miércoles, 11 de junio de 2008

El revistero de las vanidades

Una de las cosas que disfruto hacer mientras ando de paseo por el súper, las librerías y la famosa tienda de los buhitos, es pasar horas y felices minutos frente a los anaqueles de revistas, hojeando algunas, leyendo otras y comprando las que se pueden. Seguramente más de uno me dirá "¿Y qué tiene esto de peculiar? Cualquiera lo hace..." Sí, es cierto, pero cuando la barra temática tiene para dar y prestar, he aquí el problema.
En casa, desde siempre, ha habido revistas en casa, y aprovechaba cualquier momento para leerlas. (Bueno... cuando tu mamá leía Última moda y Vanidades, y tu señor padre, Mecánica Popular, como que no había cabida para otro título, ¿no creen?) Sin embargo, descubrí el Tele-Guía y mi vida, si no cambió, al menos, se informó. (Muchas de mis amistades se preguntaban las razones de mi saber enciclopédico sobre los espectáculos, ahora creo saber de dónde venía.) Esa revista fue hegemónica hasta mis años en la preparatoria, cuando descubrí la legendaria Vuelta, dirigida por Octavio Paz. Podría decirse que me educó en lo concerniente a las letras. Sólo compré ¡¡dos números!! en toda su historia; el resto, lo adquiría en los puestos de usado en la Ciudadela. Pero también pasó por mis manos una publicación iconoclasta y hedonista: El Huevo. (Era radioescucha asiduo de Ondas del Lago, donde la anunciaban, pero ésa es otra historia.)
En estos dosmiles que nos circundan, las revistas que leo con una regularidad de diplomático son:
  • Letras Libres: Heredera de la legendaria Vuelta, conservó la calidad de sus trabajos literarios, pero se adaptó a los nuevos tiempos mediante el formato monográfico mensual. Un ejemplo: Su primer número, enero 1999, fue dedicado a Chiapas; el segundo, a los Diarios literarios, y así sucesivamente. También cabe notar que varios ensayos allí publicados generaron polémicas bárbaras, como aquel muy famoso sobre López Obrador y otro sobre la UNAM y el bicentenario. Siempre es una delicia leerla.
  • Día Siete: Magazine dominical, ideal para las horas de espera en el dentista, pero además hay que refinarse todo el periódico para obtenerla. Cuestión de enfoques.
  • Quién: Sí, me divierte leer sobre el jet-set mexicano y sus cosas, pero destacaría su avalancha de anuncios para quien colecciona publicidad.
  • El Huevo: A pesar de que su último número salió hace varios meses, digno es de destacar el hedonismo e iconoclasia de sus temas -estilo de vida lounge, cómo ser una chica posmo, lo alternativo-, pero sin olvidarse de los temas actuales, como la ciencia, la política y la economía. Si Vicente Huidobro dijo una vez que la poesía era el encuentro entre un paraguas y una máquina de escribir sobre una mesa de operaciones, El Huevo podría decirse que sería una mezcla entre Cosmopolitan, Este país y la Revista de la Universidad, pero con el diseño editorial de la Eres.
Ahora bien, ya como lector en fast track, confieso que mi placer culpable es plantarme ante los revisteros del súper y de los tecolotitos, y leerme varias. Al final, termino por irme tal y como llegué: en blanco. (Si alguna me interesó, al día siguiente la compro y no pasa nada.) Aunque también recurro a mis provedores de la Ciudadela, por aquello de los ejemplares atrasados.
Para cerrar esta divagación, no cabe duda que un revistero tiene de todo y para todos. Y, por cierto, las vanidades que nos ofrece se pueden medir por el tiempo de lectura informal o por el número de revistas que se leen u hojean mientras hacemos algo de tiempo. Cada quien ya sabe cómo va el rollo, ¿no creen?

3 comentarios:

JULIA CUELLAR dijo...

Hay revistas para todos, y a mí me gusta La Tempestad por su manera ágil de abordar lo cultural en sus distintos ámbitos. Coincido contigo en Letras Libres es de cabecera.

También me gusta Algarabía, ¿qué opinas de ella?

la Presidencia de la NRB dijo...

Querida Julia, Algarabía es inclasificable. La leo cada vez que puedo y no dejo de decir lo mismo. Bueno, sí la definiera en una palabra, ésa sería ENTUSIASMO.

Gracias por compartir.

La niña Fonema dijo...

Pues Letras Libres me gusta, una vez compré un Gandhi unos paquetotes con números atrasados y fui muy feliz; no siempre estamos de acuerdo, pero es un placer dialogar con ella.
Reconozco que este año me he vuelto adicta a InStyle y Glamour, me gustan las fotos, el diseño, los colores, etc... Me gustan los objetos bonitos que aparecen siempre en sus páginas. Es como un álbum de estampitas.
La que me encanta es Cocina Fácil. No he podido comprar la de este mes pero me fascina. Soy ama de casa de clóset, qué se le va a hacer.