viernes, 23 de julio de 2010

Historia de México a domicilio

Hace algunas horas, mientras revisaba algunas cosas en la red, encontré una nota sobre el libro Viaje por la Historia de México de Luis González y González, mismo que desde hace algunas semanas, ha estado llegando a varios hogares de México, como parte de los cacareados "festejos" del 2010. Cuando leí con cuidado dicha nota, me sorprendí mucho porque las ponderaciones hechas estaban escritas, más que con la cabeza y el corazón, con el hígado. Y no es para menos: por la pretendida y faraónica "celebración", a esta obra de don Luis le seguirán lloviendo las críticas. Pero vayamos por partes.
Se dice que dicha obrita cuenta con "una visión muy corta de la historia de México y queda como un 'paseo por la historia de México'". Siento decepcionar a quien escribió esas líneas. Todo ensayo, sin importar si quién lo hurdió, es, en sí, un paseo. La presencia de Luis González y González en la historiografía mexicana, vino a llenar de nuevos aires al campo de la Historia, empecinada, según algunos, en atiborrarse de datos, referencias, terminajos y todo tipo de jergas gremiales que flaco favor le hacen a la difusión de la historia. Es decir, llevar las palabras domingueras al plano de la investigación, empresa no tan fácil que digamos. (Respecto a Pueblo en vilo, su obra harto conocida, mientras sus "colegas" lamentaban su pérdida de tiempo en asuntos nimios -como hablar del pueblo natal-, por otro lado, fue celebrada por plumas del calibre de Jorge Ibargüengoitia y Jean Meyer, y hasta don Daniel Cosío Villegas, su jefe en el COLMEX, con voz de mando, ordenó su publicación. Y el resto, como saben, es historia... El Colegio Nacional y la Academia Mexicana de la Historia todavía se lo agradecen.)
Volviendo a Viaje por la historia de México, claro está que reprochamos la ausencia de muchos personajes (bastantes mujeres, agregaría yo), pero hagamos un poco de memoria. Hace unos quince años, la naciente editorial Clío (casa editora que publicó las obras completas del mago de San José, muy bien cuidadas por ese milagro literario llamado Jorge F. Hernández), en colaboración con Bancomer, sacó a la luz el Álbum de México, de la autoría de don Luis, dirigido hacia los niños de la escuela primaria. (Recuerdo a mi hermana, quien, por iniciativa de su maestra de 5o. año -nuestra maestra: tanto mi hermano menor como quien escribe, fuimos alumnos suyos-, yendo cada semana al banco por sus estampas.) Y creo que con esa empresa, muchos nos acercamos a la historia; y si era por gracia e ingenio de González y González, mayor privilegio aún. Lo que hizo el gobierno federal, ya cambiado el nombre original y con unas palabras preliminares de sobra (ustedes saben), fue retomar una idea muy buena, pero con el destinatario equivocado: esa obrita queda mejor con los niños. ¡¡Y eso don Luis lo sabía muy bien!! De cualquier forma, como reza en su prólogo, no desmerece la lectura de los adultos. Y hasta ahí.
Ahora bien, y sin picarme de pretencioso, creo que la obra que sí merecía llegar a cada hogar mexicano, era la Historia de México, confeccionada por la Academia Mexicana de la Historia a petición gubernamental (y de la cual se jacta el secretario de Educación que se vende mucho y bien, cosa que aún dudamos), y que al mencionar en estos momentos, desatará otra polémica similar. Entremos en materia. De las opiniones que escuché al respecto, se encuentran las siguientes: "Bola de vendidos", "pura historia de bronce", "de a como el chayotazo", "obra pretenciosa", "hubieran llamado a Lorenzo Meyer", "está mejor la del COLMEX", "otro pinche librito oficialista", y mejor le paro, por salud mental.
Si fue encomendada a una insigne institución como la AMH, fue por una clara razón: es uno de los organismos que goza de cabal salud en cuanto al estudio de la historia mexicana se refiere, y mejor elección no hubo para ello: la pluralidad de sus integrantes (unos, francamente admirados; otros, meramente odiados) ayuda a entender mejor el crisol temático dirigido a enseñarnos nuestra historia. (Paréntesis aparte, fue la despedida del siempre imprescindible Ernesto de la Torre Villar.) Bien sé que no es un libro definitivo, pero al menos es de gran ayuda. Mientras suscite nuevas y sesudas investigaciones, y siga generando la crítica constante, no es una obra del todo vana. (Sólo el tiempo...)
Con todo, Viaje por la Historia de México no es una obra perdida mientras busque su destinatario ideal: en su caso, los niños, que merecen empezar de buena manera. Y eso lo tuvo muy bien presente don Luis, que no se les olvide o se hagan que la virgen les habla. Y respecto a la Historia de México (con portada de José María Velasco y bajo la trinca editorial del Fondo de Cultura Económica, la SEP y la propia Academia Mexicana de la Historia), creo que es el libro que sí merecía llegar a todos los hogares de México. La terquedad gubernamental y bicentenaria hubiera ganado más si dichos libros hubieran llegado juntos, como en paquete, para empezar mejor el largo y grato camino de la historia mexicana. El resto, sobra decirlo, depende de nosotros y ya.

viernes, 16 de julio de 2010

¡¡Felicidades, Celina!!

Siempre es necesario, ahora que el tiempo parece estar a favor nuestro, voltear a ver hacia aquellas personas que hacen llevadera e inspiracional la vida que se vive día tras día. (Esto sucede a cada paso en el presente blog, cuando dedico unas palabras hacia alguna de mis diligentes consejeras.) Ahora me corresponde hacerlo con una maravillosa persona, la historiadora Celina Aceves, con quien he compartido muchas cosas en el ancho y ajeno camino de la historiografía mexicana, y quien cumple añitos hoy. Entremos en materia.
A semejanza de otras pero vitales conocencias, conocí a Cely gracias a una presencia igualmente maravillosa: Rosalía Velázquez Estrada, a quien tendremos más que presente a causa de aquella serie televisiva de nombre Discutamos México. En alguna de sus sesiones en su respectiva oficina, Celina seguía el tremendo hilo de Ariadna que Rosalía le ponía en sus manos con el fin de generar una obra de investigación. (Para fortuna nuestra, ha demostrado que muchas empresas siempre llegan a buen puerto, sin importar tiempo ni circunstancias.)
Son pocas las veces que he convivido con Cely, pero no son menores, si les interesa saberlo; para valorar la grandeza de una labor, hay que fijarse en sus mínimos detalles. Cuando ella comparte sus lecturas, sus vivencias (conoció el donaire y la gentileza del siempre bien admirado Javier Garciadiego) y sus palabras, aunque breves, siempre permanecen intactas y, por ende, muy vivas. Y si le sumamos que goza de una belleza vitalizadora, no dudo que el mayor privilegio, luego de conocerla, será disfrutar de su compañía y, claro, de su amistad. (Si fuera posible agregarle a alguna palabra el significado de su nombre, no vacilaría en decir que transparencia le quedaría muy a la medida. Sí que sí.)
La verdad, me gustaría decirle más cosas, pero el tiempo no me deja hacerlo... ¿Por qué? Muy sencillo, aún falta vida para conocer unas cosas y tiempo que confirme otras. De cualquier manera, el privilegio de conocerla es prístino y franco. Y mientras llegan, querida Cely, hoy me digno a celebrar tu presencia y tu amistad, intransferible como las buenas palabras, y también aprovecho para decirte una cosa muy sencilla: Las mujeres no tienen edad, su entusiasmo las hace eternas. (Diría algo más, pero aquí me detengo.)
¡¡Felicidades, Celina!!

martes, 13 de julio de 2010

Ludens: el deporte de la cultura

En el ancho y ajeno mundo de los mass-media, han sido muchos los enconados duelos entre la cultura y el deporte, en que a su difusión se trata. En estos días de villamelonescos comentaristas deportivos, tanto en coberturas mundialistas como en las Olímpicas, su tremenda verborrea haría morirse de vergüenza a grandes comentaristas deportivos, como el Mago Septién, Ángel Fernández (¡¡me pongo de pie!!) y don Fernando Marcos, por decir algunos, quienes sí representaban un buen equilibrio entre deporte y cultura. Pero no todo está perdido y gracias a Canal 22, para ser preciso, con la presencia de un programa muy sui generis dentro de un canal dedicado a la "alta cultura". Me refiero a Ludens.
En la emisora del Conaculta, digno es recordar dos programas que lo antecedieron: Los antagonistas, suerte de mesa a contracorriente con motivo de la Copa del Mundo, y conducida, entre otros, por Claudio Isaac y Ana Colchero, y Las Olímpicas y alguien más, en la coyuntura de Atenas 2004, donde Beatriz Pereira, Julieta Fierro, Laura García, Fernanda Tapia y Beatriz Chaneca Maldonado, acompañadas por Nicolás Alvarado, abordaban el tema olímpico desde diversas aristas. (Un buen programa que merecía repetirse, pero el cambio fue para bien.) Después de estos loables esfuerzos televisivos, en el verano de 2008 nace Ludens, en el marco de los Olìmpicos de Beijing 2008.
Conducido por Mauricio Mejía, Huemanzin Rodríguez y Tlatoani Carrera, Ludens se enfocaba en unir deporte en estado puro con cultura de altos vuelos. Tanto la infraestructura deportiva de los participantes como su propia historia, eran hilvanados en el programa y cuyo resultado era inesperado: que el deporte cuenta con su propia cultura y que la cultura, cabe decir, es el mejor de los deportes. (A semejanza de las televisoras del Ajusco y de San Ángel, también le entran al análisis de cada disciplina, pero a diferencia de éstos, no queman su pólvora en infiernitos ni se ponen en evidencia con comicastros de quinta ni con actrices metidas a reporteras. Qué horror.) Gracias a Ludens Beijing 2008, pudimos conocer qué hay detrás de una potencia deportiva y económica, pero también se suscitó la reflexión en torno a lo que en México se cuenta. En una palabra, escarmentar en cabeza ajena, si nos lo proponemos.
Muchos pensábamos que al terminar los juegos olímpicos de 2008, por ende acabaría Ludens, mas no fue así, ¡¡por fortuna!! Al año siguiente, Ludens regresó con un adjetivo nuevo: Bicentenario, donde la historia de México es, también, su relación con el deporte. (Si nuestras lecciones de historia no nos fallan, el deporte nació como una preparación para la guerra. Ahora las mejores guerras se viven mediante las justas deportivas.) La presencia del futbol soccer, el beisbol, la preparación olímpica, e incluso los deportes autótonos y los de mesa. Nada de lo jugado en México se les escapa. (Otros temas que han pasado por la criba y la katana de Mauricio y Tlatoani, son las delegaciones paralímpicas, el draft o "mercado de piernas", y hasta la necedad de los políticos en desaparecer instituciones e instalaciones deportivas. Destilan polémica, si gustan decirlo.)
A principios de año, el equipo de Ludens fue el único en hacer la cobertura de los Juegos Olímpicos de Invierno Vancouver 2010, dejando muy atrás y hasta en ridículo a las compañias televisivas de siempre. Evidencia del profesionalismo y dedicación de un excelente equipo. Y que se confirma doblemente con lo realizado en la Copa del Mundo Sudáfrica 2010. Además de la dupla Mejía-Carrera, se unen al elenco Juan Villoro, prueba viviente del maridaje del futbol y la literatura; Fabricio Mejía Madrid, de irónica sustancia; Mariana H., de sofisticada presencia, y, claro, la desenfadada participación de Jorge F. Hernández, y sus análisis a contracorriente. Y como cereza del pastel, su mejor carta: Andrés Bustamante, el Güiri-Güiri, con toda su grey de tremendos personajes, como Albert Ahi'stá y, por supuesto, Ponchito. (Hasta el caballero andante de la historiografía mexicana, Álvaro Matute, tuvo una destacada participación. Y lo hizo tan bien que hasta sus colegas del gremio, más que hacerlo pomada, lo aprecian mucho más. Vivir para ver, ver para creer.)
Ahora que la justa mundialista he terminado (y, por tanto, las sandeces de las dos televisoras), confío en que Ludens regrese renovado para afrontar, aparte de los juegos olímpicos de Londres 2012 y la Copa del Mundo Brasil 2014, los próximos juegos panamericanos, Guadalajara 2011, porque la pasión se vive mejor en casa propia. Aún así, siempre es una grata experiencia acercarse a Ludens y ejercitar sobremanera el deporte de la cultura. (De vivir aquellos comentaristas, a los que hice mención al principio de estas líneas, lo aprobarían sin tapujos ni premura. Sí que sí.)

domingo, 11 de julio de 2010

Sudáfrica 2010 en diez estampas

Hace un mes, y con motivo del inicio de la XIX Copa del Mundo, Sudáfrica 2010, tuve la oportunidad de comentar mis acercamientos con el futbol, donde, cabe recordarlo, no paso de la democrática categoría de hincha villamelonesco, es decir, que tengo ciertas nociones, pero no soy tan pambolero de hueso colorado. Sin embargo, he disfrutado en estas semanas de varios partidos inolvidables, e igualmente de la parafernalia generada a su alrededor. (Sí, señores, confieso apenado que sí he bailado y cantado el "Waka Waka", conocido, aunque sea de oidas, a la vuvuzela, prima lejana de nuestras cornetas futboleras, e incluso hacer tremenda mofa del pulpo Paul -imaginarlo en un delicioso plato de paella si fallaba en su pronóstico, claro- sin siquiera aplicar sus predicciones a la quiniela del progol.)
Ahora bien, y a escasos minutos de ver una inusitada final en la historia del Mundial, dejo algunas estampas sobre esta décimonovena copa, la cual describiría en una sola palabra: inédita. Por albergarse en un continente olvidado, por mostrarnos la fuerza y la juventud de varias selecciones nuevas y, desde luego, por llenar de esperanza a una humanidad que no requiere de armas ni de tratados para hacerse respetar. Al final, se cumple aquella sentencia de Juan Villoro: Dios es redondo. Véamos pues.
  1. Debacle de Les Bleus: la selección francesa, que hasta hace poco dirigió el francés Raymond Doménech, con todo y su malograda cualidad de sub-campeón en Alemania 2006, no consumó el pase a los octavos de final. Un bizarro empate con Uruguay, la pírrica victoria de México y un desconcertante encuentro con Sudáfrica, mandaron de vuelta a Europa a una selección dividida, que busca ahora renacer para la Eurocopa 2012. (Una tremenda vergüenza para los Dioses de St. Denis, a quienes seguiremos recordando: Zidane, Barthez, Trezeguet, Vieira, Djorkaeff, Henry, y su legendario entrenador Aimé Jacquet.)
  2. Cita con el destino: Ya que mencionamos a Thierry Henry, y su mano traviesa que dejó sin clasificar al equipo de Irlanda, cabe decir que Francia pagó caro su lugar en la justa mundialista, haciendo ver que Irlanda sí debió estar allí por derecho propio. Pero también el equipo italiano, la squadra azzurra, recibió su merecido por aquella triste final en Alemania 2006. Ambos equipos, campeón y sub-campeón, respectivamente, sí terminaron por encontrarse de nuevo... ¡¡pero en el aeropuerto!!
  3. Exceso de confianza: Fabio Cappello, entrenador del equipo de Inglaterra, y el más caro de la historia del futbol, al igual que su homólogo argentino, Diego Armando Maradona, son la prueba fehaciente de la eficacia de aquel refrán que dice: "Presumir de buen cantante para salir con su 'la ra lá'". Cappello, a duras penas llevó a la selección de la rosa hasta los octavos de final y con la "eficacia" de su portero, peor aún... Y ¿qué decimos de El Diego? Pues casi lo mismo, sólo que la pesadilla de Italia '90 acabó con un sueño y, claro, con un exceso de confianza. Hasta los dioses tienen miedo.
  4. ¡¡Sorpresa, sorpresa!!: La selección de España, después de fallar ante su similar de Suiza, demostró que sí tiene bien puestos los tacos para afrontar mejores y más difíciles partidos. Y quedó más que demostrado con su inusitada llegada a la gran final, donde medirá fuerzas con una leyenda viva, Holanda, invicta desde su primer partido en Sudáfrica. (Sneijder vs. Villa.)
  5. Como siempre... el tri: Sin importarles mucho el valor de jugar el partido inaugural, ante los anfitriones, los bafana bafana, la Selección mexicana volvió a hacer de las suyas. Un bizarro empate precedió una victoria pírrica ante les Bleus y una esperada derrota ante los uruguayos, para luego, claro, temblar ante unos argentinos que lo tuvieron todo. (Pero de lo perdido, lo encontrado: el Chicharito Hernández, con una prosapia pambolera tras de él, formará parte del Manchester United, y el sui generis de petatiux, Cuauhtémoc Blanco, prepara un retiro para muchos -me incluyo- ya esperado.) En una palabra, ¡¡los hicieron sandwich!!
  6. Más jugosa que nunca: La selección de Holanda, la famosísima Naranja Mecánica, demostró una enorme fuerza y un tremendo dominio del juego. No por nada todos los partidos jugados lo volvieron el invicto de su grupo. Su mayor recompensa, luego de ganarle a Brasil en la ronda de cuartos, llegar con vida a las seminfinales y de allí, al partido final. (En este caso, su experiencia previa en las finales de Alemania '74 y Argentina '78, y sin toparse con teutones y porteños, sólo les resta un destino: ganar. A ver qué pasa.)
  7. África mía, ¡¡era suya!!: De las pocas selecciones africanas que participaron en la justa deportiva, sólo Ghana obtuvo el privilegio de llegar a cuartos de final. Camerún, Nigeria, Costa de Marfil, y la propia Sudáfrica se quedaron en el camino, donde evidenciaron muchas deficiencias en su estructura; Nigeria salió muy mal librada de esto, quián sabe cómo se lo cobrará el futuro. Ni siquiera los bafana bafana sacaron la casta, les valió poco ser los anfritiones ¿no creen?
  8. Monarcas destronados: Alemania tenía todo para recuperar el honor perdido en veinte años de sequía; desde la sabrosa victoria en Italia '90, la aplanadora germánica no ha visto la suya. Ni siquiera el hecho de organizar la copa de 2006 les dio más fuerza para obtener el tetracampeonato y pisarle los talones a Brasil en cuanto a copas ganadas se refiere. Destacamos de su participación el hecho de mandar a los ingleses y a los argentinos a su casa, pero subestimaron a la Furia roja... y les costó llegar a la final. (Creo que la ausencia de Michael Ballack influyó en algo...) Ahora con un tercer lugar, un futuro incierto aún les espera de vuelta.
  9. Nobleza obliga: Uruguay, primera selección de la historia en ganar la primera Copa del Mundo en su propia tierra (1930) y ganarle a Brasil en sus propios terrenos veinte años después (el maracanazo), regresa por sus fueros en Sudáfrica, bajo las órdenes de Óscar Washington Tabares, y con uno de sus grandes cracks en la alineación: Diego Forlán. A Uruguay le correspondía, por derecho divino, recuperar su trono, pero la juventud de tres selecciones europeas le hizo ver su suerte. (Queda la Copa América del año próximo para confirmar su fuerza.)
  10. Nuevos herederos, ¿viejos conocidos?: Brasil, como futuro anfitrión mundialista en 2014, tiene el deber de representar (y bien) a una fanaticada que los sigue con franca devoción, y más si la copa en cuestión se juega por segunda vez en tierras verde amarela, ¡¡después de 64 años!! Respecto a lo que dejaron en Sudáfrica, la selección dirigida por Dunga nos regaló algo del jogo bonito, pero quien mejor lo hizo fue, cosas de la vida, una Naranja muy jugosa. (Esperemos que ahora sí Ronaldinho sea de los elegidos y que la magia crezca. Oxalá.)
No cabe duda que Sudáfrica 2010 fue un mundial lleno de sorpresas, pero también varias cosas salieron a la luz, como el simple hecho que se trata de un país con sus propias desigualdades sociales, igual que México y quizás un poco peor. El futbol sí sirvió de algo: llenar de esperanza a una nación joven, que buscará, ya fenecido el fervor mundialista, su nuevo destino. Incluso, me atrevería a decir, que Sudáfrica nació dos veces: una, con la caída del apartheid y la integración racial, de la mano de Nelson Mandela, y otra, gracias a Jacob Zuma, actual mandatario, después de poner a Sudáfrica en el mapa internacional, al menos, por un mes. (The rest is not our business.)
Finalmente, sea la Furia roja o la Naranja mecánica, quien se lleve la copa y se convierta en el octavo país en obtenerla, debe reconocer, ante todo, el espíritu que rige a esta justa: un buen juego y nada más.
¡¡Nos vemos en Brasil 2014!!

domingo, 4 de julio de 2010

¡¡Felicidades, Mayela!!

Hay mujeres que definen un día, otras que hacen lo propio con su tiempo, pero aquéllas que definen toda una vida, empezando por la suya, no cabe duda que la eternidad ya las tiene en el mejor de todos sus espacios. Cada vez que emprendo la gloriosa tarea de celebrar a alguna de las dichosas consejeras de esta empresa neobabélica, siempre debo tener presentes estas primeras palabras. Y hoy, día que resume en su efemérides la palabra independencia, corresponde hacer los honores a una maravillosa mujer con todas las Letras, Mayela Véliz, quien cumplirá no sólo años, sino también proyectos.
Conocí a Mayela hace algún tiempo, en aquellos días cuando la engorrosa institución de la brecha generacional generaba más desaguisados que coincidencias, en la carrera de Letras Hispánicas en la FES-Acatlán (UNAM). Siempre se distinguió, desde el primer día, en saber mirar, es decir, conocer varios puntos de vista, meditarlos después, para, posteriormente, generar nuevas propuestas y, por qué no, de una manera inusitada. Destacan, por decir algunos, su ingente participación en el libro Otros 1001 sonetos mexicanos del prolíficamente correcto Raymundo Ramos, misma que derivó su notable faceta como editora de la benemérita colección Dulce y Útil; gracias a su mirada confiable y certera, a la par que sus colegas de edición, dicha empresa libraria tiene más de un puerto hacia donde llegar.
¿Qué podemos destacar de Mayela Véliz? Muy sencillo. Además de una belleza incomparable, resalta su certera inteligencia que la lleva por el buen camino de la investigación, su generosidad cuando de compartir y profesar el conocimiento se refiere, y sobre todo, una permanente y siempre viva capacidad de asombro. No hay tema que se le escape vivo. (Caso contrario, investiga siempre para no quedar a la vera del camino.) Y, claro, todas esas cualidades le permiten ganar todo tipo de batallas habidas y por haber. Si alguna palabra del diccionario fuera su segura sinónima, no dudaría en decir que confianza le queda a la medida. (Y hasta le quedaría pequeña, si se empeña... lo cual no dudaría ni un ápice.)
Sobra decirlo, querida Mayela, pero lo repito con gusto: las mujeres no tienen edad. Además de los buenos deseos hacia ti, me inclino también porque cada día conserves ese estilo y esa genialidad que bien te distingue. Es un gran privilegio coincidir contigo y, claro, que lleguen mejores días para ti. (Mereces que te diga más, pero aquí cierro la frase.)
¡¡¡Felicidades, Mayela!!!

jueves, 1 de julio de 2010

Sergio Pitol en la Condesa

En estas últimas semanas, cuando la nómina de escritores fallecidos aumenta con todo el dolor del corazón, es imperioso hacer un balance de lo escrito y, aunque duela decirlo más que hacerlo, retirarse paulatinamente del ruedo. La noche de hoy cuenta con ese espíritu, luego que el maravilloso escritor Sergio Pitol presentó Una autobiografía soterrada, libro que aparece bajo el atípico sello de Almadía, y cuya presentación se realizó en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, alla por los rumbos de la Condesa.
Poco antes de las 7 pm, ya comenzaban a llegar distintas luminarias del mundo de las letras mexicanas para presenciar un acto sin precedentes. Quien esto escribe, al igual que Magali Tercero, Federico Campbell, Daniel Sada, entre otros, se paseaban por los estantes de libros o, simplemente, se tomaban un café antes de compartir las letras con su gran colega Pitol. Para mi buena fortuna, me encontré con Carlos Domínguez, colega y amigo, cuya cámara literaria estaba más que lista para entrar en acción. Platicamos un buen rato -la última vez que nos vimos fue en la entrega del Premio Villaurrutia 2008 para Adolfo Castañón- y ví que ya llevaba una enorme bolsa con ejemplares del homenajeado y sus presentadores: Jorge Volpi y Álvaro Enrigue. Y como traía unas ganas de hacer efectivo un regalo, le dije que me esperara un poco y, varios minutos después, llegué con Efectos personales de Juan Villoro (a quien se le extrañó, por cuestiones de fuerza mayor) y, claro, El arte de la fuga del maestro Pitol. (Ahora que lo menciono, sí debí comprar el libro de marras. Y sí, hoy me arrepiento.)
Justo a la hora indicada, el primero en hablar fue, desde luego, Sergio Pitol, quien leyó algunas palabras en torno al nuevo libro, destacó su importancia -desde los libros de procedencia hasta el orden definitivo en el volumen- y, claro, también su alocución dedicó algunas palabras hacia Carlos Monsiváis, entrañable amigo suyo y recientemente fallecido, con quien compartió, además de las lecturas y las aventuras literarias, toda una vida hecha de letras vivas e impresas. Finalizó su participación de forma lapidaria : Una autobiografía soterrada sería su último libro, y luego agradeció al público su asistencia. La siempre espontánea Anamari Gomís, al término de sus palabras, se puso de pie y aplaudió con toda intensidad, misma que no tardó en secundar el resto del público asistente.
Después de semejante muestra de afecto hacia Sergio Pitol, las intervenciones de Álvaro Enrigue y Jorge Volpi parecían salir sobrando, pero por igual las escuchamos, y la presentación acabó tal y como había empezado: de excelente manera, y con una enorme cereza en el pastel: una copa de mezcal oaxaqueño, cortesía de la editorial Almadía, y la firma de libros por parte del autor. Y mientras sucedía una u otra cosa, Carlos y un servidor nos acercamos a los presentadores; él, para sacar las consabidas firmas, y yo, para saludar al buen Álvaro y comenzar mi safari fotográfico para la colección privada. No nos fue tan mal. Y si le sumamos nuestro encuentro con la queridísima Maribel Báez, doblemente maravilloso.
En el mezzanine, encuentros con Margo Glantz, José de la Colina, Ix-Nic Iruegas, los escritores del Crack (Volpi-Padilla-Urroz), Mario Bellatín, Anamari Gomís y la dupla dinámica de Bonilla Artigas editores, entre otros, hicieron más que soñada aquella cita cultural en la Condesa. (Domínguez y Gorbea, a quien encontré después, también compartían aquella impresión.) De paso, he de confesar que, al encontrarme con mis editores (Bonilla Artigas, claro), quedó más que confirmado mi deseo de hacer mío este mundo (ancho y ajeno) de las Letras mexicanas. Sí que sí.
Y para cerrar con botón de oro, como todo mundo me sumé a la fila para obtener la rúbrica de Sergio Pitol. Primero hizo lo suyo Maribel, luego Carlos, y al llegar el turno de un servidor, el maestro Pitol, al momento de firmar mi ejemplar de El arte de la fuga, oyó mal mi nombre y así lo escribió; luego le aclaré la errata y, claro, corrigió como debe de ser. Esto me hizó recordar algo parecido que pasó hace dos años, en la Feria de Minería, cuando en vez de su nombre ¡¡puso el mío!! y que en segundos corrigió. Cuando se lo comenté, solamente acertó a reirse y a celebrar aquel destello de espontaneidad. (Natural en él, por cierto.)
Mientras emprendíamos la retirada mis colegas y yo, Anamari Gomís aprovechó el momento para saludarme y preguntarme si el maestro Pitol seguía firmando libros; respondí afirmativamente y ella, al voltearse, exclamó: "Pero si no es una fila... ¡¡es un colón!!" Y le dije que así era, dado el gran aprecio que se le tiene. Anamari también coincidió en ello y nos despedimos con aquella idea en la cabeza.
No me cabe la menor duda que el camino de las letras me ha dado un lugar preferente en lo que a homenajes, mesas redondas, premios se refiere. Como decía mi querido Jorge F. Hernández, una admiración se comprende más cuando después de leer con fruición y fidelidad a un autor ya querido, se realiza el milagro de conocerlo en persona, aunque sólo sea por un instante. Y creo que hoy con Sergio Pitol dicho milagro se cumplió a carta cabal. No dudo en volvérmelo a encontrar, pero en sus libros, como El arte de la fuga (a la sazón, mi favorito), siempre será como el primer día. ¿No lo creen?