lunes, 19 de noviembre de 2007

Le Cinéma du Temps: Amélie

Bien decía Emilio García Riera que "el cine es mejor que la vida" y, a decir verdad, lo creo a carta cabal. Pero después de haber hablado sobre Blade Runner y La mirada de Ulises, en mi lista personal de películas -llamada ésta Al rescate de Arcadia, cuestión que retomaré en escritos postreros-, ahora corresponde a un filme, además de atípico, formidable.
Amélie (Le fabliaux destin d'Amélie Poulain, Jean-Pierre Jeunet, Francia, 2002) es una extraña fábula en torno a la soñadora Amélie Poulain, cuya vida (y la de sus familiares y conocidos) cambia el día de la muerte de la Princesa Diana, en uno de los puentes de París. A raíz de encontrar una caja de galletas detrás de un azulejo del baño en su departamento, se propone entregarla a su propietario verdadero. (Mientras sucede eso, secretamente cuenta con la complicidad de Raymond Dufayel, el hombre de cristal, vecino suyo en el edificio donde vive y del cual no puede salir.) Cuando la cajita llega a manos del Sr. Bredodeau, ha cumplido su cometido, y al conocer parcialmente la vida de sus conocidos, Amélie se asume como una salvadora de los desprotegidos y se da a la tarea de resolver sus problemas.
A la portera de su edificio, Madeleine Wallace, le hace recobrar su amor en el finado marido; a su padre, el Dr. Poulain, lo motiva a viajar gracias a las travesuras de un gnomo de jardín; intenta -de manera hilarante- hacerle de Cupido entre un ex-novio celoso marca Otelo y una hipocondriaca dependiente del Café des Deux Moulins; le da una sopa de su propio chocolate al verdulero Collignon, cuando éste le hace la vida imposible a Lucien, su colega en el negocio, entre otras peripecias, son los resultados de las buenas acciones de Amélie. Sin embargo, así como hay espacio para el prójimo, también debe haberlo para uno mismo y ella, luego de conocer a Nino Quincampoix, dependiente en una tienda de videos porno y cuya obsesión por recoger fotos de las máquinas despachadoras es más que evidente, se inclina en resolverle el misterio del hombre de las fotografías, además de flecharlo amorosamente. Los resultados, aparte de curiosos, quedan para quien vea la película.
¿Dónde reside el encanto de Amélie? Gracias a sus innumerables andanzas, Amélie otorga a las cosas una vital importancia, es decir, que el mínimo detalle es el factor determinante para la sucesión normal de las cosas. (V. gr. Una palabra de buen aliento -aunque falsa-, reavivó la esperanza de la portera.) Pero también juega con el orden (¿lógico?) de las cosas, como cuando cambia de lugar las cosas de Collingnon y hacerle ver que la vida no es lo que parece. Y, sobre todo, cuando cada cosa, luego de su inmediata resolución, pide a gritos una inusitada reacción, semejante a un happy end, pero eso sería pedir demasiado. (Si me quiero poner algo elevado, podría verse como una variante surrealista del efecto mariposa. Sans commentaires.)
En una palabra, Amélie nos enseña a jugar con el orden de las cosas, también a disfrutar de sus consecuencias, pero sobre todo, a darle importancia a los mínimos detalles de las cosas, que hacen más llevadera nuestra existencia, porque, cada día, la vida nos da una sorpresa. (Al igual que los artículos que versan sobre cine en la NRB, son muchos los detalles y poca la memoria para escribirlos.) Y conjugado esto con la excepcional música de Yann Tiersen, el resto son sólo minucias (en buen plan, claro está). Por último, cierro esta divagación con una de las frases de Hipolito, el escritor raté y cliente del Deux Moulins: Sin ti, las emociones de hoy son la mugre de ayer.
Au revoir!!!

2 comentarios:

La lengua de Plutarco dijo...

Hola mi buen amigo!!! Que buena divagación, como tu le llamas!! Amélie es una buena cinta.
Entre otras cosas, no sé si pueda proponer Isolada de Césaria Évora para la Discoteca de Alexandría!Tu Corresponsal: Mariposa Amarilla.
Take care, mate!

La niña Fonema dijo...

jeje

una de mis películas favoritas, con cuya protagonista me identifico profundamente...

y sí, cesaria estaría bien...

besotes

marie lune poulain