jueves, 4 de octubre de 2007

¡¡¡Felicidades, Mildred!!!

Nuevamente, la Nueva República de Babel está de plácemes y no faltan razones para ello. En esta ocasión, corresponde celebrar a una de sus ilustres fundadoras: Ericka Mildred Aguilar, filósofa de formación, pero con alma de niña, quien sigue viendo al mundo como si fuera la primera vez.
Conocí a Mildred hace algunos años, en el lugar más inverosímil de todos: las escaleras del Palacio de Minería, durante el Homenaje Internacional a Felisberto Hernández. Pero los enlaces comenzaron poco después, en la cordialidad de su oficina en la División de Humanidades. Al principio, me resultaba extraño que una niña, formada en los amplios senderos de la filosofía, tuviera una perspectiva plenamente abierta a nuevos horizontes, que sentaban en la misma mesa tanto a la ciencia como a la imaginación; no en vano, sus autores predilectos son Italo Calvino, Jorge Luis Borges y José Ortega y Gasset, por quienes siente una sincera admiración.
Cada vez que nuestros (apretados) itinerarios coinciden, siempre es gratificante su compañía. (Es más, gracias a su sonrisa siempre impostergable, tuve mi primera oportunidad para impartir -si esa es la palabra- un peculiar curso de ortografía y redacción. Gracias mil.) Si Mildred fuese una palabra en un hipotético diccionario de ideas, sin duda sería espontaneidad. Razones sobran. Y aunque el destino le genere cierto número de detractores, éstos al final acabarían por reconocer el ímpetu y la energía que aplica en todas las empresas que realiza. Lo digo y lo sostengo.
Finalmente, ¿qué más podría decir acerca de una mujer sin par? Simplemente me queda reconocer tu amistad y tus consejos, no sólo hoy que festejas tu cumpleaños (bien sabemos que las mujeres no tienen edad, ¿verdad?), sino cada día que vives, con la sincera esperanza de que el tiempo no cambie tus cartas de navegación, puesto que tienes muy delimitado tu itinerario. Mientras tanto, el Palacio de la Música, el Estadio Espartano y la Galería de la Memoria te rinden señero homenaje.
¡¡¡Felicidades, Mildred!!!

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