martes, 13 de julio de 2010

Ludens: el deporte de la cultura

En el ancho y ajeno mundo de los mass-media, han sido muchos los enconados duelos entre la cultura y el deporte, en que a su difusión se trata. En estos días de villamelonescos comentaristas deportivos, tanto en coberturas mundialistas como en las Olímpicas, su tremenda verborrea haría morirse de vergüenza a grandes comentaristas deportivos, como el Mago Septién, Ángel Fernández (¡¡me pongo de pie!!) y don Fernando Marcos, por decir algunos, quienes sí representaban un buen equilibrio entre deporte y cultura. Pero no todo está perdido y gracias a Canal 22, para ser preciso, con la presencia de un programa muy sui generis dentro de un canal dedicado a la "alta cultura". Me refiero a Ludens.
En la emisora del Conaculta, digno es recordar dos programas que lo antecedieron: Los antagonistas, suerte de mesa a contracorriente con motivo de la Copa del Mundo, y conducida, entre otros, por Claudio Isaac y Ana Colchero, y Las Olímpicas y alguien más, en la coyuntura de Atenas 2004, donde Beatriz Pereira, Julieta Fierro, Laura García, Fernanda Tapia y Beatriz Chaneca Maldonado, acompañadas por Nicolás Alvarado, abordaban el tema olímpico desde diversas aristas. (Un buen programa que merecía repetirse, pero el cambio fue para bien.) Después de estos loables esfuerzos televisivos, en el verano de 2008 nace Ludens, en el marco de los Olìmpicos de Beijing 2008.
Conducido por Mauricio Mejía, Huemanzin Rodríguez y Tlatoani Carrera, Ludens se enfocaba en unir deporte en estado puro con cultura de altos vuelos. Tanto la infraestructura deportiva de los participantes como su propia historia, eran hilvanados en el programa y cuyo resultado era inesperado: que el deporte cuenta con su propia cultura y que la cultura, cabe decir, es el mejor de los deportes. (A semejanza de las televisoras del Ajusco y de San Ángel, también le entran al análisis de cada disciplina, pero a diferencia de éstos, no queman su pólvora en infiernitos ni se ponen en evidencia con comicastros de quinta ni con actrices metidas a reporteras. Qué horror.) Gracias a Ludens Beijing 2008, pudimos conocer qué hay detrás de una potencia deportiva y económica, pero también se suscitó la reflexión en torno a lo que en México se cuenta. En una palabra, escarmentar en cabeza ajena, si nos lo proponemos.
Muchos pensábamos que al terminar los juegos olímpicos de 2008, por ende acabaría Ludens, mas no fue así, ¡¡por fortuna!! Al año siguiente, Ludens regresó con un adjetivo nuevo: Bicentenario, donde la historia de México es, también, su relación con el deporte. (Si nuestras lecciones de historia no nos fallan, el deporte nació como una preparación para la guerra. Ahora las mejores guerras se viven mediante las justas deportivas.) La presencia del futbol soccer, el beisbol, la preparación olímpica, e incluso los deportes autótonos y los de mesa. Nada de lo jugado en México se les escapa. (Otros temas que han pasado por la criba y la katana de Mauricio y Tlatoani, son las delegaciones paralímpicas, el draft o "mercado de piernas", y hasta la necedad de los políticos en desaparecer instituciones e instalaciones deportivas. Destilan polémica, si gustan decirlo.)
A principios de año, el equipo de Ludens fue el único en hacer la cobertura de los Juegos Olímpicos de Invierno Vancouver 2010, dejando muy atrás y hasta en ridículo a las compañias televisivas de siempre. Evidencia del profesionalismo y dedicación de un excelente equipo. Y que se confirma doblemente con lo realizado en la Copa del Mundo Sudáfrica 2010. Además de la dupla Mejía-Carrera, se unen al elenco Juan Villoro, prueba viviente del maridaje del futbol y la literatura; Fabricio Mejía Madrid, de irónica sustancia; Mariana H., de sofisticada presencia, y, claro, la desenfadada participación de Jorge F. Hernández, y sus análisis a contracorriente. Y como cereza del pastel, su mejor carta: Andrés Bustamante, el Güiri-Güiri, con toda su grey de tremendos personajes, como Albert Ahi'stá y, por supuesto, Ponchito. (Hasta el caballero andante de la historiografía mexicana, Álvaro Matute, tuvo una destacada participación. Y lo hizo tan bien que hasta sus colegas del gremio, más que hacerlo pomada, lo aprecian mucho más. Vivir para ver, ver para creer.)
Ahora que la justa mundialista he terminado (y, por tanto, las sandeces de las dos televisoras), confío en que Ludens regrese renovado para afrontar, aparte de los juegos olímpicos de Londres 2012 y la Copa del Mundo Brasil 2014, los próximos juegos panamericanos, Guadalajara 2011, porque la pasión se vive mejor en casa propia. Aún así, siempre es una grata experiencia acercarse a Ludens y ejercitar sobremanera el deporte de la cultura. (De vivir aquellos comentaristas, a los que hice mención al principio de estas líneas, lo aprobarían sin tapujos ni premura. Sí que sí.)

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