domingo, 31 de mayo de 2009

Las tentaciones del "holacinco"

Hace cuatro años, decidí dar el gran salto y zambullirme en las agrestes aguas de la internet y abrir mi cuenta de correo electrónico. Hace dos años y pico, inauguré este lugar en la red donde tanto pasiones como obsesiones conviven en igualdad de condiciones. Ahora toca el turno a un extraño medio de relación social que hasta ahora no me ha dado fallas, y que denominaré con el nombre de holacinco. (Cabe mencionar que sus más cercanos competidores, caralibro y miespacio, son también los más sonados en estos lares virtuales.)
Recuerdo que en mi bandeja de correos llegaban, además de los avisos para coloquios, las cálidas misivas de grandes amigos y la publicidad institucional, las invitaciones de varios amigos míos para incorporarme a las filas del holacinco. Por un tiempo supe capotear esos mensajes y no darles alguna importancia. Sin embargo, luego de ver los perfiles públicos (ahora privados) de varias amigas, me entraron unas ganas de hacer lo propio, pero no pasaban de allí. Un sábado por la noche, luego de responder varios correos y hacer las anotaciones respectivas en esta bitácora en red, al final tuve que ceder. Y me registré.
En un principio, con sólo poner una foto mía y mis datos bastaba y sobraba, mas no era así. A medida que me integraba a ese mundo, llegaban sendas invitaciones de amigos, conocidos y nuevos rostros por conocer. Estuve algo escéptico, claro, pero luego aprendí sobre la marcha y ahora domino el holacinco tan bien que ¡¡hasta ya me piden asesorías!!
Además de agregar a los amigos de ayer, hoy y siempre, se da la oportunidad para conocer a nuevas personas, ya sea por algo que lees, escuchas o simplemente compartes, por mínimo que esto sea. Y si le sumamos el uso de diversos artilugios como bebidas virtuales, animaciones so cute, competencias de videos y música preferida, podría decirse que la diversión es lo único que importa. Sin embargo, existen los perfiles un poco más serios y dados a la difusión de un tema en particular; que equilibran sus opiniones en grupos o círculos de debate dentro del sistema. Desde mascotas y música pop hasta Astor Piazzolla y amantes del café, todo tema origina debate y/o coincidencia.
Bien sé de los peligros que este tipo de páginas conlleva, pero no me inclino a resaltarlos; lo único que se nos pide es cautela: no mostrar más de lo debido. Y si alguién decide cuidar hasta su propia sombra, simplemente se hace un tipo de blindaje y sanseacabó. Algo más: no se puede anexar a cualquier persona a una lista así porque así: teniendo cuidado con esto, el resto es pura mermelada.
Con todo, dejarse llevar por las tentaciones del holacinco es bueno; hacerse el Odiseo ante el canto de las sirenas sí resulta óptimo, lo reconozco, pero no todas las sirenas son policiacas. O ustedes ¿qué piensan? Mientras tanto, seguiré navegando por esas extrañas aguas y recuerden que estas líneas son sólo una opinión: la última palabra corre por su cuenta. ¿Verdad?

viernes, 29 de mayo de 2009

Carta sincera para Ana Colchero

Querida Ana:

