sábado, 8 de septiembre de 2007

Le Cinéma du Temps: Blade Runner

Hace algunas semanas, platicaba con Paulina Martínez, Consejera de la NRB, acerca del cine y de las películas que debía ver en estos días. Sinceramente, me declaré (y me declaro, qué remedio) culpable del crimen de no asistir a ver película alguna. Anoche, platicando con don Jorge, Sarita y Ana Cárdenas, mientras ellos me daban un ligero aventón, confesé con más pena que otra cosa, que hacía tiempo que no veía cine, y que las pocas oportunidades se han restringido a la (in) comodidad de la sala de mi casa, en pleno vis à vis con el Once y/o el Veintidos. "Mal, muy mal", me dijo don Jorge; palabras más, palabras menos.
Sin embargo, estas réplicas tanto de Paulina como de los Cárdenas Vargas, me dejaron el prurito de retomar el camino del buen cinéfilo, es decir, que el cine debía regresar a mi vida, sin más ni más. Pero luego de pensarlo muy bien, llego a una sólida conclusión: mi renuencia a entrar a una sala cinematográfica o a un videoclub, obedece a un solo prejuicio: que el cine actual me tiene sin cuidado. (Bueno, no es que le haga el feo a las grandes joyas del circuito cultural, ni que me ponga flamenco con la bisutería hollywoodense. Para nada.) Creo que se debe a que el poco (relativamente) cine que he visto, ha dejado honda huella en mi vida y la mejor manera que encuentro para aventarme nuevamente al mundo del cine, es contando mis impresiones sobre varias películas que son parte de mi vida. (Y porque hay una segunda razón: por responder a las plegarias de Paulina.)
Blade Runner (Ridley Scott, E.U., 1982): En un futuro relativamente lejano, en la ciudad de Los Angeles, en 2019, varios replicants (copias genéticamente modificadas de un ser humano) escapan de una colonia terrícola en Marte y regresan a la Tierra para satisfacer sus ansias de venganza contra el emporio que los creó. El grupo, conformado por Roy Batty, Leon, Pris y Zhora, llegan a Los Angeles donde buscan respuestas, además de venganza. Para acabar con los replicants insurrectos, se creó una unidad especial de policias llamados blade runners, cuya labor primordial es retirarlos (sinónimo de matar). Uno de esos policias, Rick Deckard, es comisionado para desempeñar dicha labor con el grupo comandado por Batty; para ello, solicita la ayuda del científico que los creó, el Dr. Eldon Tyrell, porque aquellos replicants no eran comunes respecto al resto de su especie. Tanto Batty como sus compañeros eran nexus-6, es decir, "más humanos que los humanos". (Más claro, ni el agua.) Y esta condición lleva a Deckard a replantarse muchas cosas.
A primera vista, esta película de ciencia ficción parece de lo más convencional, pero sería un craso error creerlo. Detrás de un futuro lejano, aún se busca responder a las preguntas fundamentales que se ha hecho el ser humano: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿cuánto tiempo me queda? Los replicants buscan eso y más, es decir, el sentido de sus vidas. Por el lado de Rick Deckard el dilema ético se resume en la obligación de matar o en la disyuntiva de hacerlo o no. Al final de la película, aprende (si esa es la palabra) que los seres que asesina inmisericordemente, son más humanos que él mismo. En una palabra, los replicants, al asumir su efímera vida, buscan y encuentran más cosas que los propios humanos, cuya vida, que suponen larga, la desperdigan por doquier en cosas meramente banales. Además, visualizar un futuro así nos acerca, creo, al presente; o sea, que hasta en las regiones más apocalípticas, hay guiños de ojo a la esperanza. Ejemplo claro es el monólogo final de Roy Batty, quien luego de salvar al asesino de sus amigos, profiere las siguientes palabras:
He visto cosas que ustedes, los humanos,
no podrían creer.
Naves de ataque en llamas
cayendo del hombro de Orión.
He visto parpadear rayos-c
cerca de la puerta de Tännhauser.
Todos estos momentos
se perderán en el tiempo,
como lágrimas en la lluvia.
Tiempo de morir.
Blade Runner, basada en un cuento del norteamericano Philip K. Dick, quien falleció antes del estreno de la película, a sus 25 años de vida, sigue tan llena de vida, porque sus cuestionamientos aún siguen siendo -para nosotros- los mismos. ¿Llegará una respuesta? Tal vez sí, tal vez no. El resto no es cosa nuestra.


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