jueves, 25 de diciembre de 2008

Y para despedir 2008...

Consejeras, asesores, ciudadanos y amigos:

Durante 2008, buena parte de los proyectos se cumplieron a carta cabal; no faltaron reencuentros, proyectos comunes, mudanzas o simplemente días donde la constancia y la amistad hicieron lo propio, En este año, comprobé sobremanera la fidelidad de una conocencia, y ello derivó en reconocer y agradecer sus palabras de buen aliento, los extrañamientos y reproches hechos hacia quien escribe. Ahora más que nunca, sé que contaré con ustedes: sea en la sensata distancia, sea en la discreta cercanía. En 2009, simple y sencillamente, debo corresponderles con metas cumplidas y nuevas travesías.

Mientras tanto (y con la vida de nuestra parte), mis mejores deseos para todas ustedes en estas fiestas y, desde luego, para que 2009 sea un año de mejores logros y grandes amistades.
¡¡Muchas gracias!!

Un abrazo,
Ulises Velázquez,
Presidente de la Nueva República de Babel

jueves, 18 de diciembre de 2008

Volver a Blade Runner

Hay dos cosas que siempre hago en la temporada pre-navideña: una, regalar un libro a una gran amiga que me acompañó durante el año (en esta ocasión, hubo un empate entre dos muy queridas), y la otra, obsequiarme un devedé. Como el año pasado me regalé Feliz Navidad, Sr. Lawrence (y aún espero que me la devuelvan), una peli inscrita en el género bélico, resolví regresar a un género muy grato: la ciencia ficción. La afortunada fue Blade Runner, de Ridley Scott, mi favorita entre todas las que he visto en mi vida, por encima de La mirada de Ulises de Theo Angelopoulos, y Amélie de Jean-Pierre Jeunet. (Sorry.) Compré la versión definitiva, the final cut, en una edición especial de dos discos, con motivo de los 25 años de su estreno. Pero antes de contar mi experiencia con el dvd, primero pasaré revista a la presencia de Blade Runner en mi vida.
Cursaba el segundo año de preparatoria cuando vi por primera vez Blade Runner. Pretextando una tarea para la materia de Redacción, resolví verla un martes por la noche por el canal Once; quedé maravillado por la proyección del futuro que Ridley Scott había filmado, pero también atrajo mi atención que el protagonista, Rick Deckard, interpretado por Harrison Ford, narraba en voice over toda la historia. Este recurso es característico en las películas de detectives, es decir, adaptaciones cinematográficas de obras de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, clásicos del film noir a final de cuentas. La premisa es la siguiente: en 2019, un futuro post-apocalíptico, donde la clonación es de todos los días, varios replicants escapan de una colonia terrestre en el espacio y logran llegar ilegalmente a la Tierra, buscando respuestas conciernientes a su tiempo de vida, dado que un replicant no podía vivir más de cuatro años. Para eliminar a estos seres renegados, se crearon unidades especiales llamadas blade runners, de las cuales forma parte Deckard. Para no contar toda la película, simplemente digo que en esa engorrosa misión, tanto Deckard como Roy Batty, lider de los replicants, buscan las respuestas a las preguntas fundamentales en la historia del hombre: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿cuánto tiempo me queda? Definitivamente, esta peli se volvió parte de mi vida. (Paréntesis aparte: he visto la mayor parte de la filmografía de Ridley Scott, de donde destacaría, por un lado, Leyenda y Un buen año, y por otro, Alien y Gladiador. Blade Runner se cuece aparte.)