Anoche, durante la presentación de la novela Yo, la peor de Mónica Lavín en el Claustro de Sor Juana (donde leíste fragmentos significativos de la misma), tuve la oportunidad de acercarme a ti y pedirte que me dedicaras un ejemplar de tu novela Entre dos fuegos, el cual muy amablemente estampaste con tu rúbrica y luego te retiraste, no sin antes escuchar que me había gustado. Sin embargo, no dije todo lo que quería decir.
Hace tres años, entre las novedades literarias de aquel tiempo, apareció una novela muy sui generis que comenzaba a interesarme, más por la temática que por el nombre de la autora. Me refiero a tu primera novela, Entre dos fuegos, que generó muy buen recepción por parte de tus primeros lectores, entre estos el mismísimo José Agustín. Sin embargo, no leería tu obra sino tres años después.
Mi encuentro se dio de la manera más inusitada; en una de mis forzadas escalas en el súper (donde compré un foco para la lámpara de mi escritorio), en la sección de Libros me topé con tu novela, la cual estaba a un precio bastante accesible. Sin dudarlo, la compré. (Mi inconsciente me gritaba ¡¡Ya no quiero libros sino leer!!, pero al llegar a casa, quité la envoltura de celofán y me dispuse a leerla.) A medida que pasaba las páginas, me involucraba en dos historias paralelas: una, la del presidente Orihuela, quien en su afán por perpetuarse en el poder unos años más, preparaba un suceso funesto; y la otra, la historia de amor de Jan y Soledad, quienes hacen coincidir sus inciertas vidas y tienen un destino en sus manos: él, como artesano; ella, en la cocina. Respecto a la historia política, se ve que conoces el engranaje que mueve al poder político, porque describes que detrás de las intenciones de Orihuela, se hallan muchos secretos y mentiras de sus colaboradores, quienes buscan sólo un ligero pretexto para tirarlo del pedestal y hacerse del poder.
Sobre el romance entre Jan y Soledad, la cosa cambia. Ambos provienen de familias diezmadas por los avatares de la vida; un exilio exterior, a su vez interior, es quien escribió sus postreras vidas. Jan, de origen polaco y cuyo padre buscaba un mejor porvenir para él, halló en la carpintería el modo de construir su mundo, de mandar a segundo plano el exilio donde se encuentra inmerso. En el caso de Soledad, con un padre cariñoso y una madre estricta, encuentra su mundo en la cocina, donde aprende grandes lecciones de su cocinera, a la postre su mejor amiga. Cuando Jan y Soledad se encuentran por primera vez, se ven como dos extraños; a la larga, las barreras que los separan (la madre de ella, el pasado de él). Al final, Jan y Soledad coinciden el uno con el otro. (No cabe duda que esta novela la escribiste con pasión, tinta con la que se escriben las grandes obras. Sólo el tiempo dirá si me equivoco o si acierto.)
No me pico de experto en narratología, pero la manera como alternas las dos historias, me parece algo "faulkneriana", por tratarse de dos cosas muy distintas, sin embargo, logras unir los cabos de ambas y hace de ello una novela, amén de entretenida, digna del mejor seguimiento. No exagero al decirlo, aunque aquí se aplique el consejo que Pablo Neruda le dio a un joven Antonio Skármeta: Todos los primeros libros de autores jóvenes son buenos. Mejor esperemos el segundo. Y sí, ya viene el siguiente para constatarlo.
Querida Ana, además de tu innegable talento en los escenarios (te extrañamos en la televisión, por cierto), ahora puedes jactarte de ser una destellante novelista, cuyas primeras obras serán el comienzo de muchas otras. Y aunque reciba réplicas y reclamos de terceros -¡¡y por carretadas!!-, no me cabe la menor duda de que eres muy buena novelista. Verdad que sí.
Muchas gracias por tu libro y mis mejores deseos para el siguiente. Recibe un fraternal abrazo y un beso.
Afectuosamente,
U.V.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Thomas C. Smith Stark

Recuerdo que hace más de dos años, fuiste el moderador de mi mesa y, por tanto, de mi primera participación en los encuentros de la SOMEHIL.
Recuerdo también que compartimos la hora de la comida en el restaurante del Museo de Antropología. Fue en septiembre y estaban en nuestra mesa Pilar, Chonita, Julio Alfonso, Carmen, Dora; tu compañía y buen humor sólo podían equipararse a los del Dr. Hans-Joseph Niederehe, con quien convivimos aquella tarde. Aún así, siempre salías airoso.
Tampoco se me olvida el pequeño aventón que me diste a Reforma, durante una semana de fuertes manifestaciones, donde -literalmente- salimos de un "atrincherado" Castillo de Chapultepec. (Allí te prometí que algún día iría a visitarte a El Colegio de México.)
También viene a mi memoria tu siempre sorpresiva cámara fotográfica en los cursos donde coincidíamos alegremente.
Sin embargo, todas estas cosas son sólo una ligera muestra de aquella persona admirable, trabajadora y, sobre todo, íntegra. Quienes te conocimos, en lo público y en lo privado, sabemos muy bien que la palabra que mejor te define es entusiasmo.
Gracias por todo, querido Thomas.
(We'll miss you.)

