miércoles, 4 de diciembre de 2013

Vidas sin paralelo

Ulises Velázquez Gil

Una mujer atípica como no las hubo en su tiempo, Simone de Beauvoir, nos regaló una frase que, a fuerza de insertarse en la posteridad, terminó varada en el impasse de la cotidianidad: “No se nace mujer, se llega a serlo”. También se ha dicho hasta el hartazgo que si el siglo XIX fue determinado por el sexo masculino, por consecuencia, en el siglo XX el rumbo sería femenino, por la abundancia de movimientos ocupados en reivindicar la figura de la mujer. Sin embargo, el panorama verdadero no se antoja muy alentador que digamos, porque si el sexo femenino es el mismo, no todas las sensibilidades coinciden.
Uno de los terrenos que confirma de cierta forma dicha circunstancia es, sin duda, la literatura, donde los nombres de Elena Garro, Griselda Álvarez o Rosario Castellanos resuenan en su propio eco y cada una nos entregó su propia versión de los hechos. A este elenco de autoras hoy se una presencia nueva, que ha navegado por dos aguas, la didáctica del lenguaje y la narrativa, campos donde sobresale por méritos propios. Con ustedes, Beatriz Escalante.
Autora del imprescindible y dinámico Curso de redacción para escritores y periodistas, Beatriz Escalante nos entrega Cómo ser mujer y no vivir en el infierno, volumen que cierra el tríptico narrativo iniciado con la novela Júrame que te casaste virgen y enganchado con los relatos de El marido perfecto. Dividido en 52 capítulos, cada uno revela, a guisa de monólogo, una historia diferente protagonizada por una mujer determinada. Hay mujeres que se afanan en su oficio de sombras, otras que buscan la fama pagando por ésta el precio de la soledad, y algunas más simplemente cuentan su historia, para persuadir a unas de seguir su ejemplo, o, en si defecto, evitarlo. (“Si desean un buen ejemplo, no sigan mi ejemplo”, sugería puntualmente Mickey Mantle, leyenda del béisbol.)
El verdadero enemigo de la mujer no es el hombre, sino la soledad. Buena parte de las estampas que Beca nos comparte tienen un tópico en común: la soledad, seguro ya lo adivinaron. Muchas de las mujeres expuestas en esa galería, nos comparten su visión (como el cuarto propio de Virginia Woolf) sobre cómo viven a la sombra de todo: del marido, del trabajo, de la vida; o la prosapia femenina que varias llevan como lastre al momento de nacer, que determinan, a final de cuentas, su experiencia de la soledad. Entre amas de casa, consortes diplomáticas, amantes de tiempo compartido, materialistas sin dialéctica, mediocres profesionales, veteranas del cuidado del hogar, y las que se acumulen en la semana, varias de esas mujeres no buscan ser el mejor de los ejemplos, pero su historia, la manera de contarla, cumple su objetivo al pintarlas de cuerpo entero.
A raíz de mis escalas en la sección de revistas del súper o de la tienda de los tecolotitos (si el tiempo o la cartera me lo permite), me permití crear dos escenarios: uno, si una mujer lee Cosmopolitan, Vogue, Runway o sus versiones bananeras, es porque aspira a modificarse día tras día; dos, si lee Cocina Fácil, BB Mundo, Kena o alguna de interés más elevado (desde Letras Libres hasta Proceso y Newsweek), es para explicarse el mundo que la circunda. La eficacia de Cómo ser mujer y no vivir en el infierno reside en un toral elemento extraído de las revistas: una sección de ayuda, estilo Dra. Corazón o la Abogada de guardia. Creo que contar las cuitas de cada una, además de pintarnos a cierto tipo de mujeres que creíamos ya extintas de la fauna social o a otras que apenas se desdibujan en el tiempo (como la mujer entrada en política o en enjuagues académicos), Beatriz Escalante sigue sus pasos para desentrañar el modo como se conducen en, por y para la vida.
Todo escritor que se digne de serlo, descubre a lo largo del tiempo una constante que determine el rumbo postrero de su obra; para Beatriz Escalante, sin temor a equivocarme, predomina el afán didáctico en cualquiera de sus obras; descubrir las maravillas del mundo –entre la realidad y la ficción– es la materia prima de Los pegasos de la memoria; los secretos de la alquimia y el lenguaje en La magia de la inmortalidad, hoy El paraíso secreto; y qué decir de su serie de manuales de ortografía y redacción. Pero con la trilogía antes nombrada, suerte de comedia humana (¡¡y femenina!!), devela muchos misterios sobre las mujeres, todavía en espera de contar sus mejores episodios.
Con todo, Cómo ser mujer y no vivir en el infierno confirma a todas luces aquella famosa máxima de Simone de Beauvoir; todas las mujeres allí presentadas, al contar su historia, buscan serlo completamente. Vidas sin paralelo, entretienen pero a su vez informan sobre sus constantes pesquisas; del diario íntimo al chick flick, cincuenta y dos protagonistas en el empeño de cambiar al mundo, simplemente cambiaron sus vidas. Queda en ustedes, mujeres lectoras, confirmarlo o desmentirlo. (Así sea.) 

Beatriz Escalante. Cómo ser mujer y no vivir en el infierno. México, Nueva Imagen, 2002.

(2/marzo/2012)

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