Mi segundo encuentro fue literario. En una de las librerías del "pacificador hindú", adquirí a muy buen precio la novela que le dio origen: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, escrita por el norteamericano Philip K. Dick. Sin dudarlo, la devoré. Encontré cosas que no estaban en la película, como debía ser, sin embargo, en la novela estaba en su elemento natural el meollo del filme: hasta las cosas artificiales tienen vida propia, inclusive sentimientos innatos en el ser humano. En esta primera lectura, confieso que tuve un cierto desconcierto, algo que no conseguía explicarme. Para aquellos días, me reencontré con la película en el cineclub de la Biblioteca de México. Sin proponérmelo, vi la versión del director, la cual sólo difería en la primera en la ausencia del voice over y en el tratamiento de algunas escenas, además de ligeros cambios en la música compuesta por Vangelis. Al final, resolví quedarme con el director's cut. Cada quien tendrá sus razones.
Mi tercer encuentro con Blade Runner se dio en junio pasado, cuando recibí como regalo de cumpleaños la edición especial en tres compactos de la banda sonora, con motivo del 25 aniversario de la película. El primero es la producción de 1992, el segundo tiene cortes inéditos y el tercero, música compuesta ex-profeso para el aniversario, donde Vangelis contó con la colaboración de Rutger Hauer, Edward James Olmos, Bruno Delaye, Oliver Stone, Roman Polanski y hasta sir Ridley Scott, entre otros. Una producción única en su género. No dudo en recomendarla y además es sumamente accesible.
Casi a punto de finalizar la escritura de estas líneas, mi último encuentro con BR, se dio la semana pasada, luego de comprar la edición especial. Luego de ver completa la versión definitiva y restaurada, quedé impresionado y casi lloraba de la emoción. Me enamoré nuevamente de Sean Young en su papel como Rachael, la replicant que tiene un devaneo con Deckard. En apariencia, era la misma peli, pero ahora tenía algo nuevo, algo que pasó desapercibido a mis ojos. ¿Las escenas? ¿El diseño de imagen? ¿La música? Francamente, no lo sé... Días después, vi el otro disco: un documental de ¡¡tres horas y media!! sobre cómo se hizo Blade Runner, desde la concepción de la idea (inspirada en un título del escritor beat William Burroughs y la novela de Dick), hasta el estreno de la versión restaurada, producida por Charles de Laurizika, a 25 años del estreno oficial en pantalla.
En fin, creo que ya dije bastante sobre Blade Runner. Ahora que el tiempo lo permita, volveré a verla sin parar. Todavía hay cosas que se me escapan a simple vista, pero no dudo que siempre me acompañará en este trayecto de la vida. Después de todo, y como dijo Roy Batty en una memorable escena final, "All those moments will lost in time... like tears in rain".

jueves, 11 de diciembre de 2008

Queremos tanto a Elena Garro

En este año, el mundo de la cultura y las bellas artes se ha llenado de obituarios como jamás se había visto, y ello nos obliga a ver un poco hacia atrás, por aquello de la memoria. Sin embargo, hay una frase lapidaria que sirve de aliciente para seguir adelante: Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga. Su autora, Elena Garro, ni más ni menos.
Nacida un día como hoy, pero de 1916, en la ciudad de Puebla, Elena Garro Navarro creció rodeada de libros y de literatura. Sus padres, consumados lectores, en cierta manera descuidaron a sus hijos, pero les regalaron algo más importante, la imaginación y el conocimiento. Elena y su hermana Debaki jugaban a ser grandes personajes y se comunicaban entre ellas con un lenguaje que sólo ellas entendían. Pasado el tiempo, Elena tuvo variopintos intereses, entre éstos la danza y el teatro. Llegó a ser coreógrafa al mando de Julio Bracho, pero las letras, como era lógico, además de habitar su casa, también tocaron a su puerta cuando conoce a un incipiente Octavio Paz, quien se vuelve novio de ella y contertulio de don José Antonio Garro. A la larga, Octavio y Elena acabarían casados y con una hija doblemente talentosa, Laura Helena, la Chatita.
En 1937, Elena y Paz viajan a España para asistir al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia, donde conviven con genios de tremenda envergadura como Pablo Neruda y Rafael Alberti. Inclusive llegaron al mismo frente de batalla, según los caprichos de la guerra o del destino, si se quiere ver así. (Elena Garro plasmaría parte de esta experiencia cincuenta años después en Memorias de España 1937, donde Paz no saldría bien librado. Y cuándo no.) Tiempo después, cuando Paz ingresa al cuerpo diplomático mexicano, Elena aprovecha esos viajes de trabajo de su esposo para conocer la vida cultural, pero también para escribir un poco. Motivada por Paz, escribe su novela más importante, Los recuerdos del porvenir (la cual gana en 1963 el premio Xavier Villaurrutia, ex-aequo con La feria de Juan José Arreola). En esta novela, donde Garro recurre a sus recuerdos de infancia en el sur de Guerrero, presagia el llamado realismo mágico, explotado de forma postrera por Gabriel García Márquez.
Cuando se tienen vocaciones similares, nunca faltará la envidia. Mientras Elena escribía cosas de impecable factura en la narrativa, Paz seguía inmerso en su búsqueda de la poesía, así que las envidias -por parte del poeta diplomático- también formaron parte de su vida diaria. En los años 60, Paz trazó una nueva ruta hacia el Oriente, dejando a las dos Elenas a la deriva, a merced del vituperio tanto político (Garro fue una defensora de los indígenas y los campesinos en México) como literario (fue borrado su nombre de la historia de la literatura mexicana). Ellas fijaron por muchos años su residencia en España y en Francia, donde Helena Paz Garro trabajó en la legación mexicana en París, acompañadas por varios gatos y un baul lleno de papeles con olor a orines felinos. Producto de ese trajín, es el libro de cuentos Andamos huyendo Lola.
A principios de los noventa, un grupo de escritores, donde se encontraban Emmanuel Carballo y René Avilés Fabila, amigos suyos, la ayudan a regresar a México con todo y gatos. Elena y la Chata fijan su residencia en Cuernavaca, en un departamento propiedad de una hermana de la escritora. También se hace lo posible para que reciba del Conaculta una pensión como creadora, la cual no les rendía mucho. Al final, en pleno ostracismo, Elena Garro muere el 23 de agosto de 1998, cuatro meses después que Octavio Paz. Mientras que el poeta tuvo un sepelio digno de un jefe de estado, al de Elena Garro solamente asistieron varios amigos suyos, uno que otro funcionario cultural y, claro, su hija, la Chata.
Sinceramente, no es mi intención hacer un retrato ni un obituario pospuesto, ni tampoco una querella. Aunque la obra de Elena Garro pasó por las ingratas aguas del olvido, varios lectores -como quien escribe- al descubrir sus obras, le devolvemos vida, y su imaginación, pese a todo, dictará la última palabra. El Fondo de Cultura Económica editó el primer volumen de sus obras reunidas, donde se encuentran sus libros de cuentos La semana de colores y Andamos huyendo Lola; ojalá que el FCE prosiga con ese rescate que bien lo merece. Algunas de sus últimas obras fueron editadas por la casa regiomontana Castillo. Y su novela más importante, Los recuerdos..., aún tiene a Planeta como su casa editorial.
Somos muchos los que leemos y admiramos a Elena Garro. Hay que leerla para descubrir un mundo sin tiempo y porque, parafraseando el título de un cuento de Julio Cortázar, queremos tanto a Elena Garro. ¿A poco no?

martes, 9 de diciembre de 2008

Terminales

En este 2008, me hice asiduo a las series televisivas como nunca lo había hecho antes; claro está que siempre le he seguido la huella a Los Simpson y a Cuéntame cómo pasó, pero ahora hay una que he seguido desde el primer episodio y creo que merece unas cuantas líneas. Entro en materia.
El lunes 22 de septiembre entró al aire la serie mexicana Terminales, cuya temátiva versa sobre la presencia del cáncer en una joven mujer, quien debe reajustar el rumbo de su vida ahora que tiene las horas contadas. Se cuenta la historia de Abril Márquez (protagonizada por Ana Claudia Talancón), una dinámica reportera de la revista Caras, quien luego de conseguir una entrevista con el cantante colombiano Juanes, descubre gracias a unos análisis de sangre que padece leucemia, la cual mermará paulatinamente su cuerpo. Esta sentencia permite que Abril descubra cosas pendientes de su pasado, como enterarse que su padre, Fernando Márquez, también periodista, perdiera la lucha contra el cáncer; que su ex-novio, Daniel, dibujante de comics dueño de un café, siga "clavado" con ella; y descubra, sin proponérselo, que tiene una media hermana, fotógrafa y ¡¡también ex-novia de Daniel!! Desde luego que estas cosas la sacan de onda, pero siempre seguirá adelante.
Reza el lugar común que en el trabajo, la cárcel, las presentaciones de libros y en los hospitales es donde se conoce a los amigos. En la redacción de Caras, cuenta con la confianza de la editora y de un colega fotógrafo que siempre la acompaña, pero no se salva de la acidez de una compañera suya. Precisamente, en un hospital, donde trabaja su tío, tiene su encuentro con Leo Carral, hijo de un importante magnate, con quien además de compartir encuentros inesperados y una apasionante historia de amor, también coinciden en la enfermedad, dado que Leo tiene un tumor cerebral que poco a poco acabará con su existencia. Sin embargo, Abril obtiene fuerzas tanto de sus amigos (Roxana, lesbiana de closet, quien muere por Abril; Elías, un adicto al sexo con mujeres algo mayores, y, claro, el mismo Daniel) como de su familia (su tío médico, su madre, su abuela y su hermana menor).
¿Dónde reside el encanto de Terminales? Si lo vemos desde la perspectiva técnica, la serie está filmada en formato para cine. Desde la narrativa, la historia se cuenta desde el punto de vista de la protagonista, recurso presente en Grey's anathomy, por ejemplo. Pero si lo vemos desde el ámbito de los personajes, digamos que cada televidente se sentirá identificado con alguno. Sin embargo, lo más importante de toda la serie es la labor social que realiza en pro de la detección temprana del cáncer, al igual que su constante lucha. Además, sin picarme de moralista, la principal de todas las enseñanzas es disfrutar plenamente cada minuto de la vida, aunque haya tiempo de sobra o días contados. La semana entrante sabremos qué sucede con Abril, en el último capítulo de la temporada. Y mientras llega la segunda, dejo a ustedes la última palabra sobre Terminales. Muchas gracias.

lunes, 8 de diciembre de 2008

De clásicos a clásicos

Cuando una situación, más que inevitable, es esperada de antemano, le damos la connotación de clásica. Y cuando buscamos ese objeto que nos saque de un apuro, o es muy recurrente en ciertas ocasiones, decimos que es un clásico, ¿no es así? Ahora bien, ¿qué diantres es un clásico? ¿Qué es clásico?
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (el "clásico" DRAE, para acabarla...), clásico es: "que pertenece a cierta época o a un período de mayor plenitud para una civilización, que no se aparta de lo tradicional, que sigue ciertas reglas establecidas por la costumbre y el uso...", en fin, hasta aquí le paro. Si me ajusto a la primera acepción, un clásico sería El Mesías, de J. F. Haendel, o el Concierto de Brandenburgo #5, de J. S. Bach, dado que pertenecen al período barroco en la historia de la música. Respecto a la segunda, las películas de la época de oro del cine mexicano serían el mejor ejemplo. Y si ajusto a la tercera, el Hava Nagila que se baila en las bodas judías, ni mandado a hacer. Sin embargo, hay personas o sectores sociales que disienten de ello, porque le asignan esa cualidad a otras cosas, diametralmente opuestas a las que se proponen. Aquí y en China.
Bien sé que no intento hacer un trabajo exhaustivo sobre los clásicos o sobre ser un clásico, sólo me limito a expresarme ese prurito. Para muchos, los clásicos serán Bach, Haendel y Vivaldi; para otros, el Real Madrid-Barcelona o el América-Guadalajara, y para quien se deje o se ponga el saco:
El Acapulcazo, el tablero del coche forrado de peluche, los bisquets de Obregón, las escalas nocturnas en El Borrego Viudo, el metro Hidalgo en horas pico, los calzones de motitas, el Boing a la hora del recreo, las tortas banqueteras, la hora de los Bitles en la radio por las mañanas, el casquete corto en las peluquerías, el champú Pantene, judíos paseando por Izazaga, los mítines del Peje, las compras de pánico del 5 de enero, los "tamales oaxaqueños calientitos", las filas para pagar la tenencia, el pozole de los viernes, el recalentado, las revistas porno en la secundaria, irse de pinta a Chapultepec, el San Lunes, las peregrinaciones a La Villa, los comics de los domingos, el sonidero del barrio, los operativos en Tepito, los colados en las fiestas, las opiniones de la Monsi y la Poni, la taza de oficina a modo de portalápices, los informerciales, las canciones de Paquita la del barrio, las obras completas de José Alfredo Jiménez, el microbusero que se siente Michael Schumacher en pleno Reforma, las películas de Capulina, Carlos Fuentes, el wonderbra, ver las coberturas olímpicas por televisión, las gorditas de chicharron prensado, los incidentes Lobohombo y News Divine, el "Señor de las Ligas", los maratones de Dr. House por la tele, los camotes de Puebla, las momias de Guanajuato, las cubas con Cacardí, los discos de Silvio y Pablo, las guitarras de Paracho, el camión de la basura, el carnaval de Veracruz, la Lulú de grosella, los tacos de carnitas, el coche-sardina, la cascarita a media calle, cantar Oaxaca, los aguacates bien maduros, el "rapidín", el chocomil, la polla con Tres Coronas, la Feria de Minería, los Poeta Huevos y su hermosa hueva, la banda de pueblo, el café con piquete, el vocho blanco, las palomitas de microondas, Santos vs. la Tetona Mendoza, los chiles rellenos, la lucha libre en la Coliseo, el Circo Atayde, las chelas bien frías, las enchiladas de Sanborns, la Glorieta Insurgentes, manifestaciones en el Ángel, el Tianguis del Chopo, la sopa de fideo, el programa de Cristina Pacheco, el "año de Hidalgo", el Oxxo, el Jugueton, José Emilio Pacheco, el messenger, las tocadas en el Zócalo, el jabón chiquito, el patito de hule, el toallagate, las botas de Fox, y algunas frases como "Coopelas o cuello", "¡Por qué no te callas!", "Me amarraron como puerco", "¿Y yo por qué?", "No me cierre el maletín" o "Me chamaquearon", por decir algunas.
En fin... aún seguirá vigente la discusión sobre los clásicos, pero de una cosa estoy seguro: que cada quien tiene los suyos, y si todos coincidimos en alguno, digno es disfrutarlo hasta que el cuerpo aguante, porque hay de clásicos a clásicos. ¿No es así?

viernes, 5 de diciembre de 2008

La vida es un cine

Hace un rato, pasé una buena tarde de cine acompañado por Rosalía Velázquez, con quien vi Todo sobre las mujeres, muy buena película protagonizada por Annette Benning y Meg Ryan, muy en la onda Sex and the city, pero no del todo, a pesar de que se trataba de un remake de un filme de los años 30. Salimos de la sala de cine satisfechos por lo que habíamos visto. (Entre la última peli de un James Bond ya trillado y otras bastante palomeras, ésta era la indicada para ambos.) Esta escala cinematográfica desea tomar la pluma fuente (o, en su defecto, el teclado del ordenador) para escribir un capítulo más de mis Leaving Port Memories. "Habla, memoria..."
Desde que tengo uso de razón, el cine ha formado parte de mi vida. Principalmente, le debo esto a mi padre, quien me llevaba al legendario cine Ópera, allá por la San Rafael, en la segunda mitad de los años 80. La mayoría de las películas allí exhibidas tenían el sello de la casa Disney, sin embargo, se podían ver éxitos de hace veinte años o hasta más, como Los Aristógatos, misma que en aquellos días, llegaba a su primera década. Pero la película que se volvió el toral evento de mi generación, fue la versión para cine de Los Thundercats, cuya saga seguíamos todas las tardes por canal 5. En el Ópera, interminable el griterío infantil por unas expectativas exageradamente sobrepasadas. Si la memoria no me falla, después de ésta exhibición, para aquel cine comenzó un lento y largo olvido, que aún no termina.
En otras geografías, otros cines, estuve a punto de formar parte de una generación cinematográfica a la que le tocó el estreno de La historia sin fin, pero a media película, la tortuga gigante me dio miedo y mis padres optaron por sacarme de la sala. (Superé ese trauma en el cineclub de la escuela primaria, cuando la pude ver completa. Sans commentaires.)
Un evento capital que me abrió las puertas del cine de arte, fue el estreno de la película danesa El festín de Babette; mi padre, otra vez, me abrió el mundo del cine gracias a ésta. Durante muchos años, no volví a pararme sobre una sala de cine, gracias a la (in) comodidad del videocassette. (No me arrepiento de ello, porque así conocí tres de mis filmes predilectos: El último emperador, El imperio del sol y, ¡¡claro!!, Cinema Paradiso.) No fue sino hasta la preparatoria cuando después de ver Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto con Victoria Abril, cuando resolví regresar al placer del celuloide. Meses después, en la misma sala, me "aventé" El libro de cabecera de Peter Greenaway. Y ya en la universidad, digamos que el cine era de todos los días. El último tango en París, Antes que anochezca, La lengua de las mariposas y La última tentación de Cristo también se volvieron mis favoritas. (Hubo un día en que me eché al hilo ¡¡tres filmes!! Y en cines diferentes, además de todo. En la mañana, El tigre y el dragón; por la tarde, El exorcista, y Gladiador por la noche. Luego me arrepentí de haber comprado el boleto para la segunda.) Y ya que los arrepentimientos están de a peso, lamento sobremanera no haber visto la versión en cine de Sostiene Pereira, "el adiós de Marcello Mastroianni", según como se anunció en México.
Dice en una canción de la española Luz Casal, "Inés", que el acto de ir al cine es "sentarse y soñar". Así lo fue durante muchos años para mí. Y cada vez que me doy una escapadita al cine, así ocurre también. Decía Emilio García Riera que "el cine es mejor que la vida", pero más bien creo que la vida es mejor con el cine. De cualquier manera, la vida es un cine, ¿no es así?

martes, 2 de diciembre de 2008

Últimos nombramientos

Casi a punto de cerrar el año, la nómina de Consejeras de la Nueva República de Babel va en aumento y no es para menos, porque siempre una nueva perspectiva será bienvenida por estos lares, y, así mismo, se confirmará el rumbo que se ha seguido desde siempre. Por ello, hago los siguientes avisos:
  • Ingresan al Consejo Femenino de Gobierno la literata Mayela Véliz, la arquitecta Rosalía Manríquez y la filológa Heréndira Téllez, en calidad de Numeraria y Corresponsales, respectivamente. A partir de ahora, sus ideas formarán parte del engranaje de la NRB. ¡¡Enhorabuena!!
  • Del 12 de enero al 12 de abril, se llevarán a cabo los festejos por el Segundo Aniversario de la NRB, y nuevamente recaerá en la consejera Leyvi Castro la Presidencia del Comité Organizador. El proyecto para ello se llamará 12: Una mirada, dos años.
  • A partir del 1o. de enero de 2009, ésta será la nueva composición del gabinete neobabélico:
  1. Ana Cárdenas (Gobernación)
  2. Ericka Mildred Aguilar (Hacienda)
  3. Leyvi Castro (Educación)
  4. Rosalía Velázquez (Trabajo)
  5. Paulina Martínez (Comunicaciones)
  6. Irma Hernández Bolaños (Salud)
  7. Alicia Puga (Relaciones Exteriores)
  8. Elisa Cuevas (Cultura y Bellas Artes)
  9. Leilani Medina (Turismo)
  10. Mayela Véliz (Economía)
  11. Pilar Máynez (Función Pública)
  12. Claudia Salazar (Seguridad)
  13. Juliana Castellanos (Defensa)
  14. Heréndira Téllez (Investigaciones Lingüísticas)
  15. Beatriz Padilla (Investigaciones Históricas)
Ojalá que todas estas propuestas se lleven a cabo con todas las letras. Mientras tanto, en enero se reanudarán las actividades administrativas de la cliocracia babélica. Desde ahora, envío mis mejores deseos para estas fiestas y nos vemos en 2009. ¡¡Gracias!!