lunes, 18 de mayo de 2009

Mario Benedetti: Adiós, poeta

Cuando muere un poeta, una parte del mundo se desmorona y la poesía sólo se vuelve un montón de palabras. Sin embargo, para quienes frecuentamos ese mundo, nada más nos queda un consuelo: saber que estas palabras generaran nuevos y mejores enlaces y así una obra prístina y señera permanecerá a nuestro lado.
Ayer por la tarde, mientras veía las noticias, me entero de la muerte del poeta uruguayo Mario Benedetti (Montevideo, 1920-2009), a los 88 años, cuya obra es de sobra conocida por todos los confines del planeta. Como no me interesa hacer una necrológica más, comparto con ustedes un poema suyo, puesto que la poesía siempre habrá de salvarnos, si no la vida, al menos el día. (Además, es mi favorito.)

Te quiero

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.


(¡¡Adiós, poeta!!)

lunes, 11 de mayo de 2009

Un provocador profesional llamado Dalí

Cada que un pintor hace su aparición en el mundo, el tiempo se detiene sin pedir nada a cambio. Y cuando una obra señera y única se inscribe en la vida, muy a pesar de sus cualidades y defectos, mejor aún. Es este el caso del pintor español Salvador Dalí, a quien hoy recordamos en su cumpleaños 105.
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domenech nacido en Figueras, Cataluña, fue un niño con intereses variopintos; lo mismo el futbol que el arte contemporáneo. Tanto fue su acendrado interés por esto último que en 1922 viaja a Madrid para estudiar en la Academia de Artes de San Fernando y se aloja en la legendaria Residencia de Estudiantes, donde entrabaría amistad con otros dos genios: Federico García Lorca y Luis Buñuel. Sin embargo, los intereses del joven Dalí iban más allá de lo estrictamente académico y esto origina su expulsión de la Academia de Artes. Para un muchacho admirador de Picasso y Joan Miró, el mundo aún estaba por escribirse, o mejor dicho, por pintarse.
En 1929, en mancuerna con Luis Buñuel, ahora convertido en cineasta, realiza Un chien andalou, película que se incorpora a las filas del naciente surrealismo, movimiento creado por André Bretón. Dentro de esta corriente, Dalí incursiona con las primeras obras que habrían de originarle cierta notoriedad; relojes blandos, insectos saliendo de una mano y Gala, musa, esposa y dealer, son algunos de los tópicos que determinarían su postrera obra. Tanto fue el empecinamiento de Dalí en esta corriente que alguna vez declaró Yo soy el surrealismo. Y si le sumamos las estratosféricas cotizaciones de sus cuadros y esculturas, no en vano Breton hizo un lapidario anagrama de su nombre: Avida dollars.
Como los provocadores profesionales no pueden quedarse quietos, Salvador Dalí también incursionó en el campo de la escritura; además de ser un lector incomparable -que lo mismo ilustró ediciones de La Biblia, La Divina Comedia, El Quijote, los Ensayos de Montaigne y la Autobiografía de Benvenuto Cellini-, se tornó escritor incendiario. (Gracias a su Vida secreta, acusó a Buñuel de comunista, cosa que el aragonés nunca le perdonó.) Diario de un genio, La vida secreta de Salvador Dalí, El Angelus de Millet, fueron algunas que destacaron, además de la carretada de entrevistas que dio para cualquier medio de comunicación. (Recuerdo una memorable que le hizo Jacobo Zabludovsky donde le hizo firmar una edición en gran formato de su obra; interesante jugada del periodista, dado que Dalí tenía fama de quedarse son los bolígrafos con que firmaba sus obras.)
Por donde quiera que se encontraba, Dalí siempre tenía motivos para generar polémica; sea con algunas de sus boutades, sea para tener un momento de atención. Lo importante para él es seguir en el ajo. Lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal. Aunque los detractores se coticen por kilo, no cabe duda de que cuando hay admiradores es porque, de verdad, los hay. Sus pinturas se encuentran entre las más conocidas del arte español, sus escritos (hoy día, publicados en ocho volúmenes por ediciones Destino y la Fundació Gala i Salvador Dalí) una muestra de una creatividad sin límites, y sus palabras, bueno, digamos que cumplió y con creces su propósito. Aunque el arte es eterno, sus creadores no. Salvador Dalí muere el 23 de enero de 1989.
Estas líneas hacen lo posible por recordar a una figura sin igual; mejor homenaje no podía haberle hecho el grupo español Mecano con esa emblemática canción extraída del álbum Descanso dominical.

Si te reencarnas en cosa,
hazlo en lápiz o en pincel
y Gala de piel sedosa
que lo haga en lienzo o en papel.

Si te reencarnas en carne,
vuelve a reencarnar en ti,
queremos genios en vida,
queremos que estés aquí,
"Eungenio" Salvador Dalí.

(Lo demás, son sólo efemérides de calendario. ¡¡Gracias, Dalí!!)

jueves, 7 de mayo de 2009

Diez cosas para olvidarme de la "gripe"

1.- Leer dos libros al mismo tiempo: Entre dos fuegos de Ana Colchero y un ejemplar de la saga detectivesca de Pepe Carvalho, El hermano pequeño de Manuel Vázquez Montalbán.
2.- Aventarse un maratón de pelis disfrutando de la comodidad hogareña: Así del precipicio, Memorias de una geisha, El curioso caso de Benjamín Button, Las cinco personas que encontrarás en el cielo y La misma luna, sin olvidar los clásicos personales Lección de honor, Una mente brillante y la versión definitiva de Blade Runner.
3.- Revisar con minuciosidad de relojero tanto la nueva programación de Canal 22 como la reestructurada (y a regañdientes) programación de Once TV, sin olvidarse de echarle una miradita a Proyecto 40. (Gracias a ello, Matrioshki sigue siendo una nueva serie favorita, Cuéntame cómo pasó conserva intacta su frescura en la historia, y Claves, muy a pesar del "recorte" de quince minutos, se perfila para convertirse en un clásico contemporáneo.)
4.- Cambiar de estación de radio favorita: del 88.1 al 102.5 fm. (Para un radioescucha estándar como un servidor, vale más escuchar las puntadas de Susana Moscatel y Pamela Cerdeira que soplarse documentales disfrazados de cobertura. Se agradece la información, cierto es, pero demasiada -perdonen mi respuesta-, desinforma.)
5.- Pasar en limpio todo el titipuchal de notas al vuelo que la lectura de un solo autor me deja. (Creo que esto da para un ensayo. Es una apreciación.)
6.- Poner en la charola para 5 discos del modular todos los compactos de Alizée y el best of de Mylène Farmer, hasta llegar a la última canción.
7.- Revisar hasta el hastío tanto el correo electrónico y el holacinco como la presente bitácora, con tal de hallar mensajes y/o comentarios que motiven algo más que optimismo, haciéndonos un favor al evitarnos el engorroso tema de la gripe.
8.- Hacer las labores propias de mi sexo, es decir, lavar trastes y ropa, planchar, barrer y cocinar.
9.- Repasar una y otra vez el manual de capacitación para ser funcionario de casilla en las próximas elecciones, mientras arreglo la agenda para la próxima visita de mi capacitadora a mi casa. (Muy guapa, por cierto.)
10.- La más importante: Pasar tiempo de calidad con la familia. Todas las nueve anteriores no tienen sentido sin ésta. En tiempos de guerra, tiempos de paz, la familia es lo único que hace la diferencia. Verdad que sí.