de mencionarse, y cuya ulterior valía intelectual supo ver
Alfonso Reyes, es Octavio Paz, con quien llevó más de dos décadas de relación
epistolar. Las cinco décadas de aprendizaje alfonsino cobran sus mejores frutos
cuando Paz entra al quite, a guisa de volverse su próximo relevo en las letras
mexicanas; se convence de sus propias facultades al ver que Reyes las alienta
sin problema alguno. (Si la duda persiste, convendría acercarse al volumen que
consigna dicha relación. Igualmente aplica para los anteriores casos.)
En suma, la presente
antología nos presenta varias miradas de la vida de Alfonso Reyes; entre buenas
razones y sabrosas polémicas, corresponde al lector conocer una faceta poco
explorada del corpus alfonsino. Se incluyen, además, una carta de José Gaos a
su nieta Alicia Reyes, recordando a su ilustre colega de la Casa de España, y un epílogo
de Serge I. Zaïtzeff acerca de su etapa de mayor producción epistolar. La
invitación final reside en acercarse a una excelente antología, y, claro, a un
autor que sigue ganando batallas a favor de la literatura.
Alfonso
Reyes. Cartas mexicanas
(1905-1959). Selección e introducción de Adolfo Castañón. México,
El Colegio de México, 2009. (Testimonios)
(26/diciembre/2011)