jueves, 12 de julio de 2007

Lonesome Traveller: Pablo Neruda

Para quienes nos dedicamos al sincero oficio de la palabra, hablar de la obra del chileno Pablo Neruda, es prácticamente una obligación, dado que sus poemas fueron el aliciente para que nos lanzaramos a navegar por los horizontes de la creación. (En el caso concreto de quien escribe, de no haber conocido los Veinte poemas de amor y una canción desesperada y La espada encendida -gracias a su maestra de Español III, allá por la secundaria-, su vida sería otra y este blog, inexistente.)
Pablo Neruda [Neftalí Ricardo Eliecer Reyes Basoalto] (1904-1973), quien tomara su nom de plume del francés Paul Verlaine y del narrador checo Jan Neruda, tuvo como parte primordial de su vida el sacerdocio de la literatura, misma que lo llevó a escribir libros de impecable factura. Consagró muchos de éstos a la poesía, mismos que se evidencian en los propios Veinte poemas de amor y una canción desesperada, para proseguir con su magno homenaje a la América latina, el Canto General, sin olvidarnos de las Alturas de Macchu-Picchu, hasta llegar a sus Cien sonetos de amor, entre otras obras.
Además de la vida literaria, Neruda conoció los avatares de la diplomacia y de la política, donde ayudó a la difusión de la cultura chilena, y a su vez, probó en carne propia los sinsabores del exilio, dadas su simpatías con el socialismo. Dentro de su peregrinaje cultural, México le ofreció una mano franca que le dio ánimos para seguir con su misión cultural. Para una persona como él, el viaje siempre fue su carta de marear, sin olvidarnos que el mar, su mar, el de Isla Negra, siempre lo acompañó hasta sus últimos días.
Sea como sea, siempre hay un Neruda que se gana nuestra pleitesía: para muchos, gana por default el poeta y el memorialista de Confieso que he vivido; para otros, el pólitico aún persiste. (Para estos casos, digno es hacerle caso a Octavio Paz: "Juzgar al político, no al poeta".) Y si le sumamos que una novela corta de su compatriota Antonio Skármeta, Ardiente paciencia, que, gracias al cine, se convirtió en El cartero de Neruda, nos acercó más y más a la figura de un escritor sin par. Y la música, variante popular de la atemporalidad poética, tampoco se queda atrás: cantantes como Alberto Cortez, Pablo Milanés, Óscar Chávez y el inverosimil Juan Luis Guerra le han rendido honores a su poesía. Inclusive un grupo de habla no romance, Sixpence Non The Richer, engrosó la lista de homenajes nerudianos, comprobando así el constante rejuvenecimiento de su obra.
Hoy, a 103 años de su nacimiento, es menester acercarse a una obra que resiste el paso del tiempo y, por qué no, al inestable séquito de declamadores y jóvenes plagiarios cuyos actos no afectan en lo absoluto la impecable salud de la poesía nerudiana. Muy al contrario, la incrementan. Y una invitación final: que cada quien se tome una copa de lo que guste, acompañado por su poema favorito de Pablo Neruda.
¡¡¡Salud, poeta!!!

No hay comentarios.: