jueves, 3 de enero de 2008

¡¡¡Felicidades, Irmita!!!

Para un buen comienzo de año, nada como un ilustre momento en el seno de la cliocracia babélica y de la ginecocracia, y no es para menos, porque una de las formas más sinceras de la felicidad es el homenaje. En esta ocasión, la primera homenajeada del año es una de las Consejeras más avezadas de la Nueva República de Babel: Irma Hernández Bolaños, historiadora de constancia arraigada y cuyo espíritu de competencia persiste a pesar de su retiro oficial del deporte. Me explicaré mejor.
Para quien escribe, antes de conocer a Rosalía Velázquez, los caminos de la Historia estaban vedados. (Gracias a esa conocencia, la vocación ganó por default, pero aún sigo siendo un novel clionauta.) Cuando conocí a Irma, hace un año aproximadamente, estaba frente a una joven leyenda viva, es decir, una historiadora cuyos conocimientos y trabajo constante le hicieron merecedora de varios reconocimientos, entre éstos, uno importante acerca de Benito Juárez, a quien ella le profesa una particular y sincera admiración. Digno es destacar también su amor a la matria (familiar e historiográfica), es decir, a Oaxaca, que no cesa de recordar en sus trabajos.
Además de esta faceta como sacerdotisa de Clío, su campo de acción fue el hockey, deporte al que ofrendó sus mejores glorias y que la llevó hacia otras geografías, representando no sólo a un país, sino también a sí misma, como prueba de vida que la hizo parte de un tiempo glorioso. (Si se me permite el símil, Irmita sería una diosa olímpica, en todos los sentidos que implica el término.) En mi diccionario personal, la palabra que mejor la define sería persistencia, por permanecer vigente en todos los campos, incluídos los de la amistad.
Por éstas y más razones, celebro hoy tu cumpleaños de una forma muy grata: recordando glorias pasadas, sin dejar de lado que el único patrimonio seguro es el presente vivido y compartido. (Para ello no hay edad, aunque digas lo contrario.)
¡¡¡Felicidades, Irmita!!!

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