jueves, 29 de abril de 2010

Una tarde con Margit Frenk

Por la mañana, en alguno de estos programas matutinos con caracter de optimista, escuché la siguiente frase: "No tenemos asegurados los siguientes treinta minutos". Y la verdad, sí lo creo, porque mientras arreglaba mis cosas para despachar los pendientes del día, vi anunciado en la Gaceta UNAM, la charla entre dos personas muy queridas en el ámbito académico: por un lado, la maravillosa investigadora Margit Frenk, y, por el otro, la presencia grata de Susana Quintanilla, también investigadora, pero del CINVESTAV (IPN), quienes, como parte del Seminario público sobre Cultura, dedicarían sus intervenciones para hablar sobre Mariana Frenk-Westheim y Martín Luis Guzmán, respectivamente.
Al filo de las 6 pm, en el Salón de Actos "Adolfo Sánchez Vázquez" de la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM), y moderadas con el estilo inclasificable de Carmen Galindo, primero tomó la palabra Margit Frenk, quien nos llevó de la mano por la vida, obra y milagros de su ilustre madre, Mariana Freund Pick, quien adoptó de sus dos esposos sus apellidos, y así formar su conocido nombre de letras. A medida que Margit leía, se sucedían (gracias al artificio del powerpoint, claro) imágenes de la vida diaria de Mutti, como gratamente llamaban a Mariana Frenk-Westheim. Por supuesto, después de su lectura, el público asistente quedó con ganas de saber más acerca de aquella mujer excepcional, inteligente y, sobre todo, versátil en las letras; lo mismo escribía cuento corto que aforismo, y en esto, nadie le ganaba.
Cuando el micrófono pasó a manos de Susana Quintanilla, ella prefirió que el espacio dedicado a su intervención se aprovechara para proseguir con la remembranza en torno a Mariana Frenk-Westheim. "Yo puedo venir otro jueves, pero ahora que tenemos a Margit, no dudemos en seguir la charla". Y así fue. Entre lecturas de su obra y más anécdotas, al final de la sesión, todos quedamos complacidos luego de haber sido partícipes de una vida que, al ser contada por otra, igualmente excepcional, estará en nosotros y originará, amén de nuevas lecturas, otras conocencias.
Y para cerrar con broche de oro, tanto Margit como Susana dedicaron algunos minutos posteriores a la charla para intercambiar impresiones y felicitarse mutuamente. Un servidor, claro, no podía quedarse atrás. Primero, pidió a Margit que le dedicara, cordialmente, su ejemplar del Discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, y después, acudió con Susana, quien luego de saludarlo de primera fuente (ya es una sana costumbre hacerlo por el facebook, por cierto), procedió a dedicarle su ejemplar de "Nosotros". La juventud del Ateneo de México, lo cual Susana hizo gustosa de la vida. Y en reciprocidad, le obsequié un ejemplar del discurso de Margit, el cual había reservado para una oportunidad así. Y la beneficiaria, claro, no podía ser otra persona que Susana Quintanilla.
Finalmente, fue una tarde inolvidable allá en la Facultad de Filosofía y Letras, donde escuchar a una mujer excepcional como Margit Frenk fue el suceso más maravilloso de todo el día. Originalmente, a esas horas tomo un curso en línea, pero con tal de vivir aquello, París bien vale una misa. Ya ven porque no tenemos asegurados los siguientes treinta minutos, ¿no creen? (Ya me dirán...)